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No lo serás…
¿Eran palabras de despedida?
¿Debería sentirme feliz?
Por que hacia muchas semanas que no recordaba sentir el pecho burbujeante de felicidad como cuando tomas una coca cola muy fría.
De hecho desde hacia días ya no sentía nada, estaba congelada a la espera de algo que me sacara de mi entumecimiento.
No deseaba sentir otra vez ese dolor agudo o la rabia hacia el, pero quería sentir algo, cualquier cosa que me dijera que estaba avanzando y no que todos me estaban dejando  atrás.
Alguien golpeó mi brazo haciéndome recordar que estaba en medio del pasillo repleto de estudiantes.
Todos se movían a la siguiente clase, avanzando, ¿entonces por que yo no podía hacerlo?
Comencé a caminar sin casi notarlo, con la mente aun en sus palabras.
Una despedida, había sido una despedida, debía serlo si después del torbellino de días de tenerlo apareciéndose casi hasta debajo de la alfombra, de pronto Adam me había dejado en paz.
Cuatro días, casi una semana sin siquiera un intento de conversación, lo había mirado fugazmente a lo lejos, y el aparte de una media sonrisa en respuesta no había intentado nada mas.
De nuevo, ¿debería sentirme feliz por eso?
La lógica gritaba que si, pero me estaba cansando de ser tan racional.
De que servia pensar con la cabeza si no me sentía mejor.
Un grito agudo captó  mi atención a lo lejos, otro chico volvió a golpear mi brazo impaciente de acercase a mirar lo que sea que hubiera pasado, di la vuelta hacia el pasillo de donde había provenido el femenino y aturdidor sonido antes de pararme en seco, la gente se estaba amontonando alrededor de una Daisy completamente llena de pintura amarilla, era como si se hubiera echado un bote en cima, ella se quejaba entre maldiciendo y lamentándose, dando pequeños grititos sobre la calidad de su ropa y sus zapatos, yo estaría mas preocupada por sus libros que estaban en igualdad de condiciones.
Parecía que la típica broma abre casillero había tenido una nueva victima, salvo que había mucho que no miraba que sucediera.
Todos empezaban a murmurar, reírse y hasta alabar al genio que lo había planeado, comencé a reírme sin poder evitarlo, se que debía de contenerme, pero al final casi era justicia divina, además la pintura jamás había matado a alguien, quizás con esperanza hasta la hiciera mas humilde.
Negué con la cabeza alejando los pensamientos vengativos y estaba por girarme y alejarme de ahí cuando Adam se hizo espacio entre los estudiantes amontonados.
Se acercó a Daisy con cara seria y mirada critica, observó al casillero y suspiró, aquello parecía casi un acto teatral.
-Nadie puede escaparse de una inocente broma, verdad Dai-, dijo mientras todos rompían a reír, ella gruñó apretando los dientes y se alejó con otras porristas siguiéndola apresuradas, Adam no hizo caso de las burlas hacia la chica llena de pintura, solo miró alrededor como si buscara algo y al final sus ojos se encontraron con los míos, aquello fue suficiente para saber que el había sido.
Adam alejó sus ojos y después desapareció entre el mar de estudiantes que ya iba tarde a clases, alguien jaloneo de mis hombros obligándome a girarme.
-¿Qué paso?, siempre me pierdo todo-, murmuró Lara mientras yo reía sin saber muy bien por que.
-Nina, ¿que pasó?-, preguntó de nuevo.
-No lo se-, admití totalmente sincera.

Al final mi amiga se terminó enterando por las mas de doce personas que presenciaron la creación artística de cierto bromista, Lara estaba que desfallecía de gusto y no lo ocultaba, tanto que cuando Peter se unió a nosotras en el estacionamiento para llevarnos, mi amiga sonrió y sin mas tomó su cuello con una mano y le dio un ligero pero definido beso en los labios.
-¿Y eso por que?-, le pregunto Peter acomodándose los lentes. No ocultando la enorme sonrisa en su rostro
-Lo de Daisy no será la única cosa buena de mi día, ¿no has oído eso de que cuando pasan cosas buenas has cosas buenas? Y todo eso-, murmuró ella algo nerviosa haciéndome sonreír.
Ojala Zack hubiera podido quedarse un poco mas y ver esto.

Cosas buenas, tal vez.

Al día siguiente toda la escuela comentaba sobre Daisy y el color amarillo entre mezclado en cada broma posible, en cierto modo llegué hasta sentir pena por ella, justo antes de que la mirara ponerle el pie a un chico de primero en el almuerzo.
A veces las personas no maduran nunca.
Justo después de la salir de la cafetería caminé hasta mi casillero, y me detuve en seco con la puertecilla abierta mirando el sobre encima de mis cosas, un sobre que tenía mi nombre escrito en una letra que reconocía demasiado bien.
Lo guardé de inmediato en mi bolso como si corriera el riesgo de desaparecer, perderlo o que alguien mas se apoderara de el.
Mi corazón latía rápidamente y las lombrices se movían inquietas.
Las ultimas clases debía darlas por perdidas, ya que por mas que lo intenté no podía dejar de pensar en lo que mi bolso resguardaba.
Estaba un poquito enojada conmigo misma, no debía de estar tan impaciente y por todo lo que tenía, no debía hacerme ilusiones
Esto no era un cuento de hadas, era real.
Finalmente después de saludar a mamá y subir tropezando las escaleras, llegué a mi habitación sin apenas recordar haberme despedido de Peter y Lara, dejé mi bolso en la cama y saque el sobre cerrando los ojos.

No lo serás…

Respiré hondo rompiendo el sobre y sacando la hoja de papel escrita a mano.
Comencé a leer, mirando su letra y arrugando un poco el papel sin querer.

Hola Nin

Necesito decirte muchas cosas, pero lo creas o no, dudo que fuera posible hacerlo mirándote de frente, lo he intentado, pero simplemente no puedo.
Siempre digo las cosas como no quiero decir, ¿lo ves?
Me costó mucho darme cuenta lo malo que fue engañarte, ¿puedes creerlo? Creía que era lo mejor, en ese momento parecía lo mejor, pues aceptar que tenía miedo era algo que no cabía en mi cabeza.
La verdad es esa Nin, tenía miedo y estaba confundido, muy confundido, una cosa es intuir que tu me querías y otra recibir tu cariño sin saber que hacer con el.
No voy a darte mas excusas por que solo sería dar muchas vueltas a lo mismo y como dijiste las palabras no cambian nada.
Pero hay algo que tienes que tener muy en claro.
Yo te quiero, te he querido desde hace mucho tiempo, pero el querer y el estar conciente de ello son cosas muy distintas.
Pues te puedo decir cuando sucedido cada una de ellas en mí, y no fue al mismo tiempo.
¿Sabes cuando comencé a quererte?
El día que mamá murió, tu estabas ahí, llegaste al hospital y solo te quedaste a pesar de que yo estaba molesto con todos, no se si tu recuerdes lo que me dijiste, pero yo si, dijiste que mamá siempre estaría conmigo mientras yo la recordara, algo muy parecido dijo papá cuando hablamos sobre…su novia.
Ese día comencé a quererte.
Pero me di cuenta hasta mucho tiempo después y solo puedo terminar pidiéndote perdón por ello, no se si sea demasiado tarde, la realidad es que pensar en eso no me llevaría a ningún lado, no sin antes pedirte de nuevo otra oportunidad.
Por favor.

Adam

(El día que me di cuenta que te quería te tomé una fotografía, revisa tus negativos de estas ultimas semanas)

Parpadeé alejando las lágrimas que comenzaba a formarse en mis ojos y guardé de nuevo la carta en el bolso, abrí mi buró levantándome de la cama y tome los dos rollos fotográficos que tenia de ese mes.
Sin siquiera contestar a la pregunta de mamá, grite que volvía a la escuela y salí de mi casa convencida de una sola cosa más.
Quizás no fuera un cuento de hadas, pera la realidad tal vez tampoco estuviera tan mal, si lograbas avanzar.

Cel.