10

No era la primera vez que pensaba que de haber leído la carta en la escuela, hubiera revelado las fotografías muchísimo mas rápido.
Al final, dos horas después apenas y terminaba de tener frente a mi todas las tomas, miraba muchas que recordaba haber captado pero no podía distinguir una especial, una donde yo fuera el foco.
Repasé con la mirada de nuevo las imágenes en la mesa y colgando, nada, nada sobre mi en el pasillo en la escuela, en el porche o…
Ahí estaban.
Había cuatro fotografías mías, ¿Cómo no las había notado antes?
No eran lo que yo esperaba, algunas ni siquiera mostraban mi rostro por completo, era yo, pero tenía los ojos cerrados, el cabello enmarcando mi rostro o tapándolo ligeramente y mis labios entreabiertos, una de las fotografías incluso alcanzaba a captar la piel desnuda de mi hombro y el cabello esparcido sobe su cama.
El las había tomado después de que me quedara dormida esa noche.
No podía dejar de mirarlas, no podía dejar de recordar, lo bueno y lo malo y no podía dejar de pensar en que necesitaba dejarlo todo atrás.
Necesitaba una despedida

-Solo promete que si llama dirás que estoy ahí-, repetí al móvil, sin aliento
-Nina, no creo que…
-Solo promételo-, insistí mientras caminaba hacia la casa de Adam
-Lo prometo-, gruñó Lara y yo colgué la llamada, con la seguridad de que aquel gesto me costaría bastante caro pero lo pagaría.
Lo que hacía ya iba mas allá de un lento razonamiento el cual mi amiga me haría hacer.
Miré su porche, la quietud y el silencio, hacia poco había anochecido, no muy temprano pero tampoco muy tarde, el auto de su papá no estaba y aquello no podía clasificarlo como algo bueno o algo malo.
¿Acaso importaba?
El viento fresco erizó mi piel o quizás fue el nerviosismo.
Había caminado tan rápido de la escuela hasta allí, más de lo que no había caminado en semanas que apenas y tenía aire, mis pies dolían y mis manos sudaban.
Me acerqué hasta tocar su puerta, dos veces, y esperé.
Los segundos parecían horas, podía sentir cada latido de mi corazón en todo mi cuerpo.
El abrió la puerta por completo mirándome fijamente, sus ojos azules mostraban sorpresa y algo mas, ¿alivio?, ¿alegría?
-Nin-, murmuró en voz muy baja, soltando el aire retenido
Entré sin esperar invitación, el cerró la puerta de nuevo y nos quedamos en la entrada con el silencio y la expectación rodeándonos.
-Nina, yo…-, comenzó de nuevo pero yo miré alrededor captando su atención.
-¿Qué buscas?-, preguntó confuso
-¿Y tu papa?-, repliqué mientras el fruncía el ceño,
-Pasara la noche con…, va con ella un noche a la semana-, terminó
Me acerqué un poco a el mientras Adam alzaba la mano acariciando mi mejilla como si no pudiera detenerse.
-Necesito terminar con todo esto-, murmuré y un gesto de dolor apenas perceptible pasó por su rostro.
-Necesito tener un recuerdo bueno, sincero, libre, sin secretos, para dejar todo atrás-, seguí diciéndolo todo y esperando a que el comprendiera, al final el me conocía demasiado bien, tenía que entenderlo.
-Nin, no creo que…-, comenzó de nuevo antes de que yo colocara dos dedos en sus labios, la sensación me causó un estremecimiento.
-Ahora yo te necesito Adam-, terminé mientras el cerraba los ojos y tomaba la mano que aun estaba en su boca entre la suya, me miró un momento antes de aferrar nuestro agarre y caminar hacia las escaleras, llevándome con el.

Su habitación estaba justo como la recordaba la ultima vez, solo que en ocasión al entrar no sentía la opresión, el miedo, las ganas de salir corriendo, yo quería esto, era el final de semanas confusas, dolorosas y duras.
Miré la playera de Adam, y me acerqué mientras el movía nuestros dedos entrelazados, cuando tomé la orilla de la prenda con mi mano libre el se quedo muy quieto y solo respiró profundamente antes de que yo la quitara, observé las líneas de su torso, la forma de sus músculos que se marcaban solo parcialmente en su cuerpo.
Me separé un poco y llevé mis manos hacia mi propia blusa, sacándola por mi cabeza rápidamente, el me miró y sus ojos calentaron cada poro de mi piel, el corazón parecía salírseme del pecho y las lombrices habían perdido la cordura.
Lentamente se acercó de nuevo juntándonos, su piel se sentía caliente contra la mía, sus labios lentamente llegaron hasta los míos, besando suavemente y lento, muy lento.
No hablamos por que sabía, ahora, que el entendía, nadie mas podría hacerlo, pero el si.
Nuestras manos trabajaron juntas en los pantalones ajenos, batallamos con los botones y riéndonos de nerviosismo y expectación, nos besamos de nuevo deshaciéndonos de los estorbosos vaqueros ya en los tobillos al caminar.
Casi sin darme cuenta estábamos sobre su cama, aun con la ropa interior, el enmarcó mi rostro con sus manos y me besó, llevando su lengua dentro de mi boca, tentando a la mía, comencé a gemir, sin controlar los sonidos que salían de mi boca, mientras sentía su cuero presionar el mío y una de sus manos delinearlo con extrema delicadeza y lentitud.
-Te quiero-, susurró a mi oído y yo solo bebí ese sonido, no estaba preparada para las palabras pero estaba dispuesta a grabar cada una de las sensaciones.
Mis manos fueron a su cabello, los mechones rubios que tanto amaba, busqué otro beso febril, húmedo, un tanto desesperado mientras podía sentir su excitación contra mi cadera.
Me estremecí, la humedad entre mis piernas aumentaba y un pequeño latido se alojaba justo ahí, cada vez más insistente.
Recorrí su espalda con las manos hasta llegar a la orilla de su ropa interior, el se estremeció contra mi y su boca marcó un camino de besos hasta mi cuello y mucho mas abajo, besó mis pezones por sobre la tela del sostén y deseé que lo quitara, pero no lo hizo, llegó hasta mi vientre besando, jugando con mi ombligo, su lengua se divertía bailando con mi piel, haciéndome cosquillas, haciéndome sentir bonita y como una gelatina, todo al mismo tiempo.
Finalmente besó mi ropa interior haciendo que gimiera bajito su nombre, volvió a acostarse sobre su costado, a la misma altura, busqué otro beso fugaz que el dio de buena gana dejándome ir al minuto siguiente mirado cada uno de mis movimientos, me quité el sostén lentamente, primero los tirantes, luego el broche, todos seguido por sus intensos ojos azules, me recosté de nuevo sobre el colchón y esperé casi temblando, no por miedo, dudas o sensaciones nuevas, lo esperé a el, y todo lo que significaba, Adam enganchó la orilla de mi ropa interior a sus pulgares y los bajó antes de hacer lo mismo con los suyos, se alejó murmurando algo entre dientes que no pude distinguir y regresó colocándose un condón.
Me quede medio hipnotizada mirándolo mientras el se recostaba de nuevo.
Un final y un inicio.
Abrí mis piernas lentamente, y el llevó una mano acariciando con sus dedos mi humedad, espaciándola, haciéndome cerrar los ojos con las sensaciones.
Colocó un dedo dentro de mí y me acarició tan íntimamente como nadie lo había hecho, ni siquiera el, unió otro dedo, de nuevo haciéndome retorcerme y murmurar su nombre una y otra vez.
Presionó la punta de su erección contra mi y algo se desato entre nosotros, miré hacia sus ojos, mientras asentía y el entraba en mi, ambos nos tensamos, jadeamos y nos enredamos mientras nuestras caderas parecían tener vida propia.
No había nada doloroso, extraño o loco en ello.
Me sentía viva, a flor de piel, y era maravilloso.
Me sujeté a su cuerpo mientras mis caderas luchaban por alcanzar las suyas, escondí mi rostro en su cuello y grité su nombre amortiguado mientras mi mente explotaba y finalmente todo era dejado en el pasado, quedándose en el fondo, el más bello recuerdo de un nuevo comienzo.

Después de que todo se quedara quieto y silencioso de nuevo, mucho después que el hubiera jalado las sabanas sobre nosotros y yo me rindiera al cansancio y la sensación de regocijo en mi cuerpo.
Nos quedamos abrazados, sin decir nada, hasta que el sueño me venció.
Cuando me desperté, fuera estaba casi amaneciendo y dos ojos azules me miraban con una ternura nueva y a la vez vieja en ellos.
Le sonreí sin poder evitarlo y el correspondió
-Hola-, murmuró Adam y yo lo besé.
-Hola
-Tengo que irme-, dije después de unos segundos cerrando los ojos.
-Lo se-, admitió mientras nos separábamos y comenzábamos a vestirnos, odié que el solo se tuviera que poner unos pantalones deportivos.
Finalmente vestida y con mi bolso colgando del brazo lo miré en el marco de la habitación, Adam me sonrió antes de  bajar las escaleras.
Me llevó en el jeep hasta la casa de Lara, el camino fue silencioso y extrañamente pacifico.
Antes de que me despidiera, cierta incertidumbre cruzo sus ojos.
-¿Nina?-, preguntó y yo saque una de las fotografías que el había tomado.
Se la tendí mientras el la tomaba mirándome, abrí la puerta por mi propia cuenta y me detuve justo antes de salir.
-Tienes tu oportunidad, conquístame-, murmuré bajando del auto con esa palabras a modo de despedida.
Lo miré de nuevo mientras el sonreía de oreja a oreja.
-Lo haré-, dijo en voz suficientemente alta, ambos reímos casi tontamente y justo en ese momento empezamos juntos algo más.

FIN
…o tal vez solo el principio




Cel.