Ganar: Conseguir lo deseado

Había huido.
Cuando entró en la universidad, Sami se había prometido no volver a dar la espalda a las cosas incluso si la molesta vocecita en su cabeza le repetía una y otra vez que no se hiciera ilusiones.
Cuando llegó a la camioneta de Derek, abrió la puerta y se sentó a esperar en el asiento del copiloto, por un momento se imaginó que en la seguía hasta ahí, pantalón mojado y todo, para poder besarla de nuevo.
Y Sami sabía que aunque improbable era también lo que deseaba que sucediera, le estaban gustando demasiado los besos de Derik, y según como lo veía, podía tenerlos en las no citas, pero y ¿después?
No podía permitirse que aquello pasara, su trato casi terminaba, de hecho esa noche podría ser la última ocasión en que estuvieran juntos, la “prueba” sobre la dichosa noche de seducción bien podría mandársela por correo.
Gimió cerrando lo ojos, abrazándose a sí misma, de pronto la noche se volvía de a poco deprimente.
Respiró hondo y lamió sus labios, volviendo a recordar el beso, no se iba a permitir que nada arruina la noche que Derek había preparado, ella sabía desde el principio en que se metía, de eso se trataba, la madurez y todo eso, afrontar las decisiones.
-Pareces demasiado concentrada-, dijo el sobresaltándola al abrir la puerta del lado del conductor, ella rodeó los ojos mientras el subía, perfectamente vestido con un pants y una camiseta.
Debía suponer que tenía un cambio de ropa si se había atrevido a entrar en el agua.
Salieron rumbo a su edificio en un silencio, no incomodo más bien expectante, era como si su último beso colgara entre ellos, no era igual que el primero, que había parecido casi como un movimiento mas de baile, algo sin pensar, sin malicia y casi sin deseo, pero esta noche había todo eso, Sami sabía que al menos ella todavía quería que hubiera todo eso.

La ultima no cita, se repetía en su cabeza una y otra vez.

Cuando el estacionó la camioneta ella ya había tomado una decisión, Sami había interrumpido su
último beso y por poco se arruina la noche con todos los pensamientos (y sentimientos) que ahora permanecían en el fondo de su mente.
No iba convertir su situación en una drama romanticón, iba a decidir al menos sus últimos minutos con Derik.
Se quito el cinturón de seguridad y se giró para mirarlo, el hizo lo mismo más lentamente, aunque tenía una ceja levantaba en expectación.
Sami bufó bajito
-¡Esta bien!, fue la mejor de nuestras no citas, verte como perrito mojado fue tan divertido-, le dijo mientras el reía pasándose una mano por su aun cabello húmedo.
-Estuve planeándolo todo y tú me llamas perro mojado-, le replicó mientras Sami se acercaba un poco.
-Perrito-, corrigió ella
-Es lo mismo-, murmuró él y Sami sintió como su estomago daba un vuelco mientas el observaba sus labios.
-¿Te gusta los cachorros, Sami?-, siguió Derek
De haber estado poniendo atención quizás hubiera seguido con su juego verbal, podría haberle contestado mil cosas, pero no lo hizo.
De haber estado poniendo atención habría notado que era la primera vez que la llamaba Sami, pero tampoco lo noto.
Simplemente asintió mientras el enmarcaba su rostro entre las manos y la besaba de nuevo.
Sami respondí su beso haciendo lo que llevaba varios minutos deseado, sintió la humedad de su cabello entre los dedos…

Derek se dio cuenta que no había imaginado que le gustara tanto el sabor de la boca de Sami, ella era deliciosa, esa era la palabra.
Lentamente sus manos bajaron torpemente del rostro a su cintura mientras adoraba la sensación de los dedos femeninos en su cabello, muchas veces había odiado a las chicas que se lo jalaban queriendo parecer seductoras o sexualmente mortales, Samantha no hacia eso, simplemente está teniendo el más sensual masaje capilar.
Metió sus manos entre las solapas de su ¿saco?, y encontró su blusa de material ligero, su cuerpo se amoldaba a la tela, sus manos adoraron conocer el contorno, la suavidad con la que se enterraban en su carne, sus lenguas parecieron encontrar un momento de frenesí a pesar de que se estaba quedando sin aire, ella se retiró primero pero solo lo suficiente para inhalar y decir su nombre.
El comenzó a besar su cuello, su piel era suave y olía a vainilla, como un postre delicioso, ella buscó sus labios de nuevo y Derek pensó que aquello se le estaba lleno de las manos, fue consciente de su erección, a pesar de que Sami le gustaba no había sido algo tan sexual hasta ahora y no sabía si lo que estaba haciendo estaba bien o mal, no podía concentrarse lo suficiente para saberlo.
Ella bajó una de sus manos, de su cabello a su cuello, su piel se erizó y dejó de tratar de razonar, una de sus manos se movió buscando la orilla de su blusa, se metió debajo haciendo que sus dedos encontraran tierna, suave y blanda carme, podía hundir su mano en ella, perderse en ella y…
Se dio cuenta que Sami se iba alejando poco a poco.
-Sera mejor que entre-, dijo en voz baja, apenas mirándolo.
Tenía los labios muy rojos y seguramente sus mejillas están  sonrojadas.
El asintió mientras le acariciaba el labio inferior con el pulgar sin poderlo evitar, ella cerró los ojos, respiró hondo y por un segundo su ceño se frunció como si quisiera reprimir algo, después abrió esos ojos expresivos y sonrió.
-Gracias por la mejor no cita de mi vida, Derik-, dijo mientras se giraba y salía de la camioneta, Derek medio la miró entrar en el edificio, pero su mente solo repetía las palabras.

No cita
No real
No Sami

***
La noche siguiente Erik terminaba de cerrar la cafetería cuando Simón llegó a recogerlo, saludó a Sami con un beso en la mejilla y otro en los labios para su novio.
Ambos le ofrecieron acompañarla a su edificio pero eran solo pocas cuadras, además el más reservado de los dos había ido a recoger a Erik por que tenían algún tipo de celebración de pareja, Sami no sería la tercera rueda, además de que necesitaba tiempo para pensar, para estar sola, para recordar los mil motivos por los que no tenía por qué adelantarse a las cosas.
No era tonta, ni mártir.
Si Derek se sentía atraído por ella eso le encantaría, pero no se haría demasiadas ilusiones hasta que todo lo de la absurda apuesta terminara, bien podría ser que después de eso el siguiera su camino.
Aquel pensamiento le dio una punzada de malestar en el pecho, siguió caminando mientras se permitía un nanosegundo imaginarse que el seguiría estando a su alrededor incluso después de que ganaran, que volvería a tocarla y a besarla. La misma sensación fría por su espalda se hizo presente justo como la noche anterior.

¿En verdad quería que ella y Derek pasaran a otra cosa?

¿En verdad estaba siendo insegura sobre si misma por él?

¿En verdad le gustaría “íntimamente”…a él?

-Basta Samantha-, dijo furiosa consigo misma, él la besó ¿no?, seguramente ella le gustaba, de hecho, podía sentirlo, podía saborearlo, no importaba si ella no era la talla de las típicas estudiantes que asistían a la fraternidad donde vivían Derek, Alan y Ben.
Rodeó los ojos y se dio cuenta que en realidad no había avanzado más de dos metros de la cafetería, iba a comenzar el camino hacia su edifico cuando lo miró.
Ben estaba a su costado mirándola con las manos en las bolsas de sus pantalones.
-Hola-, saludó mientras ella solo asentía, sujetó mejor su bolso y comenzó a caminar, odio por primera escuchar las dos campanitas en los cordones del adorno de sus zapatos, hacían ruido al caminar y eso solo hacia la situación mas desesperante.
-Esperaba que pudieras servirme una deliciosa taza de café, pero parece que llegue tarde-, dijo mientras se ajustaba a su paso, Sami en otras circunstancias le hubiera contestado con algo mordaz o sarcástico, pero no dijo nada. Ben le parecía inofensivo a la luz del día, ahora, simplemente la ponía nerviosa, no le inspiraba para nada confianza.
-Sera mañana-, dijo ella y comenzó a apresurar el paso.
-¿Mañana estarás tu?-, preguntó el en voz baja, Sam lo miró de reojo, el era guapo con el cabello rubio, ojos azules y todo eso, pero su actitud de “caerás rendida a mis pies” apestaba, además de que sus ojos no eran cariñosos, parecía que se burlaban de ella.
-Es mi día de descanso-, dijo Sami a regañadientes, solo una cuadra y media más y lograría escapar de esa extraña conversación.
-Pasado mañana entonces
-Adivina, acaban de despedirme-, dijo rindiéndose y haciendo que el solo se riera.
-Mentirosa
-¡Quieres dejar de seguirme!, ni siquiera te conozco-, exclamó ella, lo que sonó ridículo, cierto, ellos no habían hablado mas que en otro ocasión pero Ben era popular, MUY popular, casi todos sabían al menos su nombre.
-Quizás quieras conocerme, Samantha-, fue su respuesta.
-No-, dijo ella cortante
-Me gustan las mujeres con carácter-, dijo él en voz baja, casi acercándose a su oído, Sami sujetó su bolso más fuerte, debería golpearlo como hizo con Derek
-Nunca deseé ser el tipo de mujer que te gustara-, murmuró
-NO lo eres, pero ampliaré mis expectativas, ya sabes, mas…curvas, quizás también quiera involúcrame con una chica que no ha tenido ninguna experiencia sexual y…
No lo pudo evitar, Sami se giró y le dio con su bolso, una, dos veces, después comenzó a caminar más rápido.
Lo escuchó decir algo pero si la maldijo no quería averiguarlo.
-Samantha lo siento, no quería ser tan idiota-, dijo el alcanzándola, quiso tomarla del brazo pero ella se lo impidió, se giró para mirarlo y con un solo vistazo a sus ojos supo que no se arrepentía en lo absoluto, no, Ben estaba jugando con ella.
Se alejó sin decir nada, esta vez no la siguió pero ella pudo oír claramente cuando el preguntó en voz alta.
-¿Has tenido suficiente atención?
Sami cerró la puerta de su pequeño departamento y negó con la cabeza, no iba a dejar ganar a Ben aun cuando ambos sabían que tenia razón, para bien o para mal, el  era la causa de que Alan se hubiera acercado a ella, de que fuera su amigo, Ben era la causa de que Derik …
Negó con la cabeza de nuevo, dejó su bolso y tomó su celular esperando que su hermana no se molestara sí la llamaba y le hablaba sobre cosas intrascendentes.
***
Derek bajó las escaleras de la casa aun pensando si sería conveniente ir a buscar a Sami a la cafetería o mejor esperar hasta la noche e ir a su departamento.
Su departamento.
Solo de pensarlo algo se retorcía en su estomago, solo tres días antes Samantha era solo una chica divertida, bonita e inteligente, ahora, era la única mujer que casi, casi lo había hecho tener un sueño húmedo, lo peor es que no era del tipo de mujer que le gustaban, quizás sus gustos no eran los mejores hasta ahora, solo de imaginar su manos hundiéndose en sus caderas, de imaginar su piel lisa y sus senos, los tenía del tamaño de sus manos, estaba seguro.
-¡Que demonios te pasa!
-No se llama peggy
Los gritos lo alejaron de la fantasía que había surgido a mitad de la escalera, se maldijo, frunció el ceño y bajó hasta la cocina donde varios chicos estaban reunidos, algunos a mitad de su desayuno o eso parecía, todos estaban con la vista fija en Ben y Alan, el ultimo parecía querer matar a su amigo.
-¿Qué pasa Alan, “te gusta”?, cálmate, no herimos sus sentimientos si no nos oye, solo estaba contando mi primer paso hacia la victoria de nuestra apuesta-, dijo Ben con sorna mientras Alan dejaba unos billetes contra la mesa con un golpe seco.
Derek casi no notó el movimiento, estaba demasiado concentrado en controlarse, Ben había visto a Samantha, aquello no le gustó nada, sus manos se había cerrado en puños mucho antes de que se diera cuenta.
-Toma, mi dinero, tómalo como premio de consolación, no ganarás idiota-, espectó Alan antes de salir de la cocina empujando unos cuantos hombros.
Derek lo miró salir por la puerta y por un momento se sintió en el lado incorrecto de la historia, el debería ser el que la defendiera, el debería ser al que Sami eligiera.

¿Lo haría?
¿Quería que lo hiciera?