Sin medidas - Cap 6

Baile: Movimiento del cuerpo al compás de la música.

Sami saludó a Erik al llegar a la cafetería y al mirar el rostro resplandeciente de su amigo y los ojos ávidos de una historia interesante escapó hacia la puerta del almacén, dejó su mochila, se puso el delantal negro y estaba terminando de hacerse la coleta cuando el abrió la puerta.

-Muy bien, quiero todos los deliciosos detalles-, aseguró Erik alzando las cejas juguetonamente.

-¿Sobre la Monty-Burguer?-, le dijo ella inocentemente y el rodeó los ojos.

-Samantha-, insistió mientras Sami reía al uso completo de su nombre y le hizo un mohín al tiempo que ambos salían a la barra de la cafetería, el comenzó a colocar unos vasos, solo para entretener las manos mientras ella lo miraba divertida.

-Bien, el tenia mostaza en el labio, ¿cuenta como delicioso detalle?-, meditó ella mientras Erik la miraba con ojos entrecerrados.

-Solo si se lo quitaste con tu lengua-, aseguró el y ella rió bajito.

-Que directo, rudo y a la cabeza, quizás lo intente la próxima vez-, le aseguró mientras el rodeaba los ojos.

-Está bien, déjate de juegos, cuéntame cómo estuvo la no cita, sin detalles-, pidió Erik, ella se encogió de hombros.

-Estuvo bien, muy bien de hecho, me divertí-, aceptó Sami mientras fruncía un poco el ceño, no se había imaginado que montar todo eso de las citas con Derik no fuera un martirio, claro que siempre había un grado de diversión en hacer enojar a Derek o hacerlo reír, era igual, pero en verdad hubo momentos en los que ella se olvido el motivo por el cual él estaba en una tienda de comics.

Muy mal hecho, se regañó de nuevo.

-¿Sami?-,  llamó Erik pasando una mano frente a su rostro.

-Lo siento, se me antojo una Monty-, le dijo en broma y el la miró fijamente.

-No quiero que te lastimes haciendo esto-, le dijo en tono serio y ella le sonrió tranquilizadoramente.

-Cuando esté en peligro, te pediré dinero y huiré a África-, le aseguró y el sonrió un poco dejando el tema por el momento.

Dos días después Sami ya había llegado a una conclusión consigo misma, podría disfrutar de sus no citas, a fin de cuentas ganar la apuesta con Derek y dejar a Ben-Ken en ridículo no tenía que ser duro para ella, Derik no era una insípida galleta salada, no siempre, tenía sus puntos dulces y podría llegar a ser un muy buen amigo, así que no comenzaría a confundirse por divertirse con él, con aquella determinación llegó a su departamento y marcó su número móvil.

-¿Hola?-, contestó el al segundo timbrazo.

-Hola Derik-, saludó ella mientras se quitaba sus zapatos de cintas, movió sus dedos mientras se sentaba en la orilla de la cama.

-Samantha, es extraño que me llames-, dijo él como si no supiera que mas decir, ella sonrió y siguió moviendo sus dedos, era fantástico.

-Samantha-, llamó el otra vez.

-Sí, si perdón, estaba en un éxtasis tántrico-, dijo ella

-¿Éxtasis qué?-, preguntó el mientras Sami se obligaba a centrarse.

-Nada, nada, quizás sea demasiado para ti, llamaba para decirte que ya tengo el lugar para seguir trabajando en nuestro proyecto-, siguió ella

-Genial-, murmuró el casi sonando entusiasmado.

-Digo, bien ¿Cuál es?-, siguió

-Un club de baile-, contestó Sami antes de colgar, eso le daría que pensar antes de dormir, ya le enviaría un mensaje mañana con los datos, siguió moviendo sus dedos mientras se imaginaba la cara de Derik en esos momentos y sonrió sin poder evitarlo.

***

Alan estaba comenzando a tener un severo dolor de cabeza, llevaba estudiando desde primera hora en la biblioteca y ya pasaba del mediodía, pero era necesario estar ahí si quería concentrase, los queridos miembros de su fraternidad hacían todo lo posible por arruinar sus horas de estudio, ninguno de ellos tenía una media beca que mantener.

Había decidido irse para comer algo cuando la vio pasar por el pasillo y sentarse varias mesas a la distancia.

Sami, el apodo le hacia sonreír, era tan contradictorio y a la vez tan idóneo para una mujer como ella.

Ben no tenía ni idea en lo que se había metido, Alan había estado un poco preocupado por lo que la estúpida apuesta pudiera hacerle a ella, pero ahora solo necesitaba explicarle todo y que ella estuviera preparada, sabía que sola podría con lo que se presentara.

Aunque aquello no le permitiera ser el héroe de esa historia.

Se levantó y salió de la biblioteca sentándose en una de las bancas en la entrada del edificio sacó su móvil y comenzó a teclear…

Sami sintió su móvil vibrar, lo deslizó discretamente del bolsillo de sus pantalones y frunció el ceño al mensaje de texto del número desconocido.

¿Día libre?

Dudó, pero decidió dejarlo pasar, no iba a gastar su crédito telefónico con alguien que no conociera.

¿Escucharías Friday para estudiar?

Sami sonrió un poco llegando a su mente aquellos ojos negros tan expresivos, Alan estaba haciendo su siguiente movimiento.

¿Cómo conseguiste mi número? ¿Debo ir tramitando una orden de restricción?

Se lo pedí a Erik, o quizás le dije a alguien que se lo pidiera por mí, una chica inocente

Estoy asustada tengo un demente tras de mi

No puedo verlo, no estoy en el edifico, pero te aconsejo que voltees si no te cogerá por el cuello

Sami se tapó la boca para evitar reír y envió el que juro sería su último mensaje.

Gracias por mis 10 minutos de distracción, cambio y fuera.

¿Distracción? Yo tenía un motivo razonable y tú empezaste a hablar de restricciones y maniacos

¿Qué motivo?

Una sorpresa, te tengo una sorpresa, cambio y fuera (de la biblioteca).

Leyó el último mensaje, rodeó los ojos, y junto sus cosas antes de salir del edificio.

-¡Estoy tratando de estudiar!-, murmuró Sami cuando se sentó a su lado, disfrutando del clima cálido de un día soleado

-Te creo, la biblioteca, un lugar perfecto para eso, yo siempre estudió ahí-, dijo el mirando hacia el edificio a sus espaldas, ella bufó con los ojos entrecerrados.

Luego sonrió ampliamente

-Gracias, seguiré tu consejo, ahora, ¡Vete!-, se levantó dando media vuelta antes de detenerse y mirarlo por sobre su hombro, señalándolo acusadoramente.

-No más mensajes de texto-, gruñó

-¿Y tu sorpresa?-, preguntó el sonriendo

-No me interesa-, replicó ella encogiéndose de hombros.

-¿Qué extraño?, creí que tendrías una vena curiosa

Le pareció oír que ella gruñía algo muy parecido a “malditos pastelitos de chocolate”

-¿Disculpa?

-Estoy segura que me encantara la sorpresa-, contestó ella girándose de nuevo, sonriendo, un poco maquiavélicamente

-Sí, te encantara-, dijo el

-Seguro, me gusta casi todo, soy una persona sencilla, sin lujos, tan... fácil de complacer.

-Guardare esa información si me lo permites-, le aseguró en voz baja y tentativa mientras ella entrecerraba los ojos y el solo reía, genuinamente divertido.

Alan se acercó a ella y le mostró los tickets. Sami los tomó vacilante

-¿Irías al cine conmigo?-, preguntó él en voz baja y seria, sin rastros de broma.

-¿Cómo sabias que me gustaría Thor?-, preguntó ella arqueando una ceja y el sonrió.

-Deduje que te gustaban los rubios nórdicos, no me preguntes como-, le dijo él mientras la miraba aun sin sonrisa visible, Sami sabía que el guardaba mucho más de lo que le decía y eso era parte de su atractivo, no, no, no atractivo, de su curiosidad hacia él.

-Solo para que sepas que no lo hago por ti, sino, por el atractivo tipo con el mazo-, dijo ella antes de girarse hacia la biblioteca y escuchar a sus espaldas la risa masculina.

***

Derek aun no sabía que esperar al tener una cita para ir a bailar, no era que no le gustara bailar, pero últimamente los clubes eran para todo menos para disfrutar de la música, ahí podías fácilmente enredarte con alguien sin siquiera haber pisado la pista, las chicas de todos colores  y tamaños esperaban un trago o te invitaban uno, esperaban que alguien de la fraternidad se las llevara a la casa, a su auto o detrás del club.

Derek estacionó su camioneta en el aparcamiento fuera del lugar que Samantha le había indicado, aun no podía creer el lugar que ella había escogido para su siguiente no cita, ni que le hubiera colgado el teléfono cuando lo llamó, ni que cuando fue a verla en la cafetería ella le había explicado que ir a bailar no era nada nuevo si tomaba en cuenta que llevaba tomando clases desde los seis.

La música se escuchaba hasta donde él se encontraba, no era uno de los clubes de moda, más bien parecía de esos salones antiguos donde las bandas y otros grupos tocaban en vivo, la fachada tenia El sabor de la música en letras brillantes, para ser jueves por la noche, estaba a reventar.

Se bajó del auto y se pasó las manos por el cabello mientras comenzaba a caminar hacia la entrada

Sami salió de aquel lugar como si fluyera con la música que llegaba hasta sus oídos, se encontró sonriendo solo de verla, era lógico tranquilizarse al ver su rostro conocido.

Ella llevaba el cabello suelto un poco mas ondulado de lo normal, un vestido color chocolate y un top a juego, capaz de tela vaporosa y esos zapatos de tiras color dorado.

-¿Qué pasa Derik, no sabes bailar?-, bromeó ella mientras lo tomaba de la mano y saludaba al hombretón de la puerta como si se vieran todos los días.

El lugar no era como cualquier otro club en el que el hubiera estado, eso era claro, ya lo sospechaba, había un gran escenario donde varios músicos tocaban salsa, una larga barra en efervescencia y unas cuantas mesas en los extremos, pero en realidad, solo había personas y mas personas bailando.

Sami lo guió entre el mar de cuerpos hasta que se detuvo entre un pequeño espacio y se giró.

Iban a bailar, aquella verdad le cayó como un balde de agua fría a Derek, tenía que bailar, ella frunció el ceño y se acercó hasta su oído.

-¿En serio no sabes bailar?-, preguntó mirándolo casi seria y preocupada, no pudo evitar una risa algo histérica muy impropia de él, Derek arqueó una ceja y la tomó de las manos mientras comenzaba a moverla al ritmo de la música.

Sabía bailar, pero era la primera vez que bailaba, solo por bailar, solo porque quería.

Bailaron casi una hora entre risas y frases cortas, Derek la llevó a la barra y pidieron dos refrescos antes de que ambos regresaran impacientes a unirse a los cuerpos danzantes.

Siguieron moviéndose, Sami bailaba con una ligereza y sensualidad innatas, parecía incluso mas cómoda con su piel si eso era posible, ni siquiera lo miraba a él, la mayoría del tiempo miraba a las demás personas sonriendo o cerraba los ojos.

Derek estaba embelesado.

La música seguía  y seguía y el comenzaba a sospechar que se había quedado dormido en el auto y eso era un sueño.

Samantha lo había sorprendido de nuevo, esta ocasión eran incluso mejor que la anterior, pues no quería que terminara.

Los redobles comenzaron y él le dio vueltas a la mujer rubia en sus brazos mientras ella reía, la atrajo hacia si cuando la canción terminaba y sin pensarlo cuando las respiraciones casi fueron una, bajó su boca y rozó sus labios.

Un increíble final.

Cel.