Cap IV
Errores Cap IV
Alex salió de su oficina a regañadientes, pasadas las 7 de la noche, algo que en realidad hizo más por petición de su jefe que por otra cosa.
No deseaba llegar a su departamento, se rió de si mismo al entrar en su SEAT, ahora su vida se reducía a no querer regresar a descansar al que se suponía que seria su hogar.
-No controlaras mi vida, no de nuevo-, murmuró entre dientes apretados mientras avanzaba el camino hacia su nuevo edificio.
Que le importaba que la escuchara hablando con Don desconocido, que le importaba saber que ella siguiera viviendo su vida sin consecuencias, el también había seguido, se concentraría en su trabajo, se olvidaría de su maldita presencia, era solo una “vecina”, una pelusa que podría alejar, fácilmente.
Alex había sido conocido muchas veces por su tenacidad, ahora, el ignorar la presencia de su ex esposa seria una gran prueba de ello.
Al estacionar en su lugar asignado frente al elegante y refinado edifico de paredes blancas, enderezó los hombros, apretando la mandíbula hasta que interiormente dolió, un pequeño precio, al bajar, el ladrido insulsamente amenazante de una bola de pelos blanca llamo su atención.
La Sra. Kinney caminaba un poco apresuradamente debido a los intentos de Chester por llegar hacia el.
-¡Chester, espera, chester, tranquilo, no, no!-, gritó ella antes de que la bola blanca se retorciera en sus pies, Alex lo intentó, intentó alejarse, pero el había visto al perro cuando solo era una maraña diminuta y grandes ojos, se puso en cuclillas y acarició la cabeza enviando al perro al cielo de los cariños.
-Lo siento, casi nunca hace eso-, se disculpó la mujer
La Sra. Kinney había hecho entrega del departamento y le recitado una elocuente lista de las reglas para los inquilinos.
¿Qué hacia Chester con ella?
-Creo que mi vida no corre peligro, Sra. Kinney-, le aseguró Alex
-Llámame Esther-, pidió ella alejando a renuente Chester, fue inútil, Alex se levantó mientras el perro seguía entre sus pies hasta echarse sobre su sombra.
-¿Es suyo?-, preguntó el, si Daniela había cometido la estupidez de regalar al perro, solo confirmaría que seguía siendo una…
-No, no, yo no tengo tanta paciencia, no ha tiempo completo-, comenzó ella negando fervientemente
-De hecho, es de su vecina, Daniela Jons, ¿La ha conocido ya?, la pobre trabaja casi todo el día, pero ama a Chester como pocas veces he visto, solo que sabe que seria completamente inapropiado tenerlo encerrado por horas-, terminó casi sin aire.
Alex miró al perro de nuevo tratando de no gruñir ante la imagen intachable que la Sra. Kinney tenia de Dana
-Si, la otra noche, nos vimos por unos momentos-, murmuró solo para evitar mentir y que Lilia lo desmintiera, fácilmente podía imaginar a las dos mujeres cotilleando
-Es una alegría que Chester parezca enamorado de usted ¿no cree?-, preguntó la mujer, con un brillo en sus ojos misterioso, si respondía, respondía mucho mas que un tema sobre la bola de pelos.
No podría decir que Chester lo amara, solo quizás estaba agradecido de ser el quien pagó para que saliera del aparador en la tienda de mascotas hacia casi 6 años.
Pero eso era un tema que el no tocaría con Esther Kinney
-No creo que sea del gusto de amores de Chester, solo estamos haciendo las pases como buenos vecinos-, dijo Alex sonriendo lo que le ganó un pequeño sonrojo de la mujer, caminaron juntos hasta las puertas del edificio y Alex se despidió, alejándose con un sollozo perruno de parte del bichon maltes.
Finalmente cruzó la puerta de su departamento mientras tiraba las llaves en el recibidor y se sentó en el sofá desanudándose la corbata, descansado solo un momento antes de una ducha, quizás.
El móvil lo sacó de su momento de reposo, evitando cualquier segundo de tranquilidad que aun se mereciera, frunció el ceño al leer el nombre del llamante, debía ser una broma o todo el maldito pasado estaba regresando
-¿Carla?-, murmuró extrañado, ella no habló durante casi medio minuto
-Alex-, contestó al fin, con la voz suave característica de su vieja amiga
-Es un milagro que me llames-, aseguró el mientras dejaba la corbata de lado, su cabeza trataba de encontrar el motivo para la llamada de su ex novia de la Universidad, gracias a Dios había podido rescatar una pequeña amistad, un cariño que seguía ahí, no un amor apasionado, ni siquiera un rencor por parte de ella, solo el hecho de que en esta vida no estaban destinados a estar juntos, en la explicación de Carla.
Alex no creía que fuera el destino, los culpables tenían nombres y apellidos, sin embargo ella había aprendido a perdonar, había aprendido a aceptar que otros decidieran su vida por que eso la hacia feliz.
El había sido feliz también, solo al principio
-Si, bueno, quería saber como estabas-, siguió ella mientras el fruncía el ceño, había contestado a esa pregunta en su ultimo email hace dos semanas, ella vivía ahora en Boston y se mantenían en contacto gracias al Internet.
-No ha cambiado mucho desde hace dos semanas, ya estoy instalado-, le explicó mientras ella esperaba.
-Has tenido algún problema…-, inquirió mientras el reía para si mismo, si, uno grande pero jamás le contaría que Daniela estaba viviendo en su mismo piso.
-No, Carla, ¿que pasa?-, preguntó un poco intrigado
En años ella solo le había llamado dos veces, la primera cuando su esposo había tenido un accidente, la llamada era para buscar tranquilizarse un poco, la otra era para pedirle que fuera padrino de su segunda hija, cosa de la que el desistió, con algo de pena, el no tenia su capacidad misericordiosa
-Yo creo… nada-, dijo en voz tan baja que apenas la oyó por el auricular.
-Carla, por favor-, usó su mejor tono intimidante
-El me engaña-, aseguró con la voz rota, Alex se tensó al instante conociendo muy bien quien era el. “Su perfecto esposo”.
-¿Cómo lo sabes?-, respondió al fin
-No lo se, solo hace semanas que esta raro, llega tarde, parece siempre estar pensado en otra cosa-, contó ella entre pequeños sollozos.
-Cielo, por favor, tal vez solo te estas…haciendo nudos la cabeza-, le tranquilizó aunque para nada contento de salir en defensa de ese imbecil
-Pero siento que me oculta algo-, alegó ella en voz baja
-Entonces pregúntaselo, habla con el, sabes que estaré ahí siempre que me necesites-, terminó Alex mientras ella respiraba fuerte.
-Gracias-, murmuró, el se pasó la otra mano por el cabello estresado.
-No tienes por que, te quiero Carla-, susurró antes de colgar.
Alex deseó con todas sus fuerzas que solo fuera eso, un mal entendido, no por el Sr. Dempsey, solo por ella, no merecía sufrir, eso solo destruiría la vida de Carla, como la de él había sido destruida.
Caminó hasta la ducha con millones de recuerdos dolorosos, cada uno de ellos más dañino que el otro.
-¿Tu nuevo caso es difícil?-, preguntó el abrazándola en el sofá de su acogedor departamento, un reflejo del hombre que la sostenía, era mejor estar aquí que a unos metros de Alex, Daniela sabia que Michel estaba intentando encontrar el motivo de su estado, pero no era de los que se atrevían a preguntar directamente.
-Como todos-, contestó ella mas cortante de lo que deseaba y el merecía
-Amor…-, comenzó Michel pero Daniela se fue de sus brazos y se giró en su lugar para mirarlo a la cara.
-Me encontré hace dos días con mi ex esposo, no sabia que estaba en la ciudad-,…en mi edificio, sin embargo eso no lo dijo, como tampoco le había dicho por que se había divorciado, Michel había respetado el saber solo lo que ella le había contado sobre su pasado, lo único que le importaba, según sus palabras era su presente y su futuro, con el.
-¿Fue malo?-, preguntó su novio con una expresión cautelosa jugando con la inseguridad y un cariño protector en sus ojos.
-No en realidad, solo no lo esperaba, casi había creído de manera idiota que era como otra vida-, murmuró ella bajando la mirada
-Es otra vida, ahora tienes una nueva a mi lado, cada etapa es un nuevo comienzo-, aseguró el atrayéndola de nuevo a sus brazos, tan calido y reconfortante, Daniela se aferró a el con su vida.
Alex pertenecía a una vida que había tratando de olvidar, dejarlo encerrado en su corazón junto a sus fantasmas, ahora, el cerrojo estaba roto, como una maldita tumba abierta.
Reprimió las lágrimas que picabas en sus ojos.
-Yo jamás te dejare, no soy el-, murmuró Michel a su oído, ella la sabia, eran tan diferentes como agua y aceite, sin embargo el hombre que la sostenía jamás entendería que ella no podía culpar a Alex por repudiarla, no podía culparlo por haberle dado la espalda, no podía incluso queriéndolo durante tantos años, aun dolía demasiado
-¿Dónde estabas?-, preguntó Carla cuando ella entró al dormitorio
-Salí a ver una película, un asco, ahórrate el dinero-, explicó Daniela haciendo reír a su compañera de cuarto
-¿Sola?- su amiga alzó las pestañas mientras ignoraba preguntar cual era el nombre del mal trabajo cinematográfico
-Con Matt-, mencionó Daniela casi sin voz, no quería que precisamente Carla sacara malas conclusiones.
El silencio que le siguió a su respuesta fue un tanto incomodo
-Creí que era tu amigo-, susurró Carla al fin, sin mirarla
-¿Ahora ya no lo crees?-, preguntó Daniela entre divertida y molesta, podría jurar que la señorita Vogue estaba celosa, aunque, ¿ donde dejaba eso a su perfecto novio?, Alex no merecía que ella pensara en Matt.
-Creo que el no busca nada en serio, es un playboy, quisiera que tu tuvieras algo como lo que Alex es para mi-, admitió ella con una sonrisa recompuesta mientras era el turno de Daniela de esquivar la mirada y guardar silencio
Quiso reír por lo estupido de la situación, si, ella quería alguien como el perfecto novio de Carla, mas que eso, ella quería al novio de Carla, soñaba cada noche con ser ella la que pasara sus dedos por ese cabello leonido, ser ella de la que hablara con tanto cariño así como Matt Dempsey últimamente había dejado de enriquecer su fama, al enamorarse como un estupido precisamente de la mujer que dormía bajo su mismo techo.
-Yo no necesito un novio Carla, para eso tengo mi vibrador-, Daniela sonrió con malicia y bromeó para ocultar el dolor en su pecho.
Daniela no quería mas recuerdos, los odiaba y todos habían regresado con fuerza gracias a Alex, escondió la cara en el pecho de Michel mientras inhalaba el olor maderoso y calido, buscó sus labios buscando una salida, solo necesitaba que el la llevara al presente, que la rescatara del pasado.
El respondió tan suave como un principiante, todos sus besos empezaban así hasta que el iba tomando el control, mientras delineaba sus labios y los abría lentamente su lengua buscaba saborear con tranquilidad, murmuró su nombre contra sus labios compartiendo aliento y ahora si la besó de verdad, con una pasión llena de ternura, tan extraña como tranquilizante.
Sus manos bajaron a su cintura y subieron de nuevo, delicadamente encontraron sus pechos llenos, los cubrió con sus manos mientras sonreía mirándola.
-Te amo-, le recordó, y le pidió permiso de forma implícita, Daniela sabía que de ser por ella, si así lo querían, no seguiría, era su decisión, siempre lo era, el era un simple esclavo de una diosa, así la mirada, y eso la hacia odiarse
Por primera vez no quiso ser la adorada, así que ella misma se quitó su blusa y desabrochó su sostén mientras el la contemplaba, no le dejó decir una sola palabra, lo besó enredando sus dedos entre los mechones oscuros, el bajó hasta su cuello, inhalando suavemente mientras sus dedos delineaba cada milésima curva de sus pechos
Sus pezones reclamaron egoístas su atención mientras el bajaba deliberadamente lento y los tomaba en su boca, besando y succionando tan suave que ella quiso llorar
¡Bórralo!, gritó su mente.
Solo quería que la tomara, que la marcará, que la hiciera olvidar al hombre que le quito el corazón
Jaló el rostro de Michel hasta que sus ojos negros captaron el deseo de sus orbes verdes, por favor, pidió ella besándolo de nuevo con insistencia mientras el comenzaba a desabrocharle el pantalón y la recostaba en el sofá, no dejó de besarla mientras el se cernía sobre ella haciéndola sentir la dureza de su erección, sus dedos jugaron con sus rizos y los humedecieron de excitación con un lento recorrido antes de abrirla completamente para el.
Ella alzó sus caderas, impaciente, llena de necesidad, no del todo física.
El acarició su clítoris tomándose un tiempo que ella odio, jaló de sus cabellos mucho mas fuerte de lo normal y lo besó tratando de hacerlo olvidar cualquier preliminar,
Michel, el dulce Michel, ella no lo merecía
Entró en ella lentamente con movimientos precisos haciéndola gemir y arquearse mientras la besaba de nuevo al ritmo de sus embestidas.
-Soy tuyo-, jadeó el tan bajo que apenas fue casi un pensamiento pero ella cerró los ojos y escondió la cara en su cuello para que no notara su expresión, el dolor, la terrible desilusión, la amarga diferencia.
Cuando Alex la había llenado por completo, sus palabras habían sido claras, precisas, grabadas a fuego en su mente
Eres mía
Palabras que nadie más había tomado como propias.
Y nadie lo haría.
Michel terminó muchos minutos después susurrando su nombre mientras ella mentía por primera vez jadeando junto a el, por primera vez fingiendo un placer que se había ido dejándola helada por dentro, un pecado mas, una mentira vana en comparación de otras mas.
No deseaba llegar a su departamento, se rió de si mismo al entrar en su SEAT, ahora su vida se reducía a no querer regresar a descansar al que se suponía que seria su hogar.
-No controlaras mi vida, no de nuevo-, murmuró entre dientes apretados mientras avanzaba el camino hacia su nuevo edificio.
Que le importaba que la escuchara hablando con Don desconocido, que le importaba saber que ella siguiera viviendo su vida sin consecuencias, el también había seguido, se concentraría en su trabajo, se olvidaría de su maldita presencia, era solo una “vecina”, una pelusa que podría alejar, fácilmente.
Alex había sido conocido muchas veces por su tenacidad, ahora, el ignorar la presencia de su ex esposa seria una gran prueba de ello.
Al estacionar en su lugar asignado frente al elegante y refinado edifico de paredes blancas, enderezó los hombros, apretando la mandíbula hasta que interiormente dolió, un pequeño precio, al bajar, el ladrido insulsamente amenazante de una bola de pelos blanca llamo su atención.
La Sra. Kinney caminaba un poco apresuradamente debido a los intentos de Chester por llegar hacia el.
-¡Chester, espera, chester, tranquilo, no, no!-, gritó ella antes de que la bola blanca se retorciera en sus pies, Alex lo intentó, intentó alejarse, pero el había visto al perro cuando solo era una maraña diminuta y grandes ojos, se puso en cuclillas y acarició la cabeza enviando al perro al cielo de los cariños.
-Lo siento, casi nunca hace eso-, se disculpó la mujer
La Sra. Kinney había hecho entrega del departamento y le recitado una elocuente lista de las reglas para los inquilinos.
¿Qué hacia Chester con ella?
-Creo que mi vida no corre peligro, Sra. Kinney-, le aseguró Alex
-Llámame Esther-, pidió ella alejando a renuente Chester, fue inútil, Alex se levantó mientras el perro seguía entre sus pies hasta echarse sobre su sombra.
-¿Es suyo?-, preguntó el, si Daniela había cometido la estupidez de regalar al perro, solo confirmaría que seguía siendo una…
-No, no, yo no tengo tanta paciencia, no ha tiempo completo-, comenzó ella negando fervientemente
-De hecho, es de su vecina, Daniela Jons, ¿La ha conocido ya?, la pobre trabaja casi todo el día, pero ama a Chester como pocas veces he visto, solo que sabe que seria completamente inapropiado tenerlo encerrado por horas-, terminó casi sin aire.
Alex miró al perro de nuevo tratando de no gruñir ante la imagen intachable que la Sra. Kinney tenia de Dana
-Si, la otra noche, nos vimos por unos momentos-, murmuró solo para evitar mentir y que Lilia lo desmintiera, fácilmente podía imaginar a las dos mujeres cotilleando
-Es una alegría que Chester parezca enamorado de usted ¿no cree?-, preguntó la mujer, con un brillo en sus ojos misterioso, si respondía, respondía mucho mas que un tema sobre la bola de pelos.
No podría decir que Chester lo amara, solo quizás estaba agradecido de ser el quien pagó para que saliera del aparador en la tienda de mascotas hacia casi 6 años.
Pero eso era un tema que el no tocaría con Esther Kinney
-No creo que sea del gusto de amores de Chester, solo estamos haciendo las pases como buenos vecinos-, dijo Alex sonriendo lo que le ganó un pequeño sonrojo de la mujer, caminaron juntos hasta las puertas del edificio y Alex se despidió, alejándose con un sollozo perruno de parte del bichon maltes.
Finalmente cruzó la puerta de su departamento mientras tiraba las llaves en el recibidor y se sentó en el sofá desanudándose la corbata, descansado solo un momento antes de una ducha, quizás.
El móvil lo sacó de su momento de reposo, evitando cualquier segundo de tranquilidad que aun se mereciera, frunció el ceño al leer el nombre del llamante, debía ser una broma o todo el maldito pasado estaba regresando
-¿Carla?-, murmuró extrañado, ella no habló durante casi medio minuto
-Alex-, contestó al fin, con la voz suave característica de su vieja amiga
-Es un milagro que me llames-, aseguró el mientras dejaba la corbata de lado, su cabeza trataba de encontrar el motivo para la llamada de su ex novia de la Universidad, gracias a Dios había podido rescatar una pequeña amistad, un cariño que seguía ahí, no un amor apasionado, ni siquiera un rencor por parte de ella, solo el hecho de que en esta vida no estaban destinados a estar juntos, en la explicación de Carla.
Alex no creía que fuera el destino, los culpables tenían nombres y apellidos, sin embargo ella había aprendido a perdonar, había aprendido a aceptar que otros decidieran su vida por que eso la hacia feliz.
El había sido feliz también, solo al principio
-Si, bueno, quería saber como estabas-, siguió ella mientras el fruncía el ceño, había contestado a esa pregunta en su ultimo email hace dos semanas, ella vivía ahora en Boston y se mantenían en contacto gracias al Internet.
-No ha cambiado mucho desde hace dos semanas, ya estoy instalado-, le explicó mientras ella esperaba.
-Has tenido algún problema…-, inquirió mientras el reía para si mismo, si, uno grande pero jamás le contaría que Daniela estaba viviendo en su mismo piso.
-No, Carla, ¿que pasa?-, preguntó un poco intrigado
En años ella solo le había llamado dos veces, la primera cuando su esposo había tenido un accidente, la llamada era para buscar tranquilizarse un poco, la otra era para pedirle que fuera padrino de su segunda hija, cosa de la que el desistió, con algo de pena, el no tenia su capacidad misericordiosa
-Yo creo… nada-, dijo en voz tan baja que apenas la oyó por el auricular.
-Carla, por favor-, usó su mejor tono intimidante
-El me engaña-, aseguró con la voz rota, Alex se tensó al instante conociendo muy bien quien era el. “Su perfecto esposo”.
-¿Cómo lo sabes?-, respondió al fin
-No lo se, solo hace semanas que esta raro, llega tarde, parece siempre estar pensado en otra cosa-, contó ella entre pequeños sollozos.
-Cielo, por favor, tal vez solo te estas…haciendo nudos la cabeza-, le tranquilizó aunque para nada contento de salir en defensa de ese imbecil
-Pero siento que me oculta algo-, alegó ella en voz baja
-Entonces pregúntaselo, habla con el, sabes que estaré ahí siempre que me necesites-, terminó Alex mientras ella respiraba fuerte.
-Gracias-, murmuró, el se pasó la otra mano por el cabello estresado.
-No tienes por que, te quiero Carla-, susurró antes de colgar.
Alex deseó con todas sus fuerzas que solo fuera eso, un mal entendido, no por el Sr. Dempsey, solo por ella, no merecía sufrir, eso solo destruiría la vida de Carla, como la de él había sido destruida.
Caminó hasta la ducha con millones de recuerdos dolorosos, cada uno de ellos más dañino que el otro.
***
Daniela no sabia por que parecía que su lengua estaba pegada, hablar con Michel era fácil y ameno, pero ahora a parte de unos cuantos monosílabos había pasado la cena y la película sin una sola conversación decente. -¿Tu nuevo caso es difícil?-, preguntó el abrazándola en el sofá de su acogedor departamento, un reflejo del hombre que la sostenía, era mejor estar aquí que a unos metros de Alex, Daniela sabia que Michel estaba intentando encontrar el motivo de su estado, pero no era de los que se atrevían a preguntar directamente.
-Como todos-, contestó ella mas cortante de lo que deseaba y el merecía
-Amor…-, comenzó Michel pero Daniela se fue de sus brazos y se giró en su lugar para mirarlo a la cara.
-Me encontré hace dos días con mi ex esposo, no sabia que estaba en la ciudad-,…en mi edificio, sin embargo eso no lo dijo, como tampoco le había dicho por que se había divorciado, Michel había respetado el saber solo lo que ella le había contado sobre su pasado, lo único que le importaba, según sus palabras era su presente y su futuro, con el.
-¿Fue malo?-, preguntó su novio con una expresión cautelosa jugando con la inseguridad y un cariño protector en sus ojos.
-No en realidad, solo no lo esperaba, casi había creído de manera idiota que era como otra vida-, murmuró ella bajando la mirada
-Es otra vida, ahora tienes una nueva a mi lado, cada etapa es un nuevo comienzo-, aseguró el atrayéndola de nuevo a sus brazos, tan calido y reconfortante, Daniela se aferró a el con su vida.
Alex pertenecía a una vida que había tratando de olvidar, dejarlo encerrado en su corazón junto a sus fantasmas, ahora, el cerrojo estaba roto, como una maldita tumba abierta.
Reprimió las lágrimas que picabas en sus ojos.
-Yo jamás te dejare, no soy el-, murmuró Michel a su oído, ella la sabia, eran tan diferentes como agua y aceite, sin embargo el hombre que la sostenía jamás entendería que ella no podía culpar a Alex por repudiarla, no podía culparlo por haberle dado la espalda, no podía incluso queriéndolo durante tantos años, aun dolía demasiado
-¿Dónde estabas?-, preguntó Carla cuando ella entró al dormitorio
-Salí a ver una película, un asco, ahórrate el dinero-, explicó Daniela haciendo reír a su compañera de cuarto
-¿Sola?- su amiga alzó las pestañas mientras ignoraba preguntar cual era el nombre del mal trabajo cinematográfico
-Con Matt-, mencionó Daniela casi sin voz, no quería que precisamente Carla sacara malas conclusiones.
El silencio que le siguió a su respuesta fue un tanto incomodo
-Creí que era tu amigo-, susurró Carla al fin, sin mirarla
-¿Ahora ya no lo crees?-, preguntó Daniela entre divertida y molesta, podría jurar que la señorita Vogue estaba celosa, aunque, ¿ donde dejaba eso a su perfecto novio?, Alex no merecía que ella pensara en Matt.
-Creo que el no busca nada en serio, es un playboy, quisiera que tu tuvieras algo como lo que Alex es para mi-, admitió ella con una sonrisa recompuesta mientras era el turno de Daniela de esquivar la mirada y guardar silencio
Quiso reír por lo estupido de la situación, si, ella quería alguien como el perfecto novio de Carla, mas que eso, ella quería al novio de Carla, soñaba cada noche con ser ella la que pasara sus dedos por ese cabello leonido, ser ella de la que hablara con tanto cariño así como Matt Dempsey últimamente había dejado de enriquecer su fama, al enamorarse como un estupido precisamente de la mujer que dormía bajo su mismo techo.
-Yo no necesito un novio Carla, para eso tengo mi vibrador-, Daniela sonrió con malicia y bromeó para ocultar el dolor en su pecho.
Daniela no quería mas recuerdos, los odiaba y todos habían regresado con fuerza gracias a Alex, escondió la cara en el pecho de Michel mientras inhalaba el olor maderoso y calido, buscó sus labios buscando una salida, solo necesitaba que el la llevara al presente, que la rescatara del pasado.
El respondió tan suave como un principiante, todos sus besos empezaban así hasta que el iba tomando el control, mientras delineaba sus labios y los abría lentamente su lengua buscaba saborear con tranquilidad, murmuró su nombre contra sus labios compartiendo aliento y ahora si la besó de verdad, con una pasión llena de ternura, tan extraña como tranquilizante.
Sus manos bajaron a su cintura y subieron de nuevo, delicadamente encontraron sus pechos llenos, los cubrió con sus manos mientras sonreía mirándola.
-Te amo-, le recordó, y le pidió permiso de forma implícita, Daniela sabía que de ser por ella, si así lo querían, no seguiría, era su decisión, siempre lo era, el era un simple esclavo de una diosa, así la mirada, y eso la hacia odiarse
Por primera vez no quiso ser la adorada, así que ella misma se quitó su blusa y desabrochó su sostén mientras el la contemplaba, no le dejó decir una sola palabra, lo besó enredando sus dedos entre los mechones oscuros, el bajó hasta su cuello, inhalando suavemente mientras sus dedos delineaba cada milésima curva de sus pechos
Sus pezones reclamaron egoístas su atención mientras el bajaba deliberadamente lento y los tomaba en su boca, besando y succionando tan suave que ella quiso llorar
¡Bórralo!, gritó su mente.
Solo quería que la tomara, que la marcará, que la hiciera olvidar al hombre que le quito el corazón
Jaló el rostro de Michel hasta que sus ojos negros captaron el deseo de sus orbes verdes, por favor, pidió ella besándolo de nuevo con insistencia mientras el comenzaba a desabrocharle el pantalón y la recostaba en el sofá, no dejó de besarla mientras el se cernía sobre ella haciéndola sentir la dureza de su erección, sus dedos jugaron con sus rizos y los humedecieron de excitación con un lento recorrido antes de abrirla completamente para el.
Ella alzó sus caderas, impaciente, llena de necesidad, no del todo física.
El acarició su clítoris tomándose un tiempo que ella odio, jaló de sus cabellos mucho mas fuerte de lo normal y lo besó tratando de hacerlo olvidar cualquier preliminar,
Michel, el dulce Michel, ella no lo merecía
Entró en ella lentamente con movimientos precisos haciéndola gemir y arquearse mientras la besaba de nuevo al ritmo de sus embestidas.
-Soy tuyo-, jadeó el tan bajo que apenas fue casi un pensamiento pero ella cerró los ojos y escondió la cara en su cuello para que no notara su expresión, el dolor, la terrible desilusión, la amarga diferencia.
Cuando Alex la había llenado por completo, sus palabras habían sido claras, precisas, grabadas a fuego en su mente
Eres mía
Palabras que nadie más había tomado como propias.
Y nadie lo haría.
Michel terminó muchos minutos después susurrando su nombre mientras ella mentía por primera vez jadeando junto a el, por primera vez fingiendo un placer que se había ido dejándola helada por dentro, un pecado mas, una mentira vana en comparación de otras mas.
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5 Comentarios
holaaa que buenaa esta historia!! me gusto muchisimo cuanto dolor tienen encima daniela y alex..demasiadoo pobress...bueno esots cuatro capis estuvieron super atrapantess...y espero ansiosa el rpoximo para saber mas de elloss...y tambien para saber que paso entre ellos ?? que las cosas terminaron tan mal!! bueno besoss!!! adios !!
ResponderEliminarBien comentaio genral Lisss como simpere magnificoooooo... me encanta el tite de esta novela si que si... muestrs como son las cosas de uan forma unica, y pue s tomarlo desde el punto de los dos abogados y que por experiencia puedo decir que somo orgullosos, tozudos , tercos, sacarticos y frios si lo reflejas tan bien jajajaja Liiis enserio cada vez me vuvelvo adicta a tus fic.... miles de abrazos y epsero leer pronto el siguiente capitulo...
ResponderEliminareit que buena historia plis continuala
ResponderEliminarOh Dios.. Pobre Daniela.. como sufre.. ufff me encantaa ella y Alex se merecen un momento de felicidad estan sufriendo demaciado... Gran cap!!
ResponderEliminarHola, cuando seguirán subiendo capitulos? o es que no pondrán mas?
ResponderEliminarDeja que fluya...