Sin medidas - Cap 2

Plan: La intencion y proyecto de hacer algo.

Derek Andrews estaba tratando de escuchar la cátedra del profesor sobre la importancia de los medios de comunicación en el entorno social, de verdad trataba de que cada palabra viajara con todo y su significado hasta el fondo de su cerebro, pero sabía que todo sería inútil y que al final terminaría por pedir los apuntes a cualquiera que estuviera de verdad poniendo atención.

No debía ser tan difícil

Solo tenía que haberla encontrado ese día por la mañana, cuando saliera a su primera clase, pondría en marcha su plan y se sentiría en paz consigo mismo.

¡¿Quien diablos tomaba la clase de las 8 de la mañana?!

Por suerte para el, otra chica del mismo edificio había acabado contándole prácticamente todo el itinerario de Samantha Winter, no era que el no hubiera sonreído lo suficiente para que ella se quedara fascinada e intrigada a partes iguales, su ultima pregunta no dejaba lugar a dudas de que amiga de la señorita lista no era.

“-¿Seguro que buscas a Samantha?”

Se pasó una mano por su cabello después de ver la hora, aun no eran pasadas de las tres, el esquema curricular de Sam aun tenia pendientes dos clases mas después entraba a trabajar a la cafetería, Derek aun tenia que decidir si regresar hasta su dormitorio y buscarla mas tarde o vagar dos horas y plantarse fuera del condenado trabajo hasta que ella no pudiera mandarlo a volar.

Sonrió muy a su pesar.

Lograba imaginarse solo un poco el motivo por el cual Ben estaba tan dispuesto a darle una lección a la señorita Winter, a pesar de su aspecto ella tenia mas carácter que cualquiera que hubiera conocido, aderezado con una comentarios mordaces y una sonrisa inocente.

La clase terminó y el gimió en silencio, necesitaba solo hablar con ella luego podría dar vuelta a la pagina y Samantha podría dañar el orgullo de cualquier otro sin que el se metiera.

Se consideraba una persona optimista en dos horas y media podría ir a su dormitorio, dormir, jugar en su consola y conseguir los apuntes, en ese orden.

Sami llegó a la cafetería ya con el sol casi desapareciendo en el cielo, no podía creer que estuviera tan atrasada con ese trabajo, su estancia en la biblioteca se había alargado bastante, agradecía que Erik siempre estuviera dispuesto a cubrirla en una que otra emergencia, claro esta si ella le pagaba con cubrirlo en su preciados aniversarios al lado de Simón, uno por mes...

Entró en la cafetería por la puesta trasera, dejó su mochila y se puso el delantal negro sobre su falda beige y su blusa negra, se ajusto su coleta y caminó hacia la barra, Erik le dedicó una sonrisa mientras lo miraba servir dos cafés, lo saludó con la mano y miró a su alrededor había una numero moderado de mesas llenas lo que indicaba que no habría mucho trabajo.

Casi terminaba su escaneo por el lugar cuando abrió mucho los ojos y se quedo quieta, con la mente en blanco.

-¿Sami?-, oyó llamar a Erik y salió de su trance auto impuesto desviando sus ojos del amigo del odioso “Ben-Ken”

-¿Si?-, contestó ella.

-Pareces algo rara-, aseguró su amigo.

-No mas de lo que era ayer-, le replicó y el sonrió mientras sus ojos se desviaban hacia sus pies, Erik padecía de un ligero trastorno fetichista que hubiera sido interesante de no ser por que todos sus zapatos quería fueran para el.

Ese día llevaba unas zapatillas planas con una flor delicada en un lado y listón para amarrar en sus tobillos, podían parecer infantiles pero a ella le encantaban.

-Odio no poder tener unos de esos-, aseguró entre dietes, eran los únicos momentos en los que Erik parecía tan gay como estaba segura que era.

Sami solo se rió y respiró mas tranquila, casi había olvidado al pastelito sin chocolate frente a ella, durante unos minutos creyó que se levantaría hacia ella pero el continuo tomando tranquilamente su soda y hojeando un libro en sus manos.

Se mordió el labio y se giró, no seria ella la que fuera hacia el, que recordara el era quien quería hablar con ella y no al revés...

Pero te mueres de la curiosidad

-¿Hablas sola?-, preguntó Erik de nuevo mientras ella sonreía.

-Tienes razón tal vez este un poquito mas rara, hoy no tome mis medicinas-, le bromeó mientras el asentía, llevaba una bolsa de plástico negra que no había notado antes.

-Espero que esto te devuelva a la normalidad-, le dijo sonriente mientras le entregaba la bolsa, ella echó un vistazo curiosa, medio gritó, medio dio un chillido besando su mejilla, era un comic firmado, el No. de la aparición de Wolverine en el Increíble Hulk, lo había buscado demasiado tiempo, Erik, sonrió mientras ella se alejaba y caminaba hasta el cuarto de almacén fuera de la vista de la cafetería, necesitaba algo de privacidad con su nuevo bebe.

Era el colmo, pensó Derek mientras ella desaprecia de su vista después de aquélla muestra de emoción para el otro chico de la cafetería, ella apenas y le había dedicado una mirada al llegar, comos si no llevara mas de tres horas sentado en la maldita silla que había provocado que casi olvidara que había debajo de su cadera, reprimió un gruñido y se levantó palmeando su cajetilla de cigarrillos en sus vaqueros, necesitaba pensar, antes de ir y estrangularla, así se acabarían sus problemas.

Después de dos cigarrillos y dejar el fresco aire nocturno traspasara su piel, se encontraba lo suficientemente tranquilo como para esperarla recargado en uno de los árboles de los jardines frente a la cafetería, miró a varias personas salir antes de que finalmente cerraran por dentro, su teléfono móvil sonó y Derek desvió la llamada entrante de Ben, iba a necesitar una buena historia para ese día y necesitaba que Samantha corroborara su historia, daba la casualidad que aquello necesitaba una conversación previa.

Al cerrar la cafetería el chico salió primero y después ella, con un suéter negro, la falda hasta la rodilla que no terminaba de adelgazar su figura si no mas bien marcaba sus caderas anchas y unos zapatos tan llamativos como adorables si aquello podía ser posible, todo el conjunto tenia algo discordante pero en ella parecía encajar a la perfección.

Los miró despedirse mientras ella abrazaba al hombre fugazmente y después se separaron comenzando a caminar en direcciones opuestas, la siguió cuidando que sus pisadas fueran lo suficientemente fuertes como para no tener otro encontronazo con su maldita mochila.

Para su frustración ella caminó veinte pasos mas -el los contó- antes de girarse.

-No te parece que esto podría ser un Dejavu-, inquirió.

-No si puedo evitar que vuelvas a pegarme-, aseguró Derek y ella trató de no sonreír.

-Bien, solo quería asegurarme-, se encogió de hombros mientras se colgaba bien la mochila aun costado, el caminó a su lado.

-Necesito hablar contigo-, comenzó.

-Me sigue pareciendo un Dejavu-, se burló ella.

El rodeó los ojos y evitó gruñir.

-Te aseguro que el argumento del sol no funcionara hoy, te he buscado todo el maldito día, además primero te amarro antes de que te escabullas de nuevo-, le advirtió provocándole ahora si una sonrisa pero no dijo ni una palabra.

-Antes que nada, tu compañero de la cafetería... ¿sales con el?-, preguntó mientras ella se detenía por completo, lo miró como si tuviera dos cabeza.

-No veo por que tendría que contestar-, dijo recuperando el movimiento y el habla.

-Ayudaría saberlo-, le aseguró Derek

-Podría mentir-, le replicó ella.

-Eso solo complicaría las cosas-, la miró fruncir el ceño antes de que negara con la cabeza.

-Erik andaría primero contigo-, dijo ella sonriendo ante su cara y caminando de nuevo.

¿Era demasiado pedir que ella tuviera una relación que echará abajo cualquier apuesta?, debía haberlo supuesto, aunque eso aun dejaba el misterio de aquel regalo poco usual, ¡En una bolsa de plástico!

La siguió por unos cuantos segundos antes de que pudiera romper el repentino nerviosismo que le asaltaba.

-Yo, yo hice una apuesta-, dijo al fin, ella lo miró con el signo de interrogación pegado a sus facciones.

-¿Felicidades?-, le dijo mientras Derek rodeaba los ojos.

-Sobre ti-, terminó, ella se detuvo por completo finalmente.

Sami estaba sorprendida, que ella recordará así no era el guión, no se suponía que debía de enterarse que el chico guapo ganaría algo a su costa después de haberla seducido, al parecer Derek no veía muchos películas, no sabía nada sobre buenas historias, se cruzó de brazos mientras pensaba como hacerle ver su falta de respeto a los buenos melodramas y tratando de ignorar la ligera punzada en el pecho, ella había tenido razón el quiera hablar con ella por estar metida en un lío con un muñeco egocéntrico, no por… nada mas.

-¿Decirlo no te descalifica en automático?-, preguntó ella y el la miró fijamente casi como si esperara otra reacción que apenas se estuviera gestando, su cabello que ella había notado horas antes era castaño se movía con el viento.

-No si escuchas lo que tengo planeado-, aseguró.

Sami consideraba seriamente dejarlo ahí y seguir hasta su edifico pero siempre le había picado la curiosidad, bien dicen que tal problema mató al gato.

-¿Y eso que seria?-, preguntó ella.

-Les haremos creer que he ganado-, contestó

Ella casi se reía de creer que estaba tendiendo esa conversación, agradecía que su estadía en la secundaria hubiera pasado sin mayores burlas o desamores por su apariencia fuera del “estético” requerido por todo mundo, ahora estaba discutiendo no sabía que cosa acerca de ella.

-¿Que ganaría exactamente y por que yo me he convertido en blanco de tus amigos?-, preguntó mientras el desviaba la mirada.

-El ganador se lleva 1000 y una estupida noche de fiesta en la fraternidad, Ben estaba molesto por algo que dijiste-, se encogió de hombros muy sutilmente

-Yo no dije nada-, exclamó indignada

El le dedicó una mirada que decía "lo dudo" en letras grandes.

-Bien supongamos que frustramos a todos los demás y hacemos que tu parezcas el vencedor, ¿Que gano yo?-, preguntó ella casi tomándolo por sorpresa, se recuperó rápidamente pasándose una mano por el cabello.

-30 % del dinero-, le contestó.

Ella levantó la barbilla.

-60-, Sami miró como casi se le caía la mandíbula

-40-, ofreció.

-50-, negoció ella y el suspiró.

-Hecho-, murmuró al fin.

-¿Por que presiento que debía decir esto primero...que apostaron Derek?-, preguntó Sami en voz baja llamándose tonta en los cinco idiomas en que sabía la palabra.

Ya no estaban en la secundaria donde las apuestas no eran mas que atreverte a quitarle algo al niño que te gustaba o hablarle a ese que jamás te miraba.

El permaneció en silencio.

-Derik-, llamó pasando una mano por su rostro, el frunció el ceño hacia el sobrenombre y la miró.

-Tres citas comprobables y tu ropa interior como prueba de una noche-, dijo el casi como si solo hubiera soñado las palabras.

Ella no dijo nada por unos segundos solo se sintió idiota, defraudada y muy, muy enojada.

Así que ahora tendría a 5 tipos intentando meterse en sus bragas solo por una apuesta, su escala de autoestima bajó un punto, así que agarró la mochila y la estampó contra el costado del cuerpo de Derek, su autoestima subió de nuevo.

-Recuérdame demandar al cielo por mi falta de sentido común...buenas noches-, dijo ella girándose con las piernas temblando. Gracias a Dios el edifico estaba a unos pasos.

Estaba a punto de llegar a la puerta cuando se giró, el seguía mirándola fijamente en su lugar.

Un tanto aturdido

-¡No son panecillos de chocolate, son viles galletas saladas!-, le gritó mientras entraba en la mejor salida orgullosa de su vida, claro hasta que tuvo que detenerse a sacar las llaves para abrir, sentía su mirada hasta que estuvo dentro pero por su propio bien no dijo ni una palabra.