Tradición Actuada Prólogo

Natán se tapó el rostro con las manos, era lo máximo que la dejaría ver cuanto le desesperaba aquel movimiento continuo, no es que ella se estuviera fijando demasiado.
Iba y venia frente a el, empezaba a notar que la gente que recorría el parque los miraba extrañada.
 
-¿Puedes calmarte?-, le pidió en tono bajo, ella se giró en redondo, sus rizos, se movieron amenazantes, una medusa viviente, el cerró los ojos y trató de calmarse.
 
-Como demonios quieres que me calme, jamás debiste haber pensado que aceptaría esto, jamás, jamás, me casare contigo-, le expresó con el hielo destilando por sus ojos color miel.
 
Podría haberse sentido herido, pero bueno esta mas pendiente en enderezarle el tirante de su blusa, ¿siempre tenia que vestir tan desaliñada?
 
-No puedes ser tan egoísta, ¿o si?-, le espetó él.
Sharon se tensó por completo, y lo miró con los puños cerrados.
 
-Tu padre es un manipulador, y tú sólo un títere-, le gritó al “hijo perfección”, con su camisa pulcramente arreglada y esos ojos azules que combinaban con su cabello perfectamente peinado, lo odiaba, odiada que fuera tan…Judío.
 
-Dejemos las cosas en claro Sharon, aprecio a tus padres, hice esto por ellos, un año será un verdadera tortura pero creo que se merecen al menos eso, ¿O es que tu aversión a nuestra cultura es tanta?-, le preguntó él levantándose, era más fácil cuando estaba sentado y ella era más alta.
-¿Un año?-, preguntó casi sin entender.
-¿De verdad crees que soportaría vivir mas tiempo a tu lado?-, preguntó Natán, por primera vez la expresión de Sharon cambió, sí, él. El niñato predecible que ella creía que era la había sorprendido.
 
-Nos casaremos y al año tus padres y los míos sabrán que somos incompatibles, algo que nosotros sabemos de sobra, ¿no crees?-, le espetó.
Sharon apretó los dientes, le arruinaba la vida y después la quería desechar.
 
-Te odio-, le dejó claro, mientras él sonreía, casi como un modelo de un anuncio de revista.
 
-Deberías canalizar mejor tus energías, el odio es un sentimiento muy fuerte para nosotros, tú solo eres una pausa en mi vida-, le dijo mirándola a los ojos, antes de que pudiera pensar si quiera, había tomado el tirante de su blusa y lo había acomodado perfectamente yéndose sin decirle nada más.
 
Ella miró como su futuro marido se alejaba con aire de suficiencia, Sharon juró que ella no seria una pausa en su vida, seria su maldita gehena, un maldito infierno.
 
Cel

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