La guerra del amor - XVII

Bando Uno

Mare

Llegué a la cafetería antes que el, me permití una sonrisa engreída mientras entrábamos a Peter's

-¿Iba manejando tu mamá?-, pregunté mientras Anton sonreía de lado.

-De haberlo hecho habría ganado

-Lo se-, admití mientras caminábamos hacia nuestra mesa favorita en la cafetería, lo de los dos autos era un incordio pero aun no era posible que por arte de magia Anton tuviera su guardarropa junto al mío, ni siquiera habíamos desempacado, era nada de tiempo para pensar en que vivíamos a varios kilómetros de distancia uno del otro.

Pero suponía que de seguir durmiendo junto a el, su casa o la mía serian una decisión fácil.

Solo de pensarlo se me estampaba una sonrisa de chica adolescente, hay poco momentos en la vida en que ser romántica incluye además de los sueños e ilusiones, un hondo calor en el pecho y cierto dolor en los músculos correctos.

Esos son los momentos  perfectos.

Pocos segundos después de haber tomado asiento, una nueva mesera vino con una sonrisa y nos tomó la orden, me sorprendía lo fácil que cambiaban de personal en el lugar, lo cual podría ser bueno, traté de imaginarme a una de las conquistas de Anton sirviéndonos

No debería haber diferencia, bien dicen que lo que no fue en tu año...

Pero suponía que algo que ha cambiado en la vida de una personas se debería de notar, lenguaje corporal y todo, fruncí el ceño tratando de imaginarlo.

-¿Que piensas?-, preguntó el sacándome de mis pensamientos.

-Si alguien aparte de Ava y todos a los que ella podría haberles contado en estas horas nos viera ahora, ¿lograría saber lo que paso...lo que pasa entre nosotros?

Anton sonrió sensualmente antes de contestar.

-Si no lo llegan a suponer yo me aseguro de que lo sepan

-Estoy hablando en serio-, sonreí

-Yo también-, terminó, rodeé los ojos sin poder parecer del todo seria y molesta

La nueva chica llego con nuestro pedido y se fue mientras el entrecerraba los ojos.

-¿Por que importa?-, preguntó

-Solo estaba pensando en una de tus meseras, ¿sabrían que he pasado de tu mejor amiga a la mujer de tus sueños?, a la que jamás, jamás dejaras a no ser que quieras que haga tu vida miserable-.

Enarqueó una ceja por mas minutos de los que desearía

-Primero, no son mis meseras, y solo me interesa que todos los que me conocen sepan que soy feliz, aunque hablando objetivamente es idiota aquel que no nota la tensión entre dos personas que desean tener sexo o que ya lo han tenido, es como una cartel  fluorescente-.

-Creo que me sentiría incomoda, con ellas…ya sabes-, traté de encogerme de hombros para restarle importancia.

Anton me tomó la mano por sorpresa.

-Las respete y les di lo mejor que podía darles...que no era mucho-, parecía algo apenado antes de seguir.

-No quiero que el tema de mis “relaciones” sea algo entre nosotros-, terminó mirándome con un brillo de preocupación en sus ojos.

-No me refería a eso y… te amo también por lo que acabas de decir, la incomodidad es por que espero que todos conozcan lo que estoy sintiendo ahora y yo tengo lo que ellas desearon, y no me refiero a tus cualidades de semental…-, traté de bromear a pesar de estar diciendo algo totalmente en serio.

Lo amaba, y eso quería que todos tuvieran, que cada mujer del curso, antes era pura teoría ahora sabia lo que ellas buscaban.

Se acercó con su mano sujetando calidamente mi nuca y me dio un beso lento y casi interminable

-Eres buena....aun cuando tú hayas creado a la imagen fría y seductora de Mare, eres buena y perfecta-, susurró contra mis labios

-Cállate-, especté sonriendo

-Cada mujer a la que has ayudado, cada mujer de la que te has hecho amiga, cada una de ellas, le has dado la posibilidad de tener algo como esto-.

Volvió a besarme, un beso ligero y suave, sus palabras ahondaron en mi, pero en sus labios sonaron casi diferentes, no era cierto, parpadeó incomoda, no era cierto, por que yo había jugado con una de ellas, solo una,  pero eso bastaba para que todo se sintiera mal.

Yo le había negado a alguien esto, premeditadamente, había engañado a Wen, jugando con su desventaja.

No cambiaria por nada lo que tenía con Anton, lo que nos esperaba, pero sabia que debía una disculpa y eso provocó que por primera vez desde que nos conocíamos no viera al hombre de mis sueños a los ojos.

Llegamos a la oficina al mismo tiempo y mientras el respiró hondo y puso su mejor cara de póker, yo tomé aire al entrar y saludé a Ava con mi mejor sonrisa.

-Buenos días-, saludó Anton ya subiendo las escaleras.

¡Traidor!

-¿Vienen juntos? Y juntos me refiero a: “pasamos la noche sin dormir y ya sabes por poco y llegamos tarde por no querer separarnos”, la verdad es que debería estar molesta contigo, yo sabía que esto del viaje era el paso decisivo, lo sabia…

Tomé los sobres que me tendía mientras seguía hablando

-Buenos días Mare-, saludó John dejando el casco de la motocicleta en un rincón de la recepción, Ava interrumpió su palabrería y le dedicó una sonrisa del millón mientras yo subía las escaleras tratando de escapar, mi amiga me siguió en tres segundo con su querido novio cubriendo la recepción.

Entré en la oficina y no me molesté en cerrar la puerta, nuestra recepcionista se encargó de ello con premura.

-¿Algún pendiente?-, pregunté mientras ella entrecerraba los ojos

-Muy graciosa, la verdad es que a veces como amiga proveedora de chismes eres horrible, pero como solo tú o el otro “ogro” de mi jefe pueden decirme como fue su fin de semana…

-¿Cuál es tu horario de trabajo Ava, por que estas trabajando, no?-, dije sin que me hiciera el menor caso

-Mare estoy a punto de dejarte de hablar y sabes que te quiero pero tú supiste desde el principio cuando John me conquistó finalmente…

-Con todos los detalles, ¿recuerdas?-, dije en tono sarcástico, para mi triunfo ella pareció un tanto apenada.

-Mal ejemplo-, dijo entre dientes ligeramente sonrojada, lo que me hizo sonreír.

-Tengo que revisar algunas cosas y comenzar la promoción del siguiente curso, ¿te parece un café saliendo?-, sugerí

-En la comida-, negoció con entusiasmo

-No, no puedo, yo…tengo que hablar con Wen, del curso pasado…tenemos su teléfono ¿cierto?-, no la miré mientras mi voz se iba desvaneciendo.

-¿Con Wen?-, dijo y pareció sorprendida

-Si es por algo que hablamos antes del viaje…

Sabía que Ava estaba tratando de saber que pasaba pero a pesar de su ceño fruncido no preguntó más.

-Ya, te lo doy en un momento-, contestó con una media sonrisa y salió de la oficina

El restaurante elegido por Wen me hacia sentir nerviosa, jamás había estado en el, traté de recordarme que no había motivo alguno por lo cual ella escogería un establecimiento tan lejos de todos mis vecindarios conocidos.

Le dije al mesero que esperaría para ordenar y intenté de dejar las manos quietas mientras miraba furtivamente a la puerta.

Trece minutos después, legalmente contabilizados, la miré caminando hacia mi, pero no era la misma Wen que yo había conocido, una parte de mi cerebro sabía que la gorra y todo aquel estilo entre excursionista y deportista era un disfraz por si Anton la hubiera visto alguna vez, pero ahora, con su cabello suelto, el jersey, los vaqueros, todo el conjunto, la hacia parecer mucho mas, solo mucho mas…

-Hola-, sonrió mientras se sentaba, mi estomago parecía completamente vacío.

Platicamos algunos minutos de cosas totalmente triviales hasta que ella pareció dudar un momento.

-¿De que querías hablarme?-, preguntó mientras el mesero se llevaba nuestras ordenes.

-Yo…bueno apenas regresé del viaje con…Anton… y necesitaba…decirte algunas cosas-, comencé odiándome por el tartamudeo.

-Si, Ava y yo salimos ayer a tomar un café, estaba con ella cuando Anton le cortó la llamada-, sonrió pareciendo genuinamente apenada y triste a la vez.

¿Por que lo tenía que hacer tan difícil?, ¿por que no solo podía ser una arpía que fuera completamente digna de odiar?

Por que esto es la vida real, no las novelas, Wen podría tener mil errores y mil defectos o no tener ninguno, no me correspondía a mí juzgarlos o engañarla y manejar todo a mi antojo usando eso de pretexto.

-Si, nosotros estamos saliendo-, acepté por que no encontraba como comenzar, ella solo asintió y esperamos en un tenso silencio mientras ponían la comida frente a nosotras, era uno de los peores momentos de toda mi vida, tenía el ligero presentimiento que no tocaría un solo cubierto.

-Cuando empezó el curso, leí tu cuestionario, el de todas en realidad…pero el tuyo fue diferente-, comencé tragando el nudo en mi garganta.

-¿Por qué?-, preguntó confusa

-Por que leí sobre el hombre que amas, tus descripción de el, la forma que te hacia sentir…

Ella desvió la mirada y frunció el ceño ligeramente mirando la comida.

-Ya no importa, aprendí mucho de ustedes de todos modos-, dijo casi en un susurro y trató de darme un sonrisa sin conseguirlo, apreté las manos en puños y suspiré soltándolo todo.

-Supe quien era-, dije mientras ella me miraba con mil sentimientos en su rostro, sus ojos se cruzaron con los míos mientras el entendimiento caía sobre ella.

-Todo…todo el tiempo-, comenzó mientras yo apartaba la mirada.

-Cuando lo leí, cuando supe que otra persona había visto así, tan simple, lo que yo llevaba años conociendo y desperdiciando, me dio rabia y miedo, por que pasaste del atractivo rostro y viste al hombre, a Anton, al hombre que amo-, me atraganté y ella comenzó a respirar mas rápido mientras sus ojos se ponían vidriosos.

-Tú me dijiste, tú me dabas consejos-, dijo mas para si misma que para mí mientras el entendimiento se filtraba en ella.

-Lo siento mucho Wen, me llené de miedo hacia ti, y me aborrecí cada segundo por no verlo antes, lo amo, no se cuando, solo que tarde demasiado y el solo pensamiento de perderlo es inimaginable-, susurré al tiempo ella negaba con la cabeza mirándome.

-…si no te llama no vale la pena, si lo miras dile que sales con alguien, todo eso de contarme sobre el viaje-, enumeró con la voz quebrada mientras se limpiaba una lagrima con enojo.

-Lo siento-, susurré de nuevo, Wen apartó su comida en un gesto tan perfecto y lleno de modales que en otra situación me habría hecho reír.

-¿Sabes?, para ser alguien que dice que cada mujer tiene el poder de confiar en si misma, de desear y luchar para conseguirlo, te hace falta decirnos sobre la gente que engaña, que miente y que juega contigo-, comenzó entre dientes mientras yo me tragaba cada palabra.

Se levantó casi de un salto, yo también hice lo mismo.

-Siento no haberte dicho la verdad-, repetí con todo el aplomo que fue posible, sabiendo que ella tenia razón, los cursos ahora parecían un mal chiste en la forma que me había comportado con ella, debí decirle que sabia sobre Anton y decirle que hablará con el, en mi corazón sabia que el lo hubiera solucionado, le hubiera dicho lo necesario para que Wen no fuera engañada y buscara a alguien solo para ella.

-Si Anton te ama debes tener todas las cualidades que yo añoraba tener, que yo admiraba de ti, pero al final solo eres una mas de nosotras, una mujer imperfecta que hace lo que sea por el hombre que quiere ¿no?, ¡Gran lección Mare!, quizás yo debería haber hecho lo mismo y ahorrarme el curso-, terminó caminando hacia la salida mientras yo me limpiaba los ojos a pesar de no haber llorado, no había llorado mas desde la Universidad.

Pagué la comida intacta y salí de ahí, no regresé a la oficina, ni siquiera recordé el pretexto que le di a Ava después de colgar al avisar, Anton me mandó un mensaje diciéndome que nos veíamos en su casa, hice todo el tiempo del mundo para no llegar hasta ahí, sentía que me había fallado y le había fallado, el menos que nadie aprobaría la forma en que trate a Wen, a una mujer que contrato a IDEAL, a una mujer que confió en mi, a una mujer que no hizo nada mas de lo que yo había hecho cuando lo conocí en la Universidad, ilusionarme sin ser correspondida, cuando me acosté con alguien que no valía la pena, salvo que en vez de ser yo la traicionada ahora había herido.

Al llegar a su calle aparqué en el camino de entrada y no salí, me quede ahí, estática y sin saber que hacer.

No me di cuenta de cuantos minutos pasaron antes             de que bajara y tocara el timbre, el abrió, aun con traje y el nudo de la corbata medio deshecho, apenas salido de la oficina, entré dándole un suave beso en la mejilla y seguí sin decirle nada, dándole una media sonrisa

-¿Qué pasa cariño?-, preguntó alcanzándome en la sala, había dejado mi bolso y me senté en la orilla del sofá mientras el hacia lo mismo y me apartaba el cabello del rostro, me acerqué a el, abrazándome a su cuerpo al tiempo que me envolvía con sus brazos recargándonos a ambos en el cómodo respaldo

-Estoy cansada, solo abrázame y haz que el día termine-, susurré contra su pecho mientras el besaba mi cabello.

-Estas en casa Mare-, contestó con una media sonrisa en su voz, no preguntando nada mas, lo que agradecí, sabia que el esperaba a que lo contara mas tarde o después, siempre lo hacíamos, cuando uno de los dos tenia un mal día, un problema.

Tarde o temprano lo sacaríamos y el otro estaría ahí.

Sin embargo, estaba vez no estaba segura cuando tendría el valor de hablarle sobre la persona a la que acababa de ver.

Cel.