Amistad: Confianza y afecto desinteresado entre las personas

Ella simplemente estaba bailando, miró a Derek sonreír mientras la hacía girar y girar sin detenerse, rió tanto que le dolía el estomago y tenía que esforzarse por respirar, la sujetó firmemente acercándola de nuevo mientras la música terminaba, y ella lo miró a los ojos, vio un brillo diferente, casi mágico en la mirada del, él la miraba, fijamente, acercándose, cada vez mas hasta que pasó.
Sintió el suave roce de sus labios con los suyos, solo fue un roce, solo ínfimos segundos, fue una caricia leve, solo sintió la suavidad de sus labios y luego su aliento casi húmedo, algo en ella se estremeció,  su estomago se contrajo y mientras luchaba por agarrar el sentimiento él se había alejado.
Sami entrecerró los ojos y tocado su labio inferior con sus dedos mientras decía a Derek lo único que se le había venido a la mente.
-Qué raro, ese paso de baile jamás me lo enseñaron.  
El muy tonto le había sonreído de lado sin decir nada más, llevándola a la barra de nuevo por otra “refrescante bebida”…

Ninguno de los dos lo había mencionado otra vez, cuando por fin exhaustos se fueron cerca de las once parecía más bien que aquél movimiento fuera parte del baile, Derek se había despedido de ella diciéndole que para su ultima no cita el escogería el lugar y ella le había contestado que ojala y no se aburriera demasiado, había habido bromas y risas, pero nadie había mencionado el beso, así que Sami se estaba obligando a considerarlo un movimiento mas de baile.
Dos pasos al frente, uno a la derecha, giro y besa al chico a tu lado.

Sí, claro.

Parpadeó centrándose, deshizo la coleta de su cabello mientras agradecía mentalmente  aun casi veinticuatro horas después no haberle especificado a Erik el día que iría a bailar con Derek, no esperaba que pudiera pasar el interrogatorio sin que su amigo detectara ondas extrañas.
Porque No.Las.Había. Se repitió de nuevo
Solo era que no se había esperado aquel beso.
Sin pensarlo se mordió el labio inferior mientras maldecía a su memoria por traer la escena a su mente, una y otra vez.
Por fin terminaron de cerrar la cafetería y Erik se despidió  de ella antes de que comenzara a caminar hacia su edifico, recordó la primera vez que golpeó a Derik con su bolso.
Habían pasado muchas cosas después de esa noche, y no estaba segura si debía preocuparse o no, pues muchas de esos cambios estaban pasando dentro de ella.
Llegó a su departamento y se duchó dejando que el agua caliente relajara sus pensamientos, al final tenía que dormir si esperaba terminar sus trabajos pendientes antes de que pudiera conocer a cierto rubio nórdico.
Y claro saber más del misterioso Alan.

Cerca de las seis de la tarde del día siguiente se encontró con él fuera del centro comercial en el centro de la ciudad.
La esperaba con aire despreocupado junto a la cafetería a la salida de las salas de cine, él la miró y a pesar de no mostrar ninguna sonrisa, sus ojos brillaron  o quizás solo eran figuraciones suyas.
La realidad es que Sami no conocía al hombre frente a ella, pero deseaba conocerlo y eso ya era un avance, prácticamente lo había visto casi todos los días en la cafetería pero ella dudaba que buscara ganar la apuesta.
-Por un momento creía que no vendrías-, le dijo él a modo de saludo mientras ella sonreía.
-Luché conmigo misma todo el camino, pero a veces soy impulsiva-, contestó ella haciéndolo reír.
Compraron palomitas, las cuales el no dudo en pedir para ella, le había pasado hasta con Erik que se preguntara si ella podría comer algunas calorías de mas, Sami nunca había estado a dieta, casi siempre comía de modo saludable, su peso nunca había sido por ser asidua a las chucherías.
Alan era bueno como acompañante para mirar una película, hacia uno o dos comentarios divertidos, en voz muy baja y dejaba disfrutar el resto de la película, hasta que no salieron de la función Sami se dio cuenta que ahora empezada la cita, si es que estaba en una, aun no podía estar segura.
-¿Tienes hambre?-, le preguntó él cuando caminaron fuera del área de las salas de cine.
-No, pero si quieres que hagamos tiempo puedes invitarme un helado-, propuso ella mientras él la miraba un tanto divertido y algo sorprendido, la llevó para comprar un gran cono de helado y se sentaron en una de las mesas en el área libre del lugar.
-Delicioso-, murmuró Sami esperando
-A mi hermana le encanta el helado también-, comenzó, aunque no era lo que ella esperaba, Alan puso ambos brazos en la mesa y pareció ver más allá de Sami.
-Es cuatro años mayor que yo, es veterinaria, trabaja en una clínica de 24 x 24, es mas voluntaria que trabajadora, adora a los animales-, siguió el
-Cuando estuvo en la universidad estuvo un poco enferma o muy enferma, es lo mismo, ¿no crees?, cuando alguien que quieres estas mal no importa el grado, mucho o poco, la primera vez que te vi, me recordaste a ella, aunque Sara es morena…y no se parecen en nada, en realidad, ella tenía tu misma sonrisa de niña
-¿Tenía?-, preguntó Sami sin poder detenerse
-La preparatoria no fue su mejor época, pero ni yo ni mis padres, lo notamos, no del todo, la universidad fue aun peor, en su último año Sara fue interna en una clínica, llevaba meses sin comer bien y lo que comía no duraba suficiente en su estomago, tenía descalcificación y comenzó a enfermar por defensas bajas, por no hablar de su nivel emocional-, Alan apretó los labios y se quedo callado un momento, Sami entendía parte de su actitud y el motivo por el cual él estuviera ahora frente a ella.
-Se que tu…sé que no es lo mismo, pero algunas personas son estúpidas, solo porque pueden serlo, Ben cree que una mujer como tu debería derretirse cuando el se digna a mirarla, pero tu estas a años luz de él, y cuando lo entienda si es que lo llega a entender no será mientras siga siendo un idiota universitario-, Alan la miró con aquellos ojos tan expresivos y Sami alcanzó una de sus manos con la suya.
Para su sorpresa él la retiró.
-Hay una apuesta, tres citas contigo y “seducirte” una noche, todos los que estábamos en la cafetería el día que fue a pedirte una cerveza entramos-, le dijo entre dientes mirando hacia otro lado, Sami no estaba segura de que hacer pero por alguna razón no le dijo nada sobre Derek.
-Gracias por decírmelo
-Ahora si puedes ponerme la orden de restricción si quieres-, le dijo el tratando de aligerar el momento y ella rió bajito.
-Y yo que pensaba pasarte a la lista de amigos en mis contactos-, comentó ella a la ligera mientras el reía.
-Ojala algún día puedas conocer a Sara-, murmuró el después casi para sí mismo.
-Me encantaría-, admitió ella mientras se apresuraba a comer el helado medio derretido.
-Para la próxima elijo una rebanada de pastel-, le aseguró a Adam refunfuñó mirando sus dedos manchado haciéndolo reír.
***
Alan tenía un Honda 2003 negro, el auto había sido de su padre y él lo cuidaba pues sería el unió que tendría de ahí hasta graduarse, según sus palabras.
El único lujo meramente masculino era el sistema de sonido, Sami encendió la pantalla y se rió cuando selecciono el álbum de Lady Gaga
-Tienes que admitirlo, que la traigas en tus favoritos es raro-, le bromeó mientras Alan sonreía.
-A veces soy débil-, admitió el mientras ella se encogía de hombros
-Yo también-, sonrió mientras comenzaba a cantar Born this way
-Vamos Alan, canta-, animó Sami mientras el negaba
-Claro que no, eso ya son ligas mayores-, repuso el
Pero disfrutó de verla moverse graciosamente y jugar con su cabello mientras seguía la letra de la canción, en ese momento pensó que él no estaba siendo solo meramente un servidor comunitario, Sami le importaba, aun no sabía de qué forma, no podía definirlo, pero la protegería de todo, por ella, por Sara, por el mismo.
La mujer a su lado siempre lo tendría a él de apoyo.
Estacionó frente a su edificio y ambos bajaron riendo aun del pequeño mini concierto del recorrido a casa.
-Tú le das a efectos de sonido toda una nueva definición-, le aseguro Alan mientras Sami reía.
-De que sirve que gastes en bocinas potentes y sistema eléctrico para tu sonido si no lo disfrutas-, replicó ella
-Todo este tiempo he desaprovechado mi voz-, terminó Alan tristemente mientras Sami trataba de contenerse, lo miró mientras poco a poco ambos se volvían serios de pronto.
-¿Tus “visitas” a la cafetería eran por encontrar un modo de decirme…sobre la puesta?-, preguntó ella mientras Alan se encogía de hombros.
-Tanteaba el terreno, tenía una idea de ti, ahora tengo un montón, eres demasiadas cosas Sami-, explicó el mientras ella asentía.
-Eso me han dicho, como sea, espero que no terminen, las visitas, perderíamos un cliente y eso no es bueno-, terminó mientras él se acercaba, un pulgar rozó la mejilla de ella lenta y suavemente mientras que sus labios acariciaban la otra.
-No perdiste un cliente, ganaste un amigo-, concretó haciéndola sonreír, Sami encerró por un segundo su mano contra la suya que aun rozaba su mejilla y después se giro hacia el edificio.
Sami llegó hasta su departamento sintiéndose extraña y tranquila, ambas cosas a la vez, un amigo como Derek, pensó de repente.
Decidió que era mejor no compararlos además aun no podía decir si Derik segura siendo su amigo cuando todo el proyecto terminara.
***
Derek abrió la puerta de la casa, la cual otra vez no tenía llave, lo que significaba que era noche de juerga, ¿Qué noche no lo era?
Trató de dirigirse hacia las escaleras sin toparse con nadie pero fue inútil
-Dek, llegaste justo a tiempo-, oyó el grito de Ben desde la estancia, Derek giró la cabeza solo un poco, había varias meses y casi todos los chicos de la fraternidad y algunos agregados apostando dinero jugando a las cartas, sin contar a las jóvenes universitarias que sus padres se imaginaban estudiando y no en sujetador sobre las piernas de su estúpido amigo.
Miró que en una de las mesas la pelirroja de la otra noche le guiñaba un ojo, tuvo que reprimirse el decir a todos los hombres en la estancia que ella ofrecía su boca de forma sensacional solo para sacarse el coraje, pero eso no sería muy caballeroso ¿ o sí?
-¿Dek?-, llamó otra vez Ben, Derek maldijo en voz baja y subió las escaleras sin siquiera contestar.
-¡Qué demonios!, Derek estoy hablándote-, Ben se había levantado botando a la chica en sus piernas y estaba ahora al pie de las escaleras, Derek no se volvió solo alzó las manos.
-Hoy no Ben, hoy no-, murmuró mientras hacía oídos sordos a otra sarta de preguntas.
Llegó a su habitación y tuvo la satisfacción de azotar la puerta al cerrarla, le puso el seguro y se pasó las manos por el rostro antes de enterrarlas en su cabello, se quito la playera y se acostó con el torso desnudo en su cama mientras prendía el televisor.
Pero a pesar de pasar canal tras canal en su mente solo veía una y otra vez a Alan junto a Samantha mientras la escena romanticona se desarrollaba ante sus ojos fuera del edificio de ella esa noche, no debía de molestarlo, ella tenía un trato con el ¿no?, no era como si Alan fuera a ganar la apuesta
Pero entonces, ¿por que deseaba que el maldito hombre hubiera estado en el pasillo para estamparle el puño en el rostro?

Cel.