Tradición Actuada Cap I

El sonido se disparaba por todos los lugares posibles del lugar, llenando los oídos de Natán, no era precisamente el ambiente que mas le agradaba, pero estaba bien, un viernes por la noche, después de toda la mierda de esa semana, después de sus padres, la prometida y el “te odio”, ¿Cuántos años tenia Sharon?, ¿cinco?, parecía que ya la veía sacando al lengua, era una niñita malcriada.
William le codeó señalando sobre la pista de baile como dos rubias bailaban al ritmo de la música estridente, el baile era claramente una invitación, las miradas hacia su mesa y las sonrisas de “fo…”, Natán negó con la cabeza y su amigo bajo los hombros, decaído
-¿No se supone que querías distraerte?-, preguntó William, su ceño fruncido estaba algo mas elevado, le había dicho adiós al polvo seguro de esa noche, pobre Will, tan buen amigo.
-Si, pero no dije que entre las piernas de las hermanitas alemanas-, le replicó.
Ellas aun seguían esperando o quizás buscando una nueva presa, daba igual, Natán no quería saber nada de mujeres, además tenia que acostumbrarse a vivir sin sexo, durante algún tiempo, no le seria infiel a su esposa, no lo seria, eso equivalía a un año de celibato, todo por serle leal a la maldita medusa.
Ellas por fin se alejaron hacia el nudo de cuerpos en el centro de la pista.
-Entonces serás un maridito ejemplar, y ¿ella?-, preguntó su amigo, con el tono de incredulidad en su voz propio de alguien fuera de sus raíces, William se había reído cuando le contó luego volvió a preguntar, se rió otra vez y después lo había sentenciado de loco.
No podía casarse con alguien a quien no soportaba y sobre todo no por un chantaje, le había explicado, cosa que ya sabia, pero no hallaba otra solución.
-Ella respetara los votos, al día 306, puede hacer lo que le plazca-, respondió sin que William dejara de arquear su ceja
Hace dos semanas había sido la fiesta del cumpleaños numero cincuenta de su padre, se realizó una gran fiesta, que entre una comunidad de judíos, significaba un fiesta enorme, despilfarro de todo, gritos, comida, spray en su madre y hermanas, y todas las señoritas “casaderas”, bailes, cánticos, un desastre.
La familia de Sharon había estado ahí, pero eso no le había sorprendido, su padre y Noe, el padre de medusa, eran socios, habían fundado la tienda de autoservicio en donde todos los judíos compraban sus menesteres diarios, después su padre había creado más negocios en solitario.
Cuando ellos llegaron, el ambiente cambió y su espina dorsal había parecido mojada por el hielo, no le había gustado nada, el centro de atención eran el y ricitos, cuando estuvieron frente a frente, pero ni en sus mas locos sueños se imaginaba lo que su padre había maquilado, jamás.
Sus padres y los padres de Sharon los habían arrastrado hasta la segunda planta, empezando a hablar de su futuro, de lo jóvenes que eran y después de media hora de discurso había acabado hablando de su matrimonio.
El la había visto en ese momento como si ella fuera la niña que jugaba con el lodo hace años y ella como el niño a quien le tiraban los libros.
Natán había intentado protestar pero ella había estallado antes, gritando que era el colmo, aquella pesadilla solo dudo unos momentos, ella bajó la mirada, como si se hubiera dado cuenta de la falta de respeto y miró a sus padres.
-No haré esto, no me casare con el-, lo miró despectivamente y salió.
El iba a repetir las líneas, por primera vez estaba de acuerdo con ella.
Su padre se sentó cansinamente y lo miró, después al padre de Noe.
-Esto no es un capricho Natán-, comenzó su padre.
-¿No lo es?-, había replicado el en voz baja
-Yo le pedí a tu  padre un préstamo, para una sucursal de la tienda, en otro vecindario, aquello fue mala idea-, dijo Noe bajando la mirada con el orgullo arrastrado, Natán no quería descubrir lo que aquello significaba.
-Hijo, tu sabes que entre familia, podemos ayudarnos, pero en este caso son solo negocios, no hay mas remedio, Noe me pagara, ambos estamos de acuerdo en que eso es lo correcto-, terminó su padre
El quería jalarse los cabellos, se oían tan anticuados, en momentos como este se recordaba por que había tantas personas como Sharon, tantas personas renegando de sus orígenes.
-Si yo me caso con Sharon técnicamente ya no tendrás que pagar-, inquirió hacia Noe, su voz tenia un ligero reproche, su madre lo reprendió con la mira y el trató de serenarse.
-Natán eres un buen muchacho, Sharon lo sabrá-, intervino la esposa de Noe.
El problema es que el no quería casarse, no ahora, y mucho menos con Sharon, no, aquella mujer parecía no tener mas que jeans y camisetas en su closet y no conocer un cepillo con aquellos rizos locos, y odiaba su desden hacia los judíos, ¡Que alguien le dijera que ella era judía!,
Su cerebro, trabajado para reaccionar ante un jurado y un juez, comenzó a ir a velocidades vertiginosas, se giró para tomar aire antes de condenarse  así mismo.
-Sinceramente no creo que Sharon y yo tengamos nada en común, un matrimonio sin amor no funciona-, comenzó
Su padre negó con la cabeza levantándose.
-El amor es malentendido, se da del trato diario, de los errores de  la otra persona, no de tus necesidades fisiológicas-, terminó haciendo que las dos mujeres en la sala casi jadearan, Natán ignoró aquello
-Tu deuda quedara saldada-, le dijo a Noe
-Pero si en un año, nuestro matrimonio no funciona, podremos separarnos y ustedes lo aceptarán, es de sabios reconocer un error-, terminó, Natán sabía que su padre había barajado aquello en su mente y aceptó maquilando algo para que ese año durara mucho mas, un divorcio no era para sus hijos
Parpadeó mientras se inclinaba una botella de cerveza vacía, William lo miró contrariado.
-Quizás seria mejor juntar el dinero que su padre debe-, le bromeó, Natán sonrió asintiendo, el problema es que no era tan fácil para los suyos.
William sonrió hacia una camarera y señaló las dos botellas, ella se acercó y tomó las vacías sonriendo a Natán.
El se había acostumbrado a las sonrisas, en realidad contrario a lo que medusa creía, no era un judío perfecto, respetaba sus orígenes y creía en Dios, algún día pensaba enamorarse de una buena judía, que no fuera como su madre y sus hermanas preocupadas por el cabello y la televisión, (ojala), y seria feliz con uno o dos niños.
Pero eso estaba en un futuro muy lejano, ahora mismo lo que mas le importaba era avanzar en el despacho de abogados, había entrado en lo ultimo del escalafón laboral al terminar la Universidad y subiría, por Dios que si, William trabajaba con el, era uno de esos típicos chicos éxito, ser afroamericano solo era una tributo extra, dejando atrás épocas de racismo.
La mesera volvió mientras William centraba la conversación en la oficina, ella volvió a sonreírle a Natán, y el le devolvió al sonrisa solo un momento, ella los miró como si intentara entender que hacían juntos y el se rió, ella se fue sin que el aclarara su “disponibilidad”
Se arremangó las mangas del suéter que se pegaba a su torso y miró hacia la pista tensándose por completo, no por que en realidad tuviera los sentimientos esperados al ver a tu prometida meneándose contra otro, si no por que ella por primera vez se había ¿arreglado?
William siguió su mirada, luego su sonrisa picara que tenia muerta a media plantilla femenina en el despacho le preguntó.
-¿Al que te interese?-, inquirió
-No en realidad, medusa baila con su novio-, dijo tomando un poco mas de su cerveza, William miro atónito a la pista, luego a él de nuevo.
-¿Quién es?-, le preguntó quizás buscando unos jeans, una camiseta y un cabello enmarañado, sin embargo Natán le describió a la morena de cabellos marrones y largas piernas en un vestido negro, cada onda de su cabello estaba atada en un moño.
-Joder, esa es tu prometida-, anunció, algo le parecía sumamente divertido.
-Técnicamente-, murmuró Natán, William levantó la botella hacia la pareja en el centro de la pista, aquello seria gracioso si Sharon no hubiera levantado los ojos en ese momento, el la vio, notó el momento en que todo su cuerpo se tenso, su acompañante, un rubio tipo sufista ni cuenta se dio, ella dejo de moverse casi por completo.
-Parece asustada-, sonrió su amigo, mas divertido que al principio
-No la mires fijamente, puede convertirte en piedra-, bromeó.
-Demasiado tarde, ¿Piedra?, definitivamente-, le respondió Will, su mejor amigo, aquel que ni siquiera debería de bromear con que medusa lo había excitado, que demonios, ella se tomaba el tiempo para arreglarse y darle la espalda a todo lo que era, pero siempre tenia una cara de mueca cuando estaba cerca de los suyos, no era que Natán no quisiera escapar a veces, pero atesoraba a su familia.
Se levantó de la mesa mientras William soltaba una carcajada, se dirigió a los lavabos y se mojó la cara, mirando en el espejo sus ojos azules, una pequeña distinción, algo que entre las mujeres les hacia dudar que fuera por completo como todos los judíos narizones que ellas vislumbraban en la mente.
-Tienes dos semanas medusa, luego serás tan célibe como yo-, sonrió al espejo y salió del baño, escuchando de nuevo el volumen de la música un poco mas bajo, caminó dos pasos mas antes de que ella apareciera frente a el.
Sharon trató de parecer totalmente natural cuando le atrapó en el pasillo hacia los sanitarios, no quería dejarle ver cuanto le sorprendía encontrárselo, ella había sospechado que tarde o temprano la iría a buscar de nuevo y le diría lo mismo que en el parque, peor habían pasado los días y lo único que había sabido de el eran las visitas de su madre
“Empezaremos con los preparativos Sharon”, le había dicho ella alegremente.
-¿Me estas siguiendo?-, le preguntó, el abrió los ojos y se rascó la cabeza, luego se acercó un poco a ella.
¿Cuándo se acostumbraría a que fuera mas alto?, ella era alta, no muchos de los judíos lo eran, eso significaba que no estaba del todo a gusto con que un judío le viera desde arriba.
-¿Seguirte?, que no habíamos aclarado lo de que los sentimientos intensos no eran para nosotros-, le dijo con una sonrisa.
-¿Esperas que crea que tu frecuentas lugares como este?-, preguntó ella burlándose.
Natán se  cruzo de brazos.
-T.J. es el barman, esta algo molesto por que quieren cambiarse de lugar, el cree que algunos clientes no lo seguirán, pero bueno yo no cambiaria las bebidas gratis-, aseguró el mientras ella lo miraba contrariado.
¿Seria cierto?
No, el niño perfecto no era un tipo de bares.
-Mi novio me espera-, miró ella su reloj mientras Natán sonreía.
-Si, ya has estado demasiado tiempo en el tocador-, le aseguró ligeramente, ella apretó los dientes.
-No voy a casarme contigo-, insistió.
-No creo que sea el lugar Sharon, pero volveré a repetirlo, yo no quiero casarme contigo, pero vamos a casarnos, me soportaras un año y después puedes seguir con tus adorados surfistas-, le sonrió ligeramente dejándola pasmada, Sharon chilló exasperada y el se acercó un poco.
Ella quería volver a gritarle que no, jamás se casaría, pero no podía, no haría eso a sus padres, por mas que jamás la hubieran entendido y jamás la dejaran ser ella misma con todo y sus diferencias, ella los quería, quizás no se los demostraba a menudo, pero su boda seria la mejor prueba que ella podía dar.
Pero no se lo diría, no se doblegaría.
El se acercó un poco mas, Sharon cerró la boca, y por un momento creyó ver motas luminosas en sus ojos azules.
Tenia bonitos ojos, lastima, quizás podría sacárselos y venderlos.
-Quizás debas decirla a tu “novio”, que vas a casarte, nada mas para que no lo tomes desprevenido-, sugirió antes de seguir hasta donde la música provenía con fuerza.
Una chica que salía del baño la miró a ella y luego  a la sombra de Natán, la mirada era algo interrogante, algo interesada.
Sharon esperó unos segundos más antes de ir y al menos sacarle la lengua.
Cuando regresó a la pista encontró a Ryan en la barra, buscó con la mirada a su dichoso prometido, el estaba con el afroamericano, algo que ella no se esperaba de el, y con la chica de los sanitarios, genial, había ido a buscarlo.
Pues que le den.
Su novio le sonrió, y ella le devolvió al sonrisa, tendría que despedirse de el y era mono, esta estaba empezando enamorarse, de su cabello rubio, de sus salidas por las tardes, de sus aventuras y sus lugares para meterle mano.
No es que Sharon fuera una chica superficial, que no lo era, prueba de ello era que a pesar de casi un mes saliendo, ella no se había acostado con el y no lo haría aun, quizás nunca, dadas las circunstancias, el no lo entendería.
Solo quería alguien que la hiciera sentir única, quería alguien que la mirara y entendiera, que le propusiera algo loco una tarde y al día siguiente se sentara mirándola estudiar, quería alguien que le calentara las venas y alguien que no le dijera que no, quería alguien con quien dejar un fin de semana de asistir a la misa dominical.
Quería muchas cosas y no tendría ninguna.
-¿Pasa algo?-, preguntó Ryan
-Será mejor que nos vayamos, esta haciéndose un poco tarde-, le respondió,
Eva la ayudaba, pero su marido la tenia bien vigilada, su hermana permitía que ella durmiera algunos fines de semana en su casa, con la excusa de que la biblioteca le quedaba mas cerca
Así podía salir por la noche.
Ella era su mejor amiga, pero igualmente no la entendía.
Ryan por poco rodeó los ojos, pagó y la llevó a la casa de su hermana en un crudo silencio, cuando el aparcó, ella le dijo adiós mentalmente.
El sujetó el volante de su deportivo con fuerza y la miró.
-Perdón, es que quisiera pasar más tiempo contigo nena, pero estas estupideces me fastidian-, dijo mirado la casa
Ella lo comprendió
El le ahuecó la mejilla con su mano y la acercó para besarla, lento, y suave primero, antes de que el beso subiera algo mas, mucho mas y es que el siempre olía como a mar y arena, quizás su colonia era de surfista como había dicho Natán
¡Que forma de romper el encanto!
Ella se separó y el frunció el ceño
-Vamos a otro lugar-, le sugirió con una sonrisa sexy
-No puedo-, murmuró ella
El se exasperó mucho más.
-Tienes 23, estas a nada de terminar la Universidad y te comportas como un niña de 15-, le reclamó, ella entrecerró los ojos, no tenia 15 y el se equivocaba si creía que era su primer ligue, simplemente los polvos de una noche no eran para ella, ella quería amor, pero tal vez aquello no era posible y no se acostaría con el solo por que fuera rubio y bastante atractivo, no era tan fácil.
-No tengo tiempo para salir con una tonta-, le dijo con aires de grandeza, lastima, en sus buenos momentos Ryan podía ser un encanto, cuando lo había conocido en la Agencia de Viajes su prima había sido su día.
Ella sonrió mientras el quizás esperara que le rogara, se soltó los rizos, la cabeza le dolía, y dejó que su cabello se acomodará, le encantaba, mucho mas vistoso mejor, la hacía sentir fuerte
Le sonrió a Ryan y abrió la puerta.
-Y yo no tengo tiempo para salir contigo, me caso en dos semanas-, salió del auto con una sonrisa que le duró solo un poco, antes de recordar quien diablos era le novio.

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6 Comentarios

  1. holaaa aqui estoy leyendo otraa historiaaa...me gusto mucho el comienzo de estaa...uhh ninguno de los dos quieree casarsee pero no les queda de otraaa...vamos a ver como siguenn...no me quiero imaginar cuando ambos vivan juntoss...ajjaaj bueno besosss!!!!

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  2. Me encantan todas tus historias, por favor continua actualizando.

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  3. pss.. hay alguien aqui?

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  4. mellanie10:24:00

    hola!! sigo leyendo todas las historias y cada una me envuelve mas que la anterior definitivamente son las mejores....
    y esta historia esta buenisima prometedora definitivamente
    veamos como les va en el matrimonio porq dicen que del odio al amor hay un solo paso jeje pero no entiendo ellos se conocen desde siempre no cierto??
    saludos de mi lindo ecuador!!

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  5. me gustoo muchoo ufff.. se ve ke sera genial... Ojala y pronto actualices de Nuevoo me encantooo!!

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  6. Anónimo16:18:00

    Me encanta, por favor continuen la historia.

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Deja que fluya...