Mas que juegos - Cuarto Capitulo

Capitulo 4

Enterró la mano en su cabello, su puño encerró varios mechones, empujando el rostro de la chica contra el colchón mientras su otra mano buscaba sus pezones erectos haciéndola gemir audiblemente.

-Nick-, aulló casi lastimándole los oídos, el aceleró el ritmo de las embestidas, incrementando el sonido de golpeteo entre sus cuerpos, Nick disfrutó de la vista de su trasero expuesto y la palmeó una vez y otra, antes de forzarla a terminar, presionando dos dedos contra su abultado y resbaladizo clítoris, ella se estremeció tomando la sabana entre sus puños mientras Nick se corría jalando su cabello nuevamente, solo para poder tener los mechones rubios de nuevo entre sus manos.

La chica se estremecía aun cuando el se dejo caer en la cama después de haber retirado el condón y tirarlo en el cuarto de baño.

Nick se pasó una mano por el cabello y miró su reloj brevemente.

Ella comenzaba a acercarse para abrazarlo cuando el la miró.

-Bueno, es una bendición que trajeras auto-, le murmuró mientras ella se detenía frunciendo el ceño.

-¿Qué?-, preguntó con una media sonrisa.

-Es más fácil que pedir un taxi a esta hora-, Nick se encogió de hombros mientras ella arrastraba la sabana contra su cuerpo y la indignación llegaba, Nick se reprimió de rodear los ojos.

-¿Quieres que me vaya?-, preguntó con la voz aguda

-Hasta donde yo se, esta es mi casa no la tuya, no me puedo ir yo-, le contestó el haciendo que todo el color desapareciera del rostro femenino, se levantó de la cama echa una furia.

-¿Quién demonios te crees?-, le gritó.

-El maldito que estas pensando-, sugirió el enarqueando una ceja y acomodando la almohada contra su cabeza.

Ella bufó colocándose la ropa arrugada mientras lo fulminaba con la mirada.

Iba caminó a la puerta de la habitación cuando se giró hablando entre dientes.

-Ni siquiera fue tan bueno-, le aseguró ella rabiosa

El se rió y pasó una mano por su torso.

-Síguetelo repitiendo hasta que te lo creas.

***

Nick se esforzó por levantarse  a pesar del dolor de cabeza, la noche anterior ni siquiera había tomado lo suficiente, si lo hubiera hecho quizás no hubiera despedido a una mujer dispuesta para una noche de insomnio.

Entró en la cocina pasadas de las nueve, por primera vez llegaría temprano a su clase de Economía, tal vez ahí pudiera pensar en su siguiente movimiento con la parejita.

Harry lo miró por encima de la taza de café que acercaba a sus labios, un poco de liquido cayó a su mano de la impresión, hizo una mueca pero pronto su rostro volvió a ser totalmente inexpresivo, digno de un mayordomo aburrido, Nick recordaría siempre ese segundo en el que pudo sorprender al hombre, saludó sonriendo.

-Buenos días joven-, contestó el mientras lo miraba hurgar en el refrigerador.

-¿Quiere algo de desayunar?-, preguntó Harry dejando su taza en la encimadera.

-No-, contestó Nick sacando una jarra de jugo de naranja.

-¿Su amiga querrá algo de desayunar?-, preguntó después mientras Nick lo miraba divertido ante el ligero tono de reproche.

-Supongo que si, aunque parecía algo anoréxica, quizás pase del desayuno, no me interesa-, contestó el mirando el enojo creciente de Harry

Nick rodeó los ojos y suspiró, a veces no era divertido hablar con el viejo.

-Ella ya no esta aquí.

Harry asintió terminando su café y lo miró una vez más antes de comenzar a salir de la cocina.

-Escúpelo Harry-, dijo Nick dándole gusto.

-No se si algún día deseara no estar tan solo, joven-, dijo sin mirarlo antes de desaparecer por el umbral de la cocina.

Nick, se esforzó por soltar una carcajada a pesar que esas malditas palabras se grabaron a fuego en su mente, repitiéndose una y otra vez, por el resto del día.

***

Los miércoles Kevin casi siempre estaba libre por las tardes, al igual que Sam. Comúnmente ella estudiaba mientras el leía o miraba televisión.

El había hecho que ese día fuera diferente, había insistido hasta el punto de quitarle el libro de las manos y esconderle la portátil. Por ello, ahora Samantha ahora estaba sentada a su lado con sus hombros rozándose y compartiendo un tazón de palomitas.

El departamento estaba comenzado a permanecer a oscuras solo iluminado por el televisor frente al sofá, el giró su rostro un poco y miró el perfil femenino y perfecto de su mejor amiga, el hueco en su estomago iba menguando a cada minuto.

Necesitaba estar así con ella, necesitaba sentirla cerca y convencerse que nada pasaba.

Ella había estado extraña desde el día posterior a su rabieta causada por el estupido de Colton.

Kevin no sabía que pensar, había creído que ella lo había perdonado con su taza de chocolate, pero cuando regreso al departamento ese día, Sam estaba distante, casi temerosa de su presencia y eso no cambió en los días posteriores, casi una semana contando hacia atrás.

Kev le había preguntado unas cuantas veces si Nick la había molestado y ella lo había negado contundentemente, el no sabía que pensar.

Solo estaba seguro de que no permitiría que ella se alejara de el, ellos siempre iban a estar juntos, esa siempre había sido una ley, ¿o no?

Recorrió de nuevo su perfil con la mirada, deteniéndose en sus labios, casi sonrió irónico al recordar las palabras de Colton.

La realidad era que Kevin había besado a hombres y…a una mujer, no era un virgen de labios, eso era seguro.

Si se ponía a pensar ambos besos tenían su encanto, pero eso no podía decírselo a la única novia que tuvo en el instituto, cuando Kevin entendió que la atracción física por su profesor era solo el inicio de su gusto por las braguetas, decidió que por mas que le gustaran los besos de Dara, tenían que terminar.

¿Disfrutaría besar a otra mujer de nuevo?

Kevin frunció el ceño y alejó los ojos de los labios de Sam centrándose en la película que pasaba por la TV, haciendo un ligero movimiento de cabeza negativo.

-¿Qué?-, preguntó Sam mirándolo.

El sonrió rascándose la nuca, algo nervioso, como si lo hubiera sorprendido en algo comprometedor.

-Nada, solo miraba lo entretenida que estas, a pesar de tu renuencia a ver Azul Extremo, tienes que admitir que es buena-, le dijo tomando un puño de palomitas del tazón, Sam se rió divertida.

-Lo que esta buen es Paúl Walker en bañador… todo el tiempo-, le bromeó, haciéndolo que rodeara los ojos, interesante que el no hubiera pensado en eso la ultima media hora.

-¿En serio?-, preguntó el solo por molestarla, ella bufó.

-Admítelo te encantan los rubios-, dijo ella moviendo su cabello como para darle mas énfasis a sus palabras, Kevin fue incapaz de perderse el movimiento, la forma en que sus mechones rubios rozaban su hombros y su cuello.

-Eres hermosa-, las palabras le salieron sin pensar mientras ella se quedaba quieta, una estatua humana mirándolo llena de sorpresa y terror.

Kevin se maldijo interioramente, se pasó una mano por el cabello y suspiró cerrando los ojos y tratando de enfocarse.

-Lo que quiero decir es que eres rubia y …-, ella lo hizo callar con sus labios, el movimiento fue tan repentino que el tazón cayo el suelo esparciendo palomitas a sus pies, la mano de ella sujetaba su nuca mientras lo besaba de forma casi tierna, rozando sus labios, incitando y pidiendo perdón al mismo tiempo, cuando se separó, no mas de unos segundos después, todo su cuerpo se estremeció, la piel de Kevin parecía un cable eléctrico, su corazón bombeaba toda su sangre directo a su estomago y mucho mas abajo, besar a una mujer seguía siendo magnifico, pero ahora era Sam, y ahora se dio cuenta el era el único al que ella besaría por decisión propia, ella había hecho el primer moviendo, Sam ya estaba alejándose cuando el enmarcó su rostro entre sus manos y sus labios volvieron a unirse, esta vez ella jadeó entreabriendo sus labios, dejando que compartiera su aliento, sus lenguas salieron furtivas, tocándose tentativamente, deleitándose con el sabor del otro, disfrutando del estremecimiento de sus cuerpos, de la forma en que sus manos se hundían en el cabello ajeno, deseando estar mucho mas juntos, el beso duro segundos interminables, menos oxigeno y mas humedad, Sam trató de moverse y el trató de hacerla llegar mas cerca, un pie del que no estaba seguro quien sería el dueño pateó lejos el tazón que permanecía en el suelo, y el ruido basto para bañarlos de fría realidad.

Se separaron respirando miserablemente mal, con los labios húmedos y los ojos bajos.

Sam se excuso casi sin hablar y salió disparada hasta su habitación, reprimiendo las lágrimas que estaba contendiendo, no es cierto, no podía haberlo hecho, no podía por más que lo hubiera estado pensando toda la semana, no podía simplemente haber arriesgado todo por un momento, por probar un punto, por saciar un deseo tan enterrado que dolía demasiado.

Se acostó en su cama y abrazó a su almohada sin llorar, pero deseando poder hacerlo hasta convertirse en la misma humedad salina.

Al día siguiente, Samantha Sims faltó a clase por primera vez en meses, se dirigió a la facultad de Administración y ocupó la mayor parte de la mañana en buscar a Nick Colton.

Lo encontró en uno de los pasillos hablando con tres chicas que se insinuaban contra el, compitiendo con atraer la atención de aquellos ojos oscuros, esa simple imagen aumento su enojo a límites insospechados, Sam se colocó en su campo de visión y el la miró sonriendo.

-Hola ninfa-, saludó el interrumpiendo -sin importarle-  a una de las mujeres, las tres chicas se giraron a mirar a Sam y recorrieron sus converse, sus jeans y su playera negra antes de mirar a Nick interrogantes.

-Necesito hablar contigo-, dijo ella esforzándose por no decir nada frente a las tres “muñecas” colgadas de sus brazos.

Nick enarqueó una ceja.

-Adelante, serás escuchada-, dijo el muy imbecil.

Sam estuvo tentada a golpearlo pero también a alejarse corriendo, era doloroso que el hombre frente a ella, le hiciera sentir tanto, rabia, dolor, impaciencia, pero era mas insoportable, aceptar que el había tenido razón.

-Solo déjanos en paz-, murmuró sintiéndose más indefensa que nunca.

El la miró por un largo momento, su sonrisa menguó en sus labios, y finalmente se alejó de las mujeres solo unos pasos y se acercó a ella, con un movimiento felino que apenas se dio cuenta cuando habló tan cerca de su oído.

-¿Besarlo es tan bueno como parece?

Ella huyo sin contestar.

Cel.