con poca tinta
Una Aventura
Entró a su bar favorito, un bar deportivo, un bar donde los hombres iban a desestresarse después del trabajo, donde veían finales significativas, habían ligado, donde también a veces escapaban de sus problemas, de sus esposas y encontraban, en ocasiones, una distracción, el suave olor de una mujer dispuesta y el olvido al día siguiente.
Jamás había pensado en tal posibilidad, había creído casi como un iluso inocente que la idea jamás se le pasaría por la cabeza, ahora, solo deseaba que el alcohol recorriera su sistema, calentara las venas que parecían témpanos de hielo y demostrarse a si mismo, que el no era el que estaba equivocado, que aun alguien lo podía valorar y apreciar, desear sus caricias, desear…su compañía.
Se sentó en la barra y saludó a Jim, el cantinero, un hombre corpulento de mirada aniñada, toda una contradicción.
-Dan, ¿Aquí en jueves?-, preguntó mirándolo mientras el entregaba una cerveza, el asintió y no dijo mas, la experiencia del puesto de Jim le intuyó que seria mejor no ahondar mas.
Miró al cantinero alejarse y se bebió la cerveza a tragos agigantados, recordando aun el estridente sonido de la voz alta de su mujer y su propia voz.
¿Cómo había pasado?
¡Eran felices!
Antes de que ella comenzara a pasar cada vez mas tiempo en la oficina, cada vez mas tiempo con ese estupido de Henry Palmer.
-No tienes derecho a estar celoso, no te he dado motivos-, le había gritado ella mientras terminaba de cambiarse
-¿No?, pasas mas tiempo en esa oficina que aquí, mas tiempo con el que conmigo-, le había gritado desesperado.
-Estamos en plena apertura de una nueva sucursal, ¿Es tan difícil de entender?-, le replicó mirándolo a través del espejo
-¿Crees que soy estupido, crees que no he visto como te mira?-, los celos le carcomían el alma, era insoportable, ella era suya, se había casado tan enamorado que cualquiera se asqueaba de los cuentos que creaban juntos, pero jamás pensó en lo demás, ella era una contable exitosa, el un arquitecto con su propio despacho, demasiado tiempo dedicados a su trabajo, demasiado tiempo separados, en los tres años de matrimonio, eso era como una bola de nieve cayendo en picada, hasta que avecinaba con aplastarlos.
-Su deseo es problema de Henry no mío-, había replicado con enojo.
-Lo admites-, gritó mirándolo todo rojo, levantándose hasta girarla para que lo mirara a los ojos.
-Admito que se como me mira, y se como responder a eso, admito que no voy a dejar de estar en la oficina y admito que esto es absurdo-, le dijo escapando de su agarre.
-Tanto te interesa tu trabajo, y si te pidiera que eligieras…el o yo-, le dijo ya en la cocina, ella suspiró y levantó sus ojos hacia el.
-Con el te refieres a mi trabajo o a Henry, Dan es absurdo y no, no dejaría mi trabajo-, tomó su portafolios y salió de la casa sin mirar atrás.
Se terminó la botella de cerveza y le señaló a Jim para que le pasara otra, ella prácticamente se había regodeado de saber que otros hombres la miraban, la deseaban, ¿Qué clase de mujer era?
Su esposa siempre había sido sensual, una mujer que podía dejarte babeando, pero antes el había tenido la estupida idea de que todo eso era suyo, que idiota.
¿Cuántas noches trabajando hasta tarde se necesitaban para que Henry la hubiera tocado, para que ella ya no necesitara llegar y hacer el amor con su marido?
Apretó aun mas la nueva botella con el liquido frió dentro, se empinó la bebida y la tragó deseando que pronto el dolor y la rabia menguaran.
-Una cerveza-, se escuchó una voz femenina a su lado, Jim enarqueó una ceja y el miró a la mujer, pero ella ni se inmutó siguió esperando a que el cantinero se moviera.
-Jim-, llamó ella de nuevo y se inclinó, su blusa blanca tenía los tres botones de arriba abiertos dejando entrever un sostén con detalles negros, incitador sin dejar mirar nada más.
Dan recorrió hasta su falda negra que no permitía ver mas que sus pantorrillas, estaba fuera de lugar, las mujeres en el bar iban con escotes cargados y minifaldas permitiéndote ver lo que algún afortunado sin muchos escrúpulos podría disfrutar, sin embargo las sienes comenzaron a palpitarle, su espalda se tenso, todo su cuerpo respondió ante ella.
El cantinero llegó al fin con su cerveza, pero no se la tendió de inmediato.
-¿Estas bien Cam?-, preguntó mientras la mujer rodeaba los ojos.
-Puedo irme a otro lado-, lo dijo como si en verdad lo deseara comenzó a levantase y Jim suspiró dejo la botella y se alejó de nuevo.
-Muy cortes-, murmuró Dan sin pensar, apretó la mandíbula y bebió mas de su cerveza.
-No vine aquí para ser cortes-, dijo ella en tono mordaz aun sin mirarlo.
-¿No me digas, viniste a ver el partido de los Dogs?-, bromeó sarcástico y ella se giró.
-De hecho vine a olvidarme de todo por un rato-, le contestó medio retándolo, el enarcó un ceja y de nuevo recorrió esos finos tres botones con la mirada, ella bebió mas cerveza de la botella, sabía beber.
-¿Olvidar que?-, preguntó sin poder detenerse
-Mis sueños, cuando creía que existía la felicidad eterna, olvidar que las personas son egoístas, olvidar sentirme…-, se calló de pronto y se giró de nuevo hacia la barra terminándose la botella.
Dan tomó de su propia botella mirándola, no era tan sencillo, el alcohol no te hacia olvidar, te marcaba mas puntos que no habías notado, pero los recuerdos, los problemas aun seguían, sin embargo no lo dijo
-¿Viniste aquí para ver el partido de los Dogs?-, preguntó ella mientras el la miraba de nuevo.
-No-, contestó contundente, ella asintió como si entendiera, tal vez lo hacia
-¿Es divertido? venir e irte con alguien que no conoces, solo por que puedes-, dijo sin mirarlo pero apretando la botella con fuerza.
-No lo se, jamás lo he hecho-, le contestó el mientras ella se reía con burla.
-Claro-, musitó.
Jim vino con dos botellas de cerveza, una para cada uno y se fue sin decir nada, Dan le agradeció con la cabeza y el cantinero rodeó los ojos casi bufando
-¿Y tu?, también es tu primera vez-, le dijo el, su tono claro indicando lo contrario
-Tal vez-, ella se encogió de hombros haciendo que se tensara
-¿Se lo merece?-, preguntó Dan quedándose con la mirada fija en el anillo de bodas que ella aun tenia en la mano.
-Si-, le contesto tan claro y tan serio que el se quedo sin palabras.
-¿Se lo merece?-, le preguntó ella viendo a su vez el anillo de el
-Ella comenzó-, explicó mientras la mujer asentía
-Ya lo veo tu solo eres la victima-, se burló.
-Tal vez solo quiero una noche donde me sienta…-, le dijo tomando la cerveza
-¿Hombre?-, preguntó ella irónica
-Necesitas tener sexo para sentirte útil, para que tu vida valga la pena-, siguió con una sonrisa de lado, el bufó y se acercó, demasiado.
-Necesito sexo para saber que aun soy capaz de despertar en ella lo que otro parece haber ganado-, le dijo mientras su aliento a cerveza inundaba sus sentidos, se miraron.
-Necesito sexo para darle a mi marido justo lo que desea, para ser lo que el cree que soy-, le dijo con la voz anegada de lagrimas sin derramar, Dan la miró, sus ojos castaños y su cabello marrón tan parecidos a los suyos, si se presentaran como familia, mas de uno lo creería, era un incitador perverso, uno de tantos que se había imaginado desde que había comenzado a hablar con ella.
-¿Lo amas?-, le preguntó tenso
-Me casé enamorada-, le replicó, evadiendo la pregunta
Dan se rió un sonido amargo que erizó la piel femenina, después pagó sus cervezas y salió, ella miró a Jim y este vino hasta ella.
-¿Qué diablos…?-, le preguntó, ella le pagó sus propias bebidas y salió sin contestar, el se metió a su auto y ella hizo lo propio, comenzando a seguirlo
El motel que el eligió era uno que pocas veces había tomado la atención de observar, estaba casi a las afueras de la ciudad, y aunque evidentemente era un hotel de paso, no estaba descuidado.
El pagó la habitación y estacionaron los autos fuera del numero indicado, no se miraron ni dijeron una sola palabra mientras entraban, ella dio un paso hacia dentro, luego otro, repitió el movimiento hasta dejar su bolso en la cama, la decoración austera era sorprendentemente amenazante, el clic de la puerta al cerrase la puso tensa y secretamente húmeda, lista.
No lo escuchó caminar pero sintió su cuerpo detrás del suyo, sin tocarla.
-No se tu nombre-, el dijo en tono bajo
-No importa-, replicó ella alejándose para ir hasta la puerta del que supuso seria el cuarto de baño, pero el la jaló sin girarla y la atrapó entre la pared y su cuerpo
-Dímelo-, pidió bajo, contra la piel de su cuello, oliendo su cabello
-Camila-, respondió en un hilo de voz, con la piel ardiendo y la garganta cerrada.
-¿Qué te hizo Camila?-, preguntó el mientras sus manos comenzaba a subir la falda, ella no quería hablar, que parte de que lo dos deseaban olvidar el no había entendido, sin embargo el siguió acariciándola lentamente recorriendo sus piernas si llegar a los muslos solo haciéndola desear mas, pero no se lo daría, no hasta que contestara
-Yo lo apoyé, estuve con el siempre, ahora el solo piensa en si mismo, no le importo yo, es mucho mas fácil imaginarme con otro que cansada y harta después de horas de trabajo-, murmuró mientras el quitaba el cabello de su nuca y besaba lentamente.
-¿Sabes lo que provocas en los hombres?-, le preguntó mientras besaba y mordía suavemente el lóbulo de su oreja por fin su falda estaba totalmente vuelta en la cintura, gimió y recargó su frente en la fría pared
-Ahora mismo solo me importa lo que provoque en ti-, le contestó
-Necesito esas palabras-, le murmuró el jadeando al sentir la humedad de sus bragas, ella se estremeció mientras sus dedos la acariciaban sobre la tela.
-¿De tu esposa?-, se esforzó en seguir.
-Si-, murmuró el besando su piel de nuevo, una de sus manos apretó con fuerza su pecho apresándolo y tomándolo cautivo mientras la otra se metía en su ropa interior
-¿Y cuando vas a preocuparte por lo que ella desea oír, lo que ella necesita oír?-, le preguntó mientras Dan la sujetaba de su entrepierna, presionó suavemente quedándose así.
-¿Ya no lo amas?-, preguntó el cambiando la pregunta que le había hecho en el bar
-Desearía a veces no hacerlo, pero solo me case por una razón, por el-, le contestó mientras sus dedos resbalaban a través de ella, su piel se erizó y gimió bajo mientras el besaba su cuello, todo la extensión de su piel
La mano que acariciaba su seno desapareció y el sonido del cinturón y el cierre liberando las barreras que los separaban fue una deliciosa anticipación, el formo círculos pequeños sobre su clítoris mientras bajaba sus bragas dejándola desnuda, le abrió las piernas y ella cerró los ojos ante la sensación de su piel rozar la suya, su erección rozando ya por completo su cuerpo, acarició entre sus piernas, y la inclinó haciendo que su punta se mojara con su excitación, Camila gimió y entrelazo la mano que tenía aun en su botón palpitante con la suya.
-¿Aun no me has dicho tu nombre?-, preguntó ella jadeante, el entre abrió mas sus piernas y se acomodó, acariciando e incitando antes de recorrer su boca y hablar a su oído.
-Daniel-, contestó al tiempo que se adentraba en ella, todo su cuerpo se contrajo, la sensación la hizo lloriquear mientras lo apresaba, el gruñó y tomó las manos de ella alzándolas arriba de su cuerpo mientras entraba y salida con movimientos cada vez mas desacordes y rápidos.
-Daniel-, murmuró ella entre gemidos y el entendió la suplica, salió y la giró para mirarla a los ojos, su reparación era peor que la suya, se acercó y ella lo abrazó como si la vida se le fuese en ello.
La acarició y abrió sus pliegues para volver a hundirse, levantándola del piso, ella arqueó la espalda y su orgasmo llegó con un grito ahogado, el sujeto su rostro y buscó sus labios, labios que se abrieron paso como brazos anhelantes
La besó mientras continuaba el movimiento hasta explotar contra ella, apresándola mientras ella enrollaba sus piernas en su cintura
Se quedaron parados apoyados uno contra el otro, tal vez solo unos segundos, los segundos mas dulces de esa noche, de ese día, de varios meses
El la miró y se inclinó lentamente, para darle un beso dulce, suave roce de labios y caricias tenues.
Ella sonrió al separarse, y acarició la línea de su mandíbula antes de que el se separara solo un poco.
-Tengo que irme-, dijo ella y la miró ponerse de nuevo la ropa y alisarse el cabello.
Asintió mientras se alejaba se acomodó también la ropa y se sentó en la cama
Ella se acercó ya con el bolso en mano y le besó la comisura de los labios mientras el buscaba sus ojos.
-Habla con ella-, le murmuró al oído, el buscó sus ojos y se perdió en ellos hasta que ella desvió la mirada y salió de aquel lugar.
Recorrió la habitación vacía, con el olor a ellos y a limpio entremezclado, se dejó caer en la cama y se tapó el rostro con las manos.
Y aunque totalmente confuso, sonrió por primera vez tranquilo, conciente el paso que debía de dar.
Las fuerzas se rindieron y cerró los ojos recordando su aroma…
Tocó la puerta de la cual tenía llaves, tocó como un signo de tregua y entendimiento, tocó pidiendo una oportunidad, arreglándose la ropa del día anterior.
Su esposa abrió, con la bata marrón camuflaje de su cabello anudada en la cintura, no le dijo nada, y en su rostro no se distinguía algún sentimiento, aunque sus ojos miraron todo de el, los sintió traspasar su alma, abrió la puerta completamente y el esperó.
-¿Dónde pasaste la noche?-, le preguntó ella
-En un motel-, le contestó el mientras ella asentía.
-Valió la pena-, inquirió
-Por completo-, le contestó el y ella sonrió solo un poco, como si la lucha por mantener la mascara de indiferencia se hubiera roto.
Ella esperó, mientras el se acercaba y la apresaba contra el marco de la puerta, el sentir sus cuerpos apretados los hizo felices, como hace años, esa sensación que habían olvidado, esa que habían dejado de lado por vanalidades.
-Perdóname-, le murmuró el y ella sonrió aun mas.
-¿Puedo hablar contigo Camila?-, preguntó y ella asintió acariciando su mandíbula y entrando a la casa.
Los días a veces podían ser grises, a veces se olvidaban las promesas, en esos días, dos amantes se encontraban y recordaban por que tarde o temprano volvían a casa.
Cel
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9 Comentarios
hola Cel!!!! me encanto! escribes muy bien!! al pirncipio no entendia muchoo pero bueno en el final se despejaron todas mis dudasss jaaj!! besoss!!!
ResponderEliminarme gusto mucho aunque sabia de antemano q los amantes eran los esposos...
ResponderEliminarxoxo
aii me encantooOO
ResponderEliminar:-))
ResponderEliminarEcribes genial! adoro tus historias y Daniel realmente me gusto y Camila que buena tecnica...
ResponderEliminarLas mujeres siempre nos las ingeniamos para hacer valer nuestro punto de vista. Y aquí Daniel se dio cuenta de que estaba equivocado, comprobando una ves mas lo dicho :p
ResponderEliminarjajajaj
saludos
Me fascinoooo!!! O.o Genial....!!
ResponderEliminarBRUTAL LA HISTORIA DE AMANTES Y TRAICION MAS ROMANTICA Q HE LEIDO!!!
ResponderEliminarLa vdd no me espere que los amantes fueran los esposos... pero estuvo fantastico
ResponderEliminarA final de cuentas se enteraron de lo que queria uno del otro...
Eres magnifica!
Deja que fluya...