One Shot #2 Mobbing

Como ya saben, no se revela el autor hasta el final del concurso (para evitar que se dejen llevar por el nombre del autor). Si tienen dudas, pueden releer las bases del concurso Aquí.

Pido por favor sean mesurados a la hora de comentar. Recuerden que la gran mayoría de los concursantes es primerizo en lo que respecta a "originales". No soy de la idea de "si no tienes nada bueno que decir no lo digas, pero en esta ocasión agradecería un mínimo de comprensión.

Ahora les invito a disfrutar de «Mobbing».

Para aquellos que llevan el miedo

 Como una sombra del pasado

Como espinas en el corazón….

Beep, beep, beep, 7:00 a. m.

No les tengo miedo, no les tengo miedo, no les tengo miedo. Me lo dije una y otra vez, son solo un grupo de adolescentes nada más me repetí, mientras una vocecita me decía; “Solo un grupo nada más y nada menos que de salvajes adolescentes con rabia”. ¡Cielos! Como desearía que esa vocecita mordaz no sufriera de pánico escénico, aunque debería ser pánico “al clan”, siempre hay uno ¿no? Siempre tiene que haber uno, no importa a donde vayas, no importa cuanto corras, no importa cambiarse de escuela, siempre están ahí susurrando a mis espaldas, arrastrando sus venenosas palabras como patas de arañas por mi cuerpo recordándome que nunca seré uno de ellos, recordándome que mi dolor es su placer. 

Un escalofrío me recorrió, como desearía ser como las cebras del animal planet saltando por ahí sin preocupaciones más que haber nacido con el color equivocado, porque seguramente eso harían mis estúpidos genes, me harían nacer negra mientras todas las demás son blancas ¡Entonces estarías en las mismas!, otra vez esa voz, ¡Serias diferente una vez más! ¿Y eso a donde te lleva?, detestaba que tuviera la razón. 

Mire el alféizar y desee con todas mis fuerzas sufrir de amnesia y así poder olvidar aunque solo fuese a corto plazo, así me evitaría los recuerdos que me invaden una y otra vez como una vieja película de los domingos por la noche. Cerré los ojos para intentarlo, pero los recuerdos ya estaban ahí.

  Y allí estaba yo desgravada en mi 1.70 mts, demasiado alta para una niña de 16, ni gorda ni flaca, ni bonita ni fea, ni blanca ni morena, con el cabello negro y con mi pupila izquierda en forma de gota enmarcada en ojos grises para hacerla más llamativa, “dulce lágrima negra” la llama padre yo la llamaba “mi marca”, mi perdición, no importa cuanto insistiese en usar lentes innecesarios, no importa cuanto tratase de cubrirla siempre existiría educación física, siempre podría despertar con alergias y no podría usar las lentillas, siempre estaría atascada, con una perpetua lágrima negra en mi reflejo siguiéndome a todos lados. Porque tenía que ser eso ¿no? Después de todo esa era la única cosa que me hacia diferente, por lo demás era demasiado normal y aburrida, ¡cómo si eso fuera importante, ellos te molestan porque quieren, porque eres su víctima, su nueva víctima!; quería gritarle a esa voz, gritarle que se fuera, que me dejase en paz, pero ¿cómo se saca algo así de tu cabeza? No existía psicólogo que me pudiese componer, yo ya estaba rota y para comprobarlo presione la almohada en mis orejas para evitar escuchar las risas, como si eso las pudiese detener, como si eso me permitiera no recordar, no recordar cuando el primer día había intentado con todas mis fuerzas encajar, cuando logrando por fin darle un buen aspecto a mi cabello, y luego de conseguir entrar en esos pantalones dos tallas menos que tanto había deseado, había decidido no usarlas, había decidido ser yo, empezar de nuevo, porque ¿cuan a menudo te puedes topar con la misma clase de gente? Fui muy ingenua y en mi ingenuidad la felicidad brillaba en mi rostro, los colores eran alucinantes, la suave brisa de calor en otoño era refrescante, y luego vinieron las risas, los insultos, los murmullos, los empujones, las bromas, los gritos, donde entre tantas cosas mis bragas eran mostradas en las carteleras, mis zapatos se perdían de las duchas, mis objetos personales peligraban y yo, yo me moría de miedo de solo pensar en desnudarme y bañarme en ese pequeño cuarto lleno de tiburones.

Beep, beep, beep, 7:15 a.m.

Apoye la barbilla en mis rodillas e inspire con fuerza, los días siguientes no fueron buenos, las semanas fueron eternas y los meses; para mi ese concepto deja de existir, para mi solo existía una equis en el calendario, un día aterrador con las peores noches, era como si mi imaginación magnificara todo el horror y lo acompañara con la penumbra de la oscuridad, una oscuridad que me tragaba, donde siempre corría tratando de escapar de sus perfectas uñas a la francesa, pero cuando lograba sentir el alivio de perderla de vista me topaba con su perfecto cabello lacio y rubio, sus ojos verdes enmarcados en largas pestañas, su venenosa boca de rosa y esos exquisitos conjuntos de diseñador, era aquí donde Bruc “la arpía” siempre en mis sueños me apuntaba con un dedo y luego lanzaba su ponzoña en mi dirección justo a mi centro, y cuando trataba de correr me encontraba atrapada en otra de sus bromas con las zapatillas pegadas al suelo con alguna sustancia oscura. Y el dolor, a pesar de ser el mismo sueño siempre, el dolor se sentía nuevo, cada vez más intenso, y cada vez soy incapaz de levantarme hasta que suene la alarma a las 7:00 a.m. y el ciclo comienza otra vez.

Una calidez en mi pecho me estremeció, trayendo los recuerdos de ese día, el día cuando la primera nota apareció.

Cuando un pequeño recuadro escondido en la pata de mi escritorio decía “El día no será bueno, pero yo velaré por ti”, estaba más preocupada por las verdaderas intensiones de “mi protector” que casi no note la falta de notoriedad del día, nada pasó mas allá del simple sarcasmo, algo que podía tolerar con bastante facilidad, pero al día siguiente el brazo de mi súper héroe se achicó y “la arpía” con las C&C (dos morenas tan tontas como delgadas) trataron de ahogarme en el lavabo, y mientras se turnaban para empujar mi cabeza logre escuchar como decía “Cómo pudo ese idiota, cómo pudo desviarnos de nuestro camino”, en ese momento lo supe, “mi protector” era del “clan” y eso solo me dejaba con un número reducido que incluía los cuatro chicos más guapos del condado, Jon un afro-americano de grandes músculos y sonrisa radiante, Bob un moreno de ojos verdes con un intelecto inversamente proporcional a su físico, Tony un rubio quizás un poco tímido pero culpable del origen de los suspiros de muchas (incluyéndome) y Dylan un chico un poco delgado pero con los piropos mas trillados, repetidos y extrañamente efectivos en la zona. Jamás soñé con que alguno de ellos pudiese hacer algo por mí o por nadie en realidad, así que lo había tomado como una broma de ellos, a Bruc una tonta broma donde solo yo salía perjudicada.

Me gire con fuerza y pensé con intensidad.

Las notas siguieron llegando y aunque ya no era tan eficaz como la primera vez, ahora podía estar preparada, ahora conocía las horas y los lugares, algunas veces solo tenía un rango de tiempo y cuanto más tiempo pasaba más difícil se volvió la situación para “mi protector” hasta tal punto que ahora teníamos un lenguaje clave un “día despejado” significaba problemas a la salida y cuando llegaba el infortunado “sin notoriedad” ese era el mensaje que menos me gustaba porque solo traía un día pesado largo y lleno de problemas, pero en esos días esa vocecita me decía “Es mejor saberlo ¿no lo crees?” así por lo menos no te agarraran de sorpresa, entonces solo lo fingía y lo fingía tan bien que creían que esta asustada y perdida en sus garras, cuando yo solo me dejaba caer a sus pies porque sabía que alguien en algún lugar velaba por mí. 

Beep, beep, beep, 7:30 a.m.

Mire ceñuda el reloj, me abrace con fuerza mientras una delgada sonrisa desdibujaba mi rostro y aún ahora viviendo mi último año en este infierno, nunca podré olvidar ese día, recuerdo como corrí hasta que mis piernas cedieron, como las lleve al máximo y lo único que puede hacer fue esconderme en un armario del conserje y esperar que el olor nauseabundo de este lugar los mantuviera lejos. Así empapada de pies a cabeza por el agua del desagüe de los a/c, me mantuve en posición de vigilia durante las cuatro horas mas largas de mi vida, entumecida por el frío del próximo invierno.

Cuando ya no escuche ruidos, sigilosa como una zarigüeya abrí lentamente la puerta, solo para congelarme de miedo, ahí estaba el pecado vestido de hombre, apoyado contra las casillas con los brazos cruzados pronunciado su ya musculoso cuerpo, ¿me aterraba? Si, pero no lo suficiente como para poder echarle una mirada y sentir ese pequeño jalón en mi estómago.

No pude evitar notar sus gastadas zapatillas deportivas de la suerte, su jean desteñido de diseñador y ese suéter azul marino que hacia saltar sus ojos como zafiros, frías joyas que ahora me miraban fijamente a mí sin pestañear. Tampoco pude evitar un intenso rubor que cubrió mí cara y cuello, no supe diferenciar si era por lo horrorosa que estaba en un jean gastado, suéter negro con lugares blanquecinos y endurecidos, la cara manchada y el cabello pegado a mi cráneo con una sustancia que estaba segura habían sido algo más que solo agua sucia, siempre era algo más de lo que parece ser, eso logro molestarme más, pero no con él, nunca con él, si no conmigo por seguir sintiendo esto tan descabellado, ya había pasado por esto antes durante el verano, él había jugado a ser todo romántico y simpático conmigo, para luego humillarme en la feria.

Ahí había estado yo ilusionada y entusiasta cuando “la arpía” llego y me entrego una caja con un gran lazo rosa diciendo que venia de parte de ambos, recuerdo mirarlo a los ojos y no ver ninguna señal en ellos, ningún secreto para mi así que abrí la caja y una gran y asquerosa rata saltó a mi regazo, con mí nombre afeitado en su panza, esa vez no pude evitar el grito de asco, ni las lágrimas cuando la agarro por la cintura y le planto un beso.

Pero aquí estaba una vez más a su merced, ¡no! Dijo esa voz en mi cabeza ¡hoy no!, apreté los puños con fuerza y no sé si temblé de frío de rabia pero lo que dije no fueron flores:

-¿Viniste a darme algún otro regalo?

Una sombra pasó sobre sus ojos y con su mandíbula apretada dijo:

-No, vine para llevarte a tu casa.

Esto es nuevo, mire a los lados buscando la señal de alguien más, debían estar en algún lado, solo que el pasillo parecía mortalmente solo.

-Estoy solo si eso es lo que te preguntas

OH dios, ¿que está pasando aquí? Si alguna vez te has preguntado que sentiría ser un tornado ese día lo supe, mis emociones giraban desenfrenadas estrellándose unas con otras por superarse y tomar mi atención, pero era imposible, yo embelesada miraba su musculoso cuello, su barbilla pronunciada con la sombra dorada de un día ajetreado, la sonrojada pero perfilada nariz que hacia juego con sus carnosos labios, su suave cabello rubio oscurecido por una ducha rápida, casi podía sentir las ondas entre mis dedos cuando el ruido de pasos me hizo abrir los ojos. 

¡Deja de soñar despierta! Me dije, mientras el se alejaba con ese andar tan masculino y despreocupado, una brisa de tristeza me estremeció y me abrace con fuerza ¿A qué juegas? sabias que todo esto no podía ser real, entonces lo imposible paso, él se volteó y el atisbo de su sonrisa asesina fue dirigida a mi como una flecha, para hacer temblar mi suelo.

-Entonces, ¿te piensas quedar ahí parada como tonta? Vamos no voy a esperar por siempre

Quizás solo tenía que saltar y ya como quería hacer, pero la des-confianza la tenía estacada en mi cuerpo.

-¿Por qué? – Dije, murmure- ¿Por qué eres amable ahora?

No sé que fue lo que vi, pero creí notar tensión en su cuerpo.

-¡No ves que está nevando! Ahora ¿vienes o que?

Y como si esa fuera la cosa más lógica del mundo, como si todos los días me llevara a casa y habláramos de cosas tribales o peor aun como si nunca hubiese sucedido lo de la feria camine con una tonta sonrisa en mi cara, pero en el fondo me sentía como un corderito que va feliz al matadero.

Fue un viaje a casa cálido, a pesar de que nadie habló el silencio no fue incomodo, era perfecto con la calefacción encendida, el olor a cuero y menta, y su silueta para mirar de reojo.

Cuando llegamos a mi casa estaba tan cómoda que ni siquiera recordaba lo que sucedió temprano hasta que el carro se detuvo y supe que no me quería bajar. 

Me gire para agradecerle porque era todo lo que podía hacer, cuando sentí su respiración en mi boca, se había acercado tanto a mí y no lo note por andar contemplando la idea de tener que despedirme y ahora sus ojos azules estaban clavados en los míos y no había mucho que hacer, no había mucho que quisiera hacer más que quedarme donde estaba sin moverme ni un ápice. 

Y cuando sus labios rozaron los míos fue como despertar, no sé por cuanto tiempo nos besamos pero aun hoy el fantasma de su beso me pica en los labios y su sabor a menta me embriaga con solo pensarlo.

Había creído que las cosas cambiarían, y aun así cambiaron al día siguiente, él ya no estaba, se había mudado a quien sabe donde con su familia y con él, el misterio se resolvió y las notas de aviso desaparecieron, dejando en mi escritorio un pequeño pedazo de papel manoseado y arrugado con un número móvil al reverso y un corto No dejes que ellos ganen.

Un latido fuerte y único seguido por un abismo, me retorcí un poco en las sabanas, ¿Y si me dejo ir? pensé, ¿y si me dejo ir en la pendiente oscura de la nubosidad? ¿No seria todo más fácil? ¿No seria todo envidiable-mente más simple? Sin abrir los ojos y sufrir ese encogimiento ante el porvenir o mejor dicho ante los deseos de niños malcriados, porque ahora él no estaría ahí, porque antes cuando creía que él formaba parte de todo esto, a pesar de todo me daba fuerzas, me hacia pensar que algún día quizás algo cambiarían, pero ahora todo cambio, y la oscuridad de un futuro incierto hizo temblar mis manos, las lágrimas obstaculizaron mi vista y se me dificulto ver la pequeña pantalla del móvil, y de algún lugar todo se elevó como una gran ola y me ahogo, dejando a mi dedo congelado en el botón de enviar, con mis ojos cerrados con fuerza, mi cuerpo entumecido con él vació inminente.

Estoy tan cansada pensé me gustaría dejarme ir, irme en un charco de desesperación roja y palidecer ante el sol, ante la luna, o ante algún otro dios. Una llamada entrante me saca de mi ensoñación, el olor a menta me rodea y conteste, conteste porque en el fondo hay una pequeña llama me que mantiene cálida, una llama de ojos azules como el océano y aunque esto nunca va a ser fácil no importa, no importa porque para algunos la vida es así, para algunos, solos nos queda erguirnos y vivir, vivir antes de que el miedo nos consuma…