Más que Amistad, Cap I,

Capitulo 1

Cualquier persona que hubiese pisado Los Ángeles alguna vez en su vida no dudaría en afirmar que en esta ciudad puedes ver los detectores de metal o puedes pasar por ellos.           
Los límites tan marcados entre las clases sociales podrían ser dignos de otra época más hostil, sin embargo en la pequeña burbuja de las familias del jet set local esto jamás se pasaba por alto.
Terrence Howard creía haberlo olvidado hace años pero justo en el momento en que piso de nuevo su ciudad natal, todo volvió a ella, aun una parte de su cabeza consideraba una estupidez haber decidido regresar a Los Ángeles para ejercer, abrir su consultorio era su mas grande sueño y sus planes eran establecerse en Buenos Aires, su hogar durante 13 años.
Sin embargo al morir su madre, había demasiados recuerdos, demasiado vacío en su pecho, y su padre estaba a miles de kilómetros de Argentina, siempre en el lugar que le correspondía, la única forma que Henry Howard saliera de EUA seria una junta de negocios, estar cerca de el, de nuevo en L.A. tal vez podría ayudarla a encontrar el sentido a su vida.
Consiguió un taxi en el aeropuerto y murmuró la dirección de su nuevo departamento, no era en el mejor sitio de la ciudad, pero era espacioso y lo más importante era suyo.
A pesar de haberle comentado a Henry su decisión de regresar, el no conocía que esos momentos su hija empezaba una nueva etapa de regreso en la ciudad de la que tenia sus mas amargos recuerdos.
La agente inmobiliaria la esperaba en el departamento, una mujer rubia de edad madura y una sonrisa demasiado falsa, a Terrence no le pasó desapercibida la mirada evaluadora, su físico casi siempre había destacado entre las personas como la mujer que le mostraba su nuevo hogar.
Ella era una mezcla, como solían decirle en el instituto de niña; antes de que viajara a Sudamérica, una escuela para las hijas de hombres lo suficientemente ricos como para pagarlo.
Todas las “señoritas rubias” de no mas de trece años la miraban con recelo, su piel de un bronceado natural y su cabello negro sobresalían, gracias a su mamá.
Ellas se habían parecido siempre, sólo los ojos verdes de su padre la salvaban de poner en duda la herencia Howard.
Despidió a la agente lo más rápido que pudo y se sentó entre un montón de cajas con muy poca emoción para comenzar.
Aun recordaba el día que partió de la ciudad, ella sabia que nada seria como antes, desde el momento que su mamá le había explicado que ella y Henry no seguirían mas juntos, pero a su corta edad no era capaz de asimilar lo que aquello significaba, de un día para otro estaba lejos, muy lejos de todo lo que conocía, la familia de su madre en Buenos Aires querían hacerla sentir en casa, pero ella estaba asustada, se dio cuenta que ya no vería a su papá, ni siquiera las pocas veces que lo hacia antes, se dio cuenta que jamás vería a sus amigos, lloró haciendo sufrir a su mamá cada noche por mucho tiempo, hasta que poco a poco todo fue mas simple, no había niñas rubias que se burlaran de ella, no había fiestas aburridas, ni discusiones.
Mamá sonreía más y eso era suficiente.
Abrió una caja sin mucho ánimo y comenzó a sacar sus libros mientras sonreía ante el retrato de ella y Cecilia; su madre, la última fotografía juntas
Tragó el nudo en la garganta y recordó a su mejor amiga desde siempre.
-Todo tiene una razón-, murmuró recordando una de las frases favoritas de la mujer en la fotografía, convenciéndose de que regresar tendrían su lado bueno, debería de tenerlo.

Cuando la mayor parte de su ropa estuvo acomodada al igual que sus libros y sus objetos personales, Terrence estaba convencida de que era suficiente, se duchó y se puso unos jeans y una blusa blanca de mangas cortas y salió obedeciendo las exigencias de su estomago.
Caminó sintiendo el fresco aire del atardecer; agradeciendo  el área de establecimientos a unas cuadras de su departamento, los puestos de comida estaban dispersos entre las bancas del pequeño parque.
Compró dos hot-dog sintiéndose feliz por primera vez en el día y se sentó en una de las bancas tratando de disfrutar los pequeños segundos en que sus problemas no eran tan graves, en que volver no era tan malo como parecía.
Lamió con gozo la mezcla de condimentos mientras cerraba los ojos.
Era tonto y lo sabia, pero no pudo evitar comerlos como si fuera uno de los más grandes placeres de la vida.
Todo estaba a pedir de boca hasta que un balón de futbol americano tiró de sus manos los últimos restos de su cena y llenó de forma poco agradable su blusa impecablemente clara.
-Maldito balón-, murmuró mientras se limpiaba con la servilleta haciendo una mueca ante la mancha, se echó el cabello hacia atrás y giró su rostro esperando poder meterle su accesorio deportivo al dueño en donde mejor se acomodara.
Pero no pudo mover la lengua cuando el propietario llegó
Jamás en su vida le había pasado aquello de ver a alguien lo suficientemente atractivo como para quedarse sin palabras o como para sentir todo su cuerpo temblar ligeramente, no le había pasado hasta ahora.
El responsable de la desagradable mancha de mostaza, era alto y delgado, con un cuerpo mas bien atlético sin llegar a ser musculoso, su cabello del color del trigo estaba ondulado; ni muy corto, ni muy largo, en una palabra: perfecto, con las puntas en ondas que pedían a gritos ser tocadas, la miró un instante apenado antes de que sus ojos se entrecerraran y abriera y cerrara los labios delgados y apetitosos una y otra vez.
El negó con la cabeza y se rascó la nuca antes de avanzar otro paso, Terrence estaba tratando de no parecer ella misma una chiquilla atontada y tomó el balón mas fuerte entre sus manos, preparando un comentario mordaz, justo antes que el se mordiera los labios y llegara hasta ella.
-¿Terri?-, murmuró, sus cejas finamente arqueadas en una pregunta
Ella lo miró sorprendida, hacia demasiados años que nadie la llamaba así, pues era un nombre que solo dos chiquillos revoltosos le había sobrepuesto al afirmar vehementemente que Terrence era un nombre masculino.
-¿Eres tu?-, siguió el, dando paso a una sonrisa juguetona, casi solo una leve inclinación de sus labios delgados.
-Lo siento, yo no…-, comenzó ella antes de apretar el balón mas contra su pecho sintiéndose estupida, solo había dos posibles nombres para el hombre frente a ella y ninguno le parecía correcto.
-Eso suele ocurrir cuando te alejas de la gente por tanto tiempo Terri, te lo dije cuando te fuiste-, terminó llegando tan cerca de ella que solo tuvo que levantar un poco sus ojos para sostener su mirada calida, sus palabras y el color miel de sus ojos fue suficiente para ella, jadeó sorprendida y sin pensarlo se inclinó pasando sus brazos por su cuello, riendo contra su piel.
-¡Esteban!-, gritó casi sin voz haciendo que el se riera y la abrazara pegándola por completo a su cuerpo.
Terrence recordaba perfectamente al niño flacucho con lentes de armazón grueso diciéndole que al irse de Los Ángeles los olvidaría
Pero jamás lo hizo, simplemente estaban siempre en el fondo de su corazón.

Esteban se separó lentamente contemplando a la hermosa mujer frente a el, podría haberse equivocado pero ella era única, siempre lo había sido, por un momento creyó que solo era un espejismo que su mente hastiada le había jugado, como una mala pasada.
Ella movió su cabeza y su cabello negro rozó los hombros de una forma sexy y libre, luego el bajó la vista hacia la forma de sus perfectos pechos visible gracias a la sencilla blusa y siguió para encontrar la horrible mancha y el balón sostenido en una de las manos.
Hizo una mueca maldiciendo el fallo del pase.
-No logre reconocerte-, admitió ella casi apenada
-No importa, gracias a Dios he cambiado-, admitió el sonriendo ligeramente mientras ella hacia una mueca
-No veo que eso sea algo demasiado bueno, si me preguntas, me gustaban tus lentes-, le replicó muy seria mientras el sentía un pinchazo de deseo puro, ella era hermosa, en la forma de Terri, única, ni en todos sus sueños habría imaginado volverla a ver.
-Aun los llevo, pero hacer pases no ayuda mucho con ellos-, se encogió de hombros mientras ella recordaba el balón en sus manos haciendo una mueca.
-Pues deberías, no se si alcanzas a ver la mostaza en mi blusa-, replicó levantándose un poco la prenda permitiéndole observar un trozo de piel natural y exquisitamente bronceada, su abdomen era plano pero con las curvas necesarias como para hacerlo desear márcalas con los dedos.
¡Que diablos le pasaba!
¿De pronto todo volvía a la normalidad?
Sinceramente Esteban no lo creía, sonrió encogiéndose de hombros.
-¿Qué haces en L.A. Terri?-, preguntó mientras ella le entregaba el balón
-Mi mamá murió hace cuatro meses, regresé para tratar de establecerme aquí, intentar una relación padre-hija con Henry, ya sabes, la perfecta familia feliz-, terminó ella sin mirarlo, Esteban le entendía perfectamente.

Terrence no sabia por que se había sincerado tan fácilmente, prácticamente el podría ser considerado un desconocido, 13 años era tiempo suficiente como para que el niño que ella conocía fuera solo el pasado.
-Lo siento por Cecilia, tu madre siempre fue muy amable-, dijo el con voz seria haciéndola sonreír un poco.
-Aun no creo que seas tu-, admitió ella casi ruborizándose.
-¿Tan mal es el cambio?-, preguntó Esteban con una sonrisa misteriosa
-O tan bien-, susurró ella ahora si, adquiriendo un delicioso rubor en sus mejillas.
El silencio que siguió fue electrizante y un tanto intimidante, Esteban no lograba entender el por que, pero no iba discutir la oportunidad de sentirse normal por una vez en meses.
-Creo que debería irme, estoy hecha un desastre-, gruñó Terri a su blusa mientras el sonreía.
-¿Vives por aquí?-, preguntó, mas interesado de lo que ella imaginaria.
-A unas cuadras-, admitió mientras miraba por encima de su hombro, el giró su cabeza para mirar a sus tres alumnos sonreír de forma poco discreta hacia ella.
-¿Tus amigos?-, preguntó ella, percatándose que eran solo chicos de no mas de 16.
-Alumnos-, corrigió el para mirar su expresión sorprendida.
Se rió a gusto y feliz por haberla encontrado de nuevo.
-¿Por qué no me dejas devolverles el balón y te acompaño a tu casa?-, propuso el mientras Terrence lo miraba, algo era diferente, aun cuando recordaban al Esteban que siempre ponía peros a sus travesuras no podía –ni quería- compararlo con el hombre frente a ella.
Asintió sin decirle nada, lo miró ir hacia los chicos que la habían estado viendo como si fuera un trofeo de carne y seguramente su profesor seria su héroe por irse con la conquista del parque.
-¿Lista?-, preguntó el, sacándola de sus vagas ideas mientras comenzaban a caminar.
-Pareces en estado de shock-, susurró el, segundos después mientras Terrence lo miraba con una mueca.
-Estas diferente-, le recordó.
-Tu también lo estas…tu cabello es mas corto-, sonrió mientras ella rodeaba los ojos.
-Siempre creí que tu papá te preparaba para ser socio en el despacho-, admitió Terrence mordiéndose la lengua ante de indiscreción, que hubieran sido amigos en la infancia, no significa que lo fueran ahora, quizás solo podían considerarse conocidos.
-Su único fallo en el plan fue no habérmelo consultado, prácticamente me dejó de hablar durante todo la carrera cuando elegí Pedagogía-, le explicó Esteban
-¿Te rebelaste?-, preguntó Terrence fallando en ocultar el asombro en sus palabras, Esteban era el niño centrado, el que siempre consideraba el castigo que podría haber ante algún plan descabellado.
-Todos alguna vez tenemos que admitir para que estamos hechos Terri-, susurró el sin mirarla, casi hablando para si mismo.
Habían avanzado otra cuadra antes de que el la miraba sonriendo nuevamente.
-¿Pensabas llamarme?-, su tono fue acusador y ella estuvo de acuerdo, tal vez no lo hubiera llamado.
-Al parecer ya no tengo que preocuparme por eso, ¿verdad?-, lo miró arqueando una ceja mientras se acercaba un poco mas, el miró sus labios antes de negar.
-No, ya no tienes que hacerlo-, admitió para dar paso a otro silencio misterioso, dejándole un cosquilleo de anticipación.
-Conseguiste un buen lugar-, le dijo mirándola la fila de edificios de su vecindario.
-No es como si pudiera hacer una fiesta aburrida, pero me gusta-, sonrió ella recordando una de la tantas “reuniones” en las que se habían visto de niños
-Yo vivió a una media hora de aquí-, comentó mirándola, Terrence no podía sacar de su cabeza el que sus palabras parecían una invitación, una a la que no quería decir que no.
Miró la entrada de su edificio y luego a los ojos miel de unos de sus mejores amigos de la infancia
-Seria perfecto, ¡un reencuentro!, estoy segura que si se lo propones a Cameron la fiesta estará organizada para medianoche-, le bromeó mientras el se tensaba visiblemente, su sonrisa desapareció y tragó fuertemente, cuadrando sus hombros; un temblor frío recorrió la espalda de Terrence.
-No podría proponérselo si no hablo con el-, fue lo único que salió de sus labios antes de desviar la mirada.
Ella quería preguntar, deseaba saber que diablos había pasado, ellos no se podrían haber separado, no alcanzaba a explicarse el por que Esteban se había molestado ante la mención de su otro compañero de travesuras.
-¿Quieres pasar?-, preguntó ella sin saber que mas decir, y sin saber que tanto implicaba aquella pregunta, temerosa de que aquel cambio de actitud se lo llevara lejos.
El la miró, la miró de verdad quemando con sus ojos antes de negar.
-¿Por qué no me das algún teléfono donde localizarte Terri?, no vas a volver a desparecer del mapa, esta vez no voy a dejarte-, inclinándose para que ella pudiera sentir su aliento sobre la piel.
Asintió sin poder articular palabra e intercambiaron teléfonos aun en un entorno de tensión, nerviosismo y excitación.
Sentimientos que nunca habían estado ligados a ellos, con Esteban todo era fácil, siempre lo fue, sin embargo ella sabía que ya nada era igual, el niño flacucho había cambiado por dentro y por fuera.
Terrence aun recordaba sus palabras, su promesa tacita de un próximo encuentro, muchos después de que el se hubiera ido, dejando un estremecimiento en su cuerpo y mil preguntas en su cabeza.

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10 Comentarios

  1. woa se ve suer interesante gracias cel por subor completa haaa me ire aleer el 2

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  2. Me gusta el inicio... Esteban se me hace sexy, jaja. Si como dicen, los mas feos siempre cambian para bien y ps hay que provechar :P

    Saludos y a leer el capitulo 2. Bye.

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  3. uuu que fuerte!!! pura quimica me parece jaja que exitantee!!

    besitos

    Mel♥

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  4. BUENO! TODA LA CARNE AL ASADOR DE ENTRADA, ME GUSTA ESO...
    A VER EL OTRO VÉRTICE...
    (A LEER EL CAP 2)

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  5. Comencé a leerla y no puedo decir más que... He quedado enganchada ¡Siiii!

    (Voy por el cap II)

    xD

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  6. esta muy bueno el capiutlo, pero odio como esta presentado......me resulta muy muy molesto

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  7. woow
    me ha gustado
    saludos

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  8. Anónimo1:14:00

    Aww lindura, me encanto el cap! esta divino, me pica la curiosidad de saber por que ya no se hablan jejeje, y esteban es todo un bombon 1313 me voy a por el 2, (k)!!

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  9. Me ha encantado el capitulo, me has dejado intrigada con el motivo por el cual no se hablan Cameron y él...
    me voi a leer el segundo antes de dormir

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  10. Un buen capítulo, a darle con los que siguen.

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Deja que fluya...