Cap VIII
Más que Amistad, Cap VIII,
-Kevin, estas a un paso que te mande a la dirección-, murmuró Esteban mientras escribía otra operación en el pizarrón, el chico lo miró con algo de recelo y se cruzó de brazos.
-¿Qué le pasa?-, escuchó decir a alguien a sus espaldas y no hubo ninguna respuesta.
-Me importa un bledo-, esa fue la voz de Kev, Esteban cerró los ojos y respiró profundamente, sus alumnos no se merecían su humor, no merecían que pagar por que las últimas horas había sido claramente algo que quisiera borrar de su memoria, solo para que no doliera tanto.
Su clase era caracterizada principalmente por el ambiente tranquilo y hasta gracioso durante los minutos que trascurrían ensañando a los chicos algebra y calculo matemático.
Se giró para mirarlos, la mayoría tenía el ceño fruncido, algunas de sus alumnas ni siquiera lo miraban y otros como Kev prácticamente le estaban clavando una estaca contra la pared.
-Lo siento chicos, se que he sido un maldito gruñón-, algunos se rieron ante su maldición mientras el se pasaba una mano por su cabello.
-Haremos una cosa, terminen el ultimo ejercicio y no habrá tarea por el día de hoy, y no les diré que la próxima semana hay examen sorpresa-, les aseguró mientras Kevin sonreía apenas y algunos volvían a mirarlo como un autentico amigo.
Cuando la clase término se frotó los ojos quitándose los lentes y tratando de poner en orden sus ideas, prácticamente no había dormido la noche anterior, primero había estado demasiado extasiado disfrutando del cuerpo de Terri, mirando embelesado la forma en que Cameron la tomaba y después tratando de tragarse toda la porquería después de aquella estupidez.
La mandíbula aun le dolía y tenía un golpe en la barbilla que se ponía morado de a poco cada hora que pasaba
Cam se había portado como un maldito cavernícola, pero por desgracia Esteban no había sido mucho mejor, Terri había llorado cuando su amigo finalmente se había ido.
-No pensé que fuera a reaccionar así-, había sollozado limpiándose casi con rabia las mejillas repletas de lagrimas.
Pero Esteban si había intuido aquella reacción, pero la había ignorado.
¿Qué pensaba ella que pasaría?, Cameron no los elegiría, a ninguno de los dos, no después de que supiera que Terri había conocido a Mia, y mucho menos los elegiría a ambos.
Había salido del departamento sin despedirse, enojado con ella y furioso consigo mismo.
El sabía que le debía una disculpa, que Terri solo había intentado ayudarlos a pesar que aquello supusiera otra barrera mucho más difícil de sobrellevar.
¿Como olvidaría la sensación exquisita mientras la follaban?
¿Cómo olvidaría el rostro de Terri mientras miraba a Cameron tocarla o la de su amigo mientras se cernía sobre ella?
Esteban no podrían, no durante algún tiempo, así que le era imposible estar con ella ahora, verla seria como supurar una herida que aun estaba sangrando.
Terrence había disipado la confusión en su interior, ahora no había ninguna duda; tanto como deseaba poder estar dentro de ella incluso con todo el dolor que eso había provocado, también se imaginaba tomando a Cameron y aquello solo le servía para nada.
Se concentró en su siguiente clase y trató de olvidar su corazón y los recuerdos, volviéndose hacia las seguras y aburridas matemáticas que tanto amaba.
Después de los meses anteriores Esteban se enfrascó en aquella rutina que le había funcionado a las mil maravillas, impartía sus clases, comía en un pequeño restaurante de comida mexicana, encontraba a los chicos en el parque, regresaba a su departamento, arreglaba un poco el desorden de la ropa y sus libros, y pretendía dormir algunas horas.
Cinco malditos días haciendo lo mismo solo le habían comprobado que aquello ya no era suficiente, a cada momento recordaba imágenes de la noche con Terri, recordaba las palabras de Cameron, se imaginaba la cara de su vieja amiga por la calle y cada auto en la calle le recordaba a…el.
El timbre sonó mientras sus alumnos se despedían y el se dirigía hacia la sala de maestros. Una semana había sido suficiente para que el tomara una decisión.
La conversación con el Director de la escuela aun estaba fresca en su memoria.
-¿Pediste un traslado?-, la voz de Karen sonó extraña, casi triste.
Esteban se giró para mirarla, con los mismo ojos negros y expectantes y su delgado cuerpo abrazándose a si mismo.
-Solo le pedí a Alan que me informara si había algunas opciones para ir a otra escuela-, replicó minaras ella lo miraba sin parpadear siquiera.
Esteban no pudo sostener la mirada y siguió guardando sus cosas para salir
-Teb, lo siento…-, comenzó ella llamándolo por el apelativo que solía usar cuando salían.
-No tienes nada por que hacerlo Karen, se que te lastime-, aceptó el aun sin mirarla.
-Pero he sido mezquina y grosera, en realidad a pesar de que ya no siento por ti lo de antes, no he dejado de…molestarte-, su voz se fue desvaneciendo mientras el tomaba su mochila y se acercaba.
-No hay ningún rencor Kari, tengo otros motivos si llego a aceptar esa alternativa-, término mirándola, deseando poder haberla amando a ella y no dar su corazón a Cameron y a Terri.
Aquello no podía hacer felices a ninguno de los tres.
Salió de la escuela sabiendo que lo más probable es que aceptara cualquier lugar disponible, necesitaba alejarse y solo quedaba una cosa que hacer antes de que tomara una decisión definitiva.
Terrence despidió a la última joven que había entrevistado para el puesto de secretaria, de ser por ella estaría aun en su departamento sin querer levantarse de aquella cama que ahora parecía aborrecer y sin embargo a la que no podía dejar de mirar, recordando y anhelando.
Había pasado dos días lamentándose a si misma como habían resultado las cosas, pero cuando Henry la había llamado para preguntar sobre el consultorio ella se convenció a si misma a base de puro esfuerzo que debía dar tiempo al tiempo, además el extraño interés de su padre hacia su proyecto provocaba en ella un bálsamo que había necesitado mas que a nada.
No servia de nada lamentar lo que para ella había sido la experiencia más indescriptible de su vida, ya no podía hacer nada mas, solo tenía que esperar.
Además una parte de su cabeza seguía yendo hacía Henry y su esposa, ambos le habían llamado en diferente ocasión, la segunda llamada había sido de Dalia, explicándole que su padre la había notado algo extraña.
Le había confirmado a Terrence que entendía si solo quisiera ser nada más que una conocida amable; sin embargo, le había ofrecido su amistad sin reparos.
Terrence aun no sabia hasta ese momento que contestar.
Cerró su consultorio al tiempo que escuchaba el timbre del móvil sonar desde su bolso.
Guardó las llaves y sostuvo el celular mientras un estremecimiento le recorría el cuerpo entero al leer el nombre del llamante.
-Esteban-, murmuró el nombre sintiendo sus manos sudar, se recargó en la pared fuera de su oficina mirando el austero vestíbulo vacío.
-Hola Terri, ¿Podríamos vernos?-, preguntó el con voz suave, un ligero ápice de disculpa en su tono.
-Si-, contestó ella mucho más rápido de lo que hubiera querido, una parte de Terri vibraba ante la llamada, otra sabía que en cambio, Cameron no lo haría, no la llamaría nunca.
-¿Estas bien?-, le preguntó el mientras ella cerraba los ojos.
-Si-, repitió, parecía ser la única palabra que salía de sus labios, ella trató de formular la pregunta que explicara el motivo de su llamada pero no salió nada de sus labios resecos.
¿Qué tenía, 5 años?
-¿Te apetece comer mexicana?-, preguntó él, Terrence se centró o al menos trató de hacerlo.
-Claro, dime el nombre y la dirección-, aceptó ella mientras saca su agenda y apuntaba las indicaciones.
Media hora después entraba a un restaurante de comida mexicana, el lugar era modesto y el calor que desprendía la cocina llegaba hasta el comedor, era casi acogedor, los olores tan característicos de ese tipo de comida llenaron sus sentidos mientras se sentaba en una mesa vacía al notar que Esteban aun no había llegado.
Miró el menú distraídamente mientras trataba de no hacerse conclusiones erróneas, pues muy en el fondo aquello no cambiaba nada.
Terrence los amaba a ambos y su realidad no seria equiparable nunca a su sueño mas profundo, ella había tenido un atisbo de lo que seria ser amaba por ambos, verlos sin aquella distancia tan dolorosa entre ellos, ella no podría conformarse con menos, era todo o nada, y desgraciadamente siempre seria nada.
-Gracias por venir-, saludó el a sus espadas mientras la tomaba por sorpresa, ella levantó su rostro para mirarlo sentarse justo su lado.
Llevaba una camisa negra y vaqueros, sus lentes centellaron bajo el rayo de luz que se cruzaba en su camino.
El era atractivo, mucho mas de lo que ella se había imaginado que podrían llegar a ser, donde Cameron era el epitome del atractivo millonario, Esteban era el sexy profesor digno de cualquier fantasía.
-Me convenciste cuando mencionaste algo mexicano-, murmuró ella haciendo que sonriera.
-Bien, espero que en el medio del idilio entre los platillos y tu, podamos hablar un poco-, dijo en voz baja, con la voz casi contenida, Terri lo miró un largo momento antes de comenzar.
-Esteban yo…-, murmuró mientras el tomaba su mano para tranquilizarla
-Te parece si ordenamos primero-, le sugirió, ella solo pudo asentir en respuesta.
Estaba hermosa con aquel traje crema de dos piezas, Esteban apenas y podía recordar lo que tenia que decirle, fácilmente desearía cambiar de idea y seducirla, tratar de convencerla que aun se tenían el uno al otro.
Pero a la larga eso solo los haría infelices a ambos y eso jamás se lo perdonaría.
El preguntó sobre el consultorio, desviando un poco la conversación de su objetivo principal, mientras Terri saboreaba con deleite la orden de enchiladas y el comía gran parte de su sopes de tamaño extra grande.
Finalmente Terrence se limpió la comisura de los labios y tomó un poco de su soda antes de mirarle.
-¿De que quería hablarme?-, preguntó
Esteban le miró varias veces, intentando pensar en la mejor forma de explicarle pero sencillamente se dio cuenta que no había tal forma.
-He pedido la solicitud para un traslado-, le explicó mientras ella se quedaba un minuto en silencio, pareció comprender y bajar la mirada.
-¿Te iras?, ¿A dónde?-, formuló con sus hermosos ojos verdes fijos en el mantel.
-Aun no lo se, pero creo que eso no importa, ¿lo entiendes?-, le preguntó mientras ella asentía lentamente.
-Terri-, la llamó odiándose por haber borrado la lenta sonrisa que se había formado mientras comían.
Ella levantó la mirada repleta de lágrimas sin derramar.
-Terrence-, murmuró Esteban mientras una mano ahuecaba su mejilla, ella recargó el rostro contra su palma cerrando sus ojos.
-Te quiero-, le murmuró bajito y el sintió su pecho oprimirse.
-Y yo te quiero a ti, mucho mas de lo que no he querido a…casi nadie, pero nosotros no…yo no…-, alejó su mano mientras ella sonreía tenuemente.
-Tu no puedes y yo tampoco-, susurró con tristeza
-Debería ser suficiente, es absurdo-, exclamo el furioso, entre dientes apretados.
-Las mejores cosas de la vida no tiene lógica o explicación-, replicó ella mientras el levantaba su barbilla con una de sus manos.
-Estaré en contacto-, le prometió y ella lloró por fin, mientras el limpiaba las lagrimas con sus pulgares.
Terrence a penas pudo despedirse de Esteban después de que la acompañara a su departamento, le besó en los labios de forma suave y le dejo ir.
Cuando entró a su departamento la grabadora tenía un mensaje en el contestador.
Apretó el botón mientras se sentaba en el sofá sin fuerzas de ninguna cosa.
-Hola Terrence hablaba para invitarte a comer pero veo que no has dejado el consultorio, llámame cuando puedas…hija-, la voz de Henry murió con el mensaje y ella levantó el teléfono sin pensarlo, marcando su número privado.
El contestó al segundo timbrazo.
-¿Diga?-, la voz masculina tronó por el auricular.
-Acabo de escuchar tu invitación, la próxima vez llámame al móvil-, aconsejó ella, deseando que el no cortara rápido, necesitaba alguien que la hiciera sentirse segura, por primera vez deseaba que su padre le dijera que todo iba a ir bien, cosa que no sucedería, tan sólo hablar con el parecía ser suficiente de momento.
Henry siempre había sido bastante serio, apartado, siempre en alguna junta corporativa, no había sido muy cariñoso incluso cuando ella había sido una niña, pero la había arropado cuando lo necesitó y le había felicitado cada uno de sus logros, incluso un titulo que el no aprobaba.
-Parece una buena idea-, aceptó Henry mientras Terri cerraba los ojos.
-¿Cómo estas?-, le preguntó después ante su silencio
Ella pronunció un bien que sonó terriblemente mal y después no logró decir nada mas.
Su padre permaneció también en silencio unos cuantos minutos.
-Terrence-, la llamó de nuevo y ella se mordió los labios.
-Odio ser débil-, gruñó mas para si misma que para el.
-¿Débil, tu?, si eres la mujer mas fuerte que conozco, valiente y sincera, como tu madre, Terrence; una guerrera-, dijo el con voz tranquila mientras ella sonreía, Henry no tenia ni idea de lo que ella sentía y aun así aquello le provocó el anhelo de abrazarlo como cuando era niña.
-No lo soy…papá-, terminó casi sin voz mientras el esperaba.
-Sea lo que sea que estés pasando, encontraras la forma de luchar, de morir hasta que ya no te queden fuerzas para seguir insistiendo, jamás te darías por vencida hija-, aquella palabra final produjo un sentimiento calido en el pecho de Terri y sonrió amando a su padre, reconociéndolo ante el extraño que pocas veces había visto a lo largo de 13 años.
-Gracias-, le murmuró mientras el se despedía.
-Te llamaré al móvil para que podamos comer juntos-, sugirió mientras ella aceptaba.
En el silencio y la quietud de su departamento, después de aquella llamada, miró el auricular aun en sus manos y marcó antes de volver a ser aquella marioneta llorona.
Cameron salió de la junta que se había alargado casi todo el día, su padre jamás había dejado pasar un mes sin aquella junta general que involucraba cada departamento de la agencia publicitaria.
Su secretaria estaba al teléfono cuando el entró a su oficina, se deshizo el nudo de la camisa mientras la cabeza parecía a punto de estallarle, cada día se estaba convirtiendo en mas difícil que el anterior, parecía ya nada tener sentido, por mas que intentara pasar el mayor tiempo posible frente a papales que a veces ni siquiera lograba comprender, a cada momento su mente se escapaba, miraba el rostro de Terri cuando despreció lo que ellos habían hecho, luego el repudio en la voz de Esteban.
Era un idiota, más de una vez se había imaginado pidiéndoles perdón, confesándose, rogando una oportunidad para amarlos, sin embargo aquello era una locura, nadie lo aprobaría, Cameron lo sabía, ni siquiera lo aprobaba el mismo.
Desear compartir a la mujer que amaba o desear enterrarse en el hombre que había crecido a su lado, era sucio y enfermizo… ¿verdad?
Tocaron a su puerta mientras Sara, su secretaria, una mujer que había trabajado ya varios años con su padre; discreta y de gesto amable, asomó la cabeza por la rendija al abrirla lentamente.
-Te han dejando un recado, me dijeron que era importante que lo leyeras cuanto antes-, comentó mientas sostenía una nota entre sus manos.
-¿Quién ha llamado?-, preguntó distraído
-Terrence Howard-, contestó ella algo apenada mientras el miraba su cara, levantando su rostro en el mismo instante que había captado el nombre, tendió la mano casi con impaciencia y Sara le entregó el recado personal para salir al mirar a su jefe absorto entre aquellas líneas.
Esteban ha pedido su traslado, no tardara mas de un mes que el se vaya a cualquier lugar que este disponible, ¿Sabes lo que significa?
Te quiero Cameron, con toda mi alma
Permite que te amen.
Terri
Cameron leyó las líneas una y otra vez, y apretó el papel en su mano, como si pudiera absorberlo bajo su piel y guardarlo ahí hasta el día que muriera.
¿Esteban se iría?
¡Que diablos estaba pensando!
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7 Comentarios
Que no se vaya Esteban... Cameron reacciona!!!!
ResponderEliminarPorque los hombres son tan necios?? Nunca lo entenderé.
no se que decir solo que tengo mis emocionmes a flor de piel Liss gracias por rtrecomendarme esta historia me encanta
ResponderEliminartiene q decidirse
ResponderEliminarcasi lloro
saludso
no se puede ir T-T !!!
ResponderEliminary yo tengo que seguir leyendo
:3
Awwww se me antojaron unas enchiladasss en chipotle con pollo y queso jajajajaja, ay me encantooo el capi esteban me parec tan sexy de profe yummy!...se me anojo un esteban desnudito dandome enchiladas en la boca XD, sin duda es culpa del sueño, me voy por el siguiente!! espero que cam se decida de una vez para que yo me pueda ir a dormir XD, (k)!!
ResponderEliminar¿¡Cómo que esteban se va!?
ResponderEliminarNo se puede ir!!! Que Cameron haga algo!!!
Me voy a leer el siguiente
Quien no quisiera tener un Profe como Esteban.
ResponderEliminarDeja que fluya...