Terri miró a la niña sobre los hombros de Cameron mientras señalaba todo con sus deditos, las ondas rubias caían hasta sus hombros, del mismo color que el de sus padres.
Esteban se acercó a un puesto a preguntar por una artesanía parecida a una muñeca pintoresca mientras su hija les pedía que la compraran con la voz exigente de un niño de tres años.
Su móvil sonó mientras sonreía al reconocer el número de Henry.
-Hola papá-, saludó ella
-Hola Terri, ¿Cómo están?-, preguntó refiriéndose a su familia, ella siempre le agradeciera el haber respetado su vida privada, sus dos familias políticas aun tenían una línea invisible y divisoria, solo el padre de Esteban se había rendido ante su pequeña hija.
Walter Teral era un abuelo adulador.
-Bien, la señorita Estefanie Smith Howard esta como loca mirándolo todo, además adora la playa-, aseguró recreando las expresiones de su hija mientras se mojaba con las pequeñas olas el día anterior.
-Ya las extraño-, aseguró Henry mentaras ella sonreía
-Solo han sido tres días, la semana pasara rápido-, le replicó Terri mientras miraba como su hija se había salido con la suya haciéndose de otro juguete.
-Tengo que irme, acaban de comprarle otra artesanía cara-, susurró feliz mientras su padre reía.
-Saluda a Cameron y a Esteban de mi parte-, pidió mientras ella atesoraba cada segundo recuperado con el.
-Te quiero papá-, se despidió mientras caminaba para alcanzar a su familia unos puestos mas adelante.
En el mismo lugar donde había estado la muñeca, miró un bello collar de conchas pintadas en un hermoso verde jade, se acercó mientras se imaginaba vistiendo nada más que eso frente a sus amantes.
-No crees que es un desperdicio-, le murmuró una mujer mayor con nariz alzada y claramente operada a otra que permanecía a su lado, Terrece no se sorprendió que susurraran mirando a las espaldas de los hombres que la esperaban ya sin caminar mas.
-Claro, aunque la niña es una ternura, aquello es demasiado-, contestó la otra mientras notaban como Terrence seguía su mirada.
-¿Verdad que a veces odias no tener un pene para ese tipo de hombres?, espectó despectivamente una de ellas mientras la miraban risueñas por su comentario.
Terri se encogió de hombros mientras se acercaba con misterio.
-No lo necesitas cuando eres la mamá de la niña-, se encaminó hacia ellos dejándolas boquiabiertas y maldijo por no haber comprado el collar, haciendo una nota mental para regresar antes de que volvieran a LA.
-¿Qué hacías?-, preguntó Esteban mientras ella negaba besándolo tenuemente, él entrecerró  los ojos y luego miró a Cameron que negaba con la cabeza sonriendo.
Ambos comprendieron al observar las caras rojas de las mujeres que los miraban sin disimulo fijamente que a su sensual esposa aun le quedaban una o dos travesuras.
Ella se encogió de hombros y le propuso a su hija regresar al hotel privado para hacer un enorme castillo de arena, caminando juntas
Ambos las siguieron tomándose de la mano un momento solo para disfrutar el jadeó casi audible de las guacamayas con pareo.
Terrence negó con la cabeza reprimiendo una sonrisa al notarlo, Cameron levantó las manos en un gesto inocente mientras señalaba hacia Esteban que reía feliz.
-¿Nunca van a crecer?-, preguntó el mientras sus amigos negaban con el mensaje privado en sus miradas, un lenguaje entendible solo para aquellos que se aman.