One Shot #6 Vía muerta

Como ya saben, no se revela el autor hasta el final del concurso (para evitar que se dejen llevar por el nombre del autor). Si tienen dudas, pueden releer las bases del concurso Aquí.
Pido por favor sean mesurados a la hora de comentar. Recuerden que la gran mayoría de los concursantes es primerizo en lo que respecta a "originales". No soy de la idea de "si no tienes nada bueno que decir no lo digas, pero en esta ocasión agradecería un mínimo de comprensión.
Ahora les invito a disfrutar de «Vía muerta».


Vía muerta.

Aquello no fue una buena idea.
Me había pasado la última semana aparentando una perfecta calma, que estaba muy lejos de sentir durante el día y dejándome llevar por el miedo y la asfixiante angustia por la noche. Encerrado en mí pequeño apartamento, cubierto del sudor frío propio de quién sabe que su vida no valdría nada si llegase a descubrirse, paseaba de un lado a otro como una fiera enjaulada, a punto de perder la cabeza.
Aquello definitivamente, no fue una buena idea, concluí por enésima vez mientras me llevaba de nuevo las manos al pelo y tiraba de él frustrado.
¡Cómo pude ser tan estúpido!
El monstruo bufó exasperado. “Sí, sí… Gran D, no ha sido lo más inteligente que has hecho en tu vida… Pero estuvo realmente bien mientras duró”
Cerré los ojos con fuerza, si hubiese sabido dónde mirar, lo habría fulminado con una de esas miradas típicas que lanzaban los hijos de puta que iban a pegarme un tiro… Eso si tenía suerte y no decidían jugar conmigo un rato antes de terminar pegándomelo.
Las potentes carcajadas del monstruo resonaron en mi cabeza y solo contribuyeron a que me sintiese aún más miserable de lo que ya me sentía.
“¡Oh, venga! No te castigues tanto… Aquella rubia merecía cada centavo que gastaste en ella. Recuerda sus piernas… y sus labios…”
Cerré los ojos por un momento y saboreé cada recuerdo de aquella hermosa mujer, casi podía olerla todavía… Olía a rosas… y algo dulce y particular que emanaba de su piel, sobretodo en aquel punto tan sensible bajo el lóbulo de su delicada oreja…
Las irónicas risas del monstruo me sacaron de mis deliciosos recuerdos.
“Sí, a todo eso mezclado con el licor ilegal y el humo de los locales clandestinos de juego.”
Era cierto, esa mezcla solo contribuía a hacerla aún más exquisita de lo que ya era, pensé desolado. De nuevo más risas resonaron…
“Reconócelo, esa rubia ha sido lo más caro que has tenido en tu vida.”
Tenía que reconocerlo, gracias a ella tuve la brillante idea de que el gran jefe del contrabando de alcohol de la ciudad, no tendría por qué echar de menos algunos miles de dólares, al fin y al cabo era yo quien llevaba los libros de contabilidad.
Me pasé meses enteros falsificando las anotaciones de los ingresos de manera escrupulosa, sustrayendo pequeñas cantidades de dinero que traía a casa para esconderlas. Era imposible que me descubriesen… Lo tenía todo tan bien planeado… Una doble contabilidad realmente buena, solo se descubriría si alguien comparaba los dos libros, el verdadero y el que fui creando según mis necesidades…
Las mismas entradas, las mismas fechas… Solo cambiaban los números en la misma proporción en que los billetes se deslizaban en mi bolsillo.
Quizás tenga suerte y no me descubran… Pensé aferrándome con desesperación a esa pequeña esperanza.
El monstruo bufó pero no añadió nada más. Tampoco era necesario, yo no tenía suerte y eso era un hecho tan comprobado que ni siquiera merecía la pena mencionarlo.
La rubia voló a la vez que el dinero en los sucios tapetes de los locales clandestinos y eso se sumó a la resaca que dejaba el traicionero whisky de maíz. ¡Maldito brebaje!
Unos golpes en la puerta me alertaron y casi consiguen que el corazón se me saliese del pecho. ¡Joder! Miré la puerta que de repente parecía amenazante e inhalé una gran bocanada de aire, ahí llegaba el mensajero con mi sentencia de muerte. Era inevitable.
Me acerqué con manos sudorosas a la puerta y me apresuré a abrirla una vez que comprobé que era el muchacho aprendiz de albañil que ayudaba en la reforma del despacho. Lo hice pasar sin ninguna ceremonia, tenía prisa porque me dijese lo que sabía que me iba a decir. Y no podía arriesgarme a que alguien lo viese en la puerta de mi casa.
-Pasa rápido. ¿Algo nuevo? – El muchacho se tensó ante mi brusca bienvenida y se quitó la gorra para apretarla entre sus manos nervioso mientras pasaba al salón.
-Sí señor, esta misma tarde, casi estábamos a punto de irnos cuando apareció un libro dentro del muro que estábamos derribando. – Tuve ganas de cerrar los ojos y que la tierra me tragase. “Intuye algo… Disimula”
-¿Un libro? ¡Vaya! Eso sí que es extraño. – Mis palabras sonaron amigables y despreocupadas y el muchacho se relajó un poco.
-Pues sí, mucho, así que avisamos inmediatamente a uno de los hombres del jefe para que lo supiese. – “Bien hecho, se empieza a sentir cómodo y va soltando la lengua, eso nos interesa.”
-¿Y fue alguien?
-Ya lo creo, vino el jefe en persona y se mostró muy interesado por lo que había escrito en ese libro. Pero se lo llevó sin decirnos qué era lo que había allí tan interesante.
-¡Vaya, chico…! Siéntate, ponte cómodo… Seguro que estás sediento. Te serviré una copa de whisky mientras voy a por el dinero que te prometí. – Le serví la copa a ese pobre chico que tenía incluso menos suerte que yo.
-¡Caramba! Muchas gracias señor.
Hice un gran esfuerzo para que mis manos no temblasen mientras le ofrecía un vaso con ese infernal brebaje y giré sobre mis talones para entrar en aquella ratonera sucia y maloliente en la que se había convertido mi dormitorio en los últimos días.
“Es la hora Gran D. Ya sabes lo que tienes que hacer si quieres tener una mínima oportunidad de salvar el pellejo.”
Sin pararme a pensar saqué la maleta de debajo de la cama y metí en ella el peine y la brocha de afeitar junto con el jabón, lo único que me faltaba por guardar.
Solo a mí tenía que pasarme que justo cuando ya había terminado mi pequeña obra de arte de contabilidad creativa y me preparaba para llevarme el libro original y encubrir así mi estafa, tuviesen que entrar en aquel maldito despacho en obras dos de los hombres del jefe más peligrosos. Únicamente tuve tiempo de dejar caer el verdadero libro de contabilidad entre los dos tabiques que formaban el nuevo muro que estaban construyendo y echando un breve vistazo, asegurarme de que no se viese amparado por la oscuridad de su improvisada tumba.
“Tendrías que haberlo quemado.”
¡Lo hubiese quemado de haber podido llevármelo, maldita sea!
Aquella fue la única vez en mi vida que recordaba haber tenido algo parecido a un golpe de suerte.
Al día siguiente, terminaron aquel muro y mi secreto permaneció a salvo durante estos cinco años, hasta que al jefe le dio por ampliar su despacho y abrir una puerta en ese muro… Justo en la misma zona en la que yo había dejado caer el libro de contabilidad.
Sofoqué un gemido, no terminaba de acostumbrarme a que la vida me patease el culo una y otra vez.
“Date prisa, joder.”
Cerré la maleta con una leve presión sobre la tapa, me puse el abrigo y me calé bien el sombrero para no perderlo, saqué la pistola del cajón de la mesilla y la toalla que tenía preparada para cuando este momento llegase, la enrollé sobre el arma de forma apropiada y entré en el comedor con paso firme y decidido, me acerqué por detrás a ese chico que tenía peor suerte que yo y le descerrajé un tiro a bocajarro en la nuca.
“Es una simple cuestión de supervivencia, siempre ha sido así, no te fijes en los detalles y céntrate en lo que tienes que hacer.”
Las palabras del monstruo no me servían de consuelo, la toalla que había amortiguado el sonido del disparo había empezado a arder así que lo aproveché y rocié el cuerpo del pobre chico con el infame whisky de maíz.
Cuando salí de mi casa saltando por la ventana que daba a las escaleras contra incendios, las llamas hacían su trabajo encubriéndome. Con un poco de suerte, pensé no sin cierta ironía, supondrían que yo era el muerto y así quizás, solo quizás pudiese darme tiempo a largarme bien lejos de la ciudad.
“Guarda esa pistola estúpido, vas a llamar la atención más de lo que ya lo haces.”
La metí en el bolsillo interior del abrigo y corrí hacia la estación para subirme al primer tren que viese en marcha.
“¡Corre, joder! ¡Que se te escapa!”
-¿Sube? – Alguien había asomado la cabeza por la puerta del tren en marcha y pude distinguir una gorra en la penumbra. El Revisor.
-¡Sí! – Jadeé casi sin aliento debido a la carrera.
Contra toda lógica me sujetó la maleta mientras que yo saltaba a ese tren en marcha.
¡No podía creerlo! ¿En eso consistía tener suerte? Rompí a reír cuando me vi en la seguridad de ese tren ante la mirada divertida del revisor.
-Casi lo pierdes muchacho…
-Sí, así es. Pero parece que he tenido suerte.
Le pagué mi viaje hacia… Missouri comprobé en el billete. No tenía ni idea de qué había en Missouri, ni de qué podía hacer un hombre como yo allí. Pero me importaba una mierda. Allí podría esconderme el resto de mi vida y empezar de nuevo con el poco dinero que llevaba en la maleta. El que tuve el buen juicio de guardar temiendo que este día llegase.
Me acomodé en el primer compartimento que vi vacío y me dejé atormentar por los remordimientos.
“No le des más vueltas. Has hecho lo que tenías que hacer. De ninguna manera podías dejar vivo al muchacho, sabía demasiado.”
Sí, pero solo era un chico.
“Que te pasaba información por un módico precio y que no dudaría en venderte ante el jefe.”
Pero era la primera persona a la que mataba…
“Alguno tendría que ser el primero.”
Quizás ese fuese el precio a pagar. Quizás con una muerte se terminaba mi maldición con la esquiva suerte. Puede que sólo se tratase de tomar lo que quieres. Como un depredador. Los depredadores no tienen miedo.
“Esa es la línea de pensamiento que debes mantener. Vas aprendiendo, estoy tentado de sentirme orgulloso de ti, Gran D.”
Me quedé mirando por la ventana hacia la total oscuridad que rodeaba la marcha del tren, hasta que en mitad de la noche una urgente necesidad de vaciar la vejiga y de beber me despertaron.
Nos habíamos detenido en una especie de apeadero pequeño y destartalado, pero comprobé satisfecho que había una vieja cafetería abierta.
Eso es, necesito beber y el tren se para en un apeadero con una cafetería abierta las veinticuatro horas.
“Parece que tu suerte ha cambiado, muchacho.” Sí, eso parece y no podía ni creerlo.
No lo dudé, me sentía envalentonado gracias al repentino giro que había dado mi suerte en las últimas horas y decidí aprovecharla. Los depredadores no tienen miedo.
Salté del tren y fui a los lavabos, me di toda la prisa que pude y cuando salí de ellos, comprobé satisfecho que el tren seguía aguardándome. Esbocé una sonrisa arrogante y entré en la cafetería a por un gran vaso de agua. Me sentía mareado a causa de no haber comido ni dormido apenas en los últimos días de mi infierno personal, esperando a que alguien viniese a matarme en cualquier momento.
Una camarera soñolienta y entrada en carnes me lo sirvió con una ceja alzada, así que me sentí picado y pedí una buena taza de café. Se la pagué con una sonrisa y un gesto despectivo de la mano al dejarle el dinero sobre el mostrador, que por cierto, era el último que tenía en los bolsillos, tendría que coger más de la maleta.
No me había llevado aún la taza a los labios cuando un sudor frío me bañó la frente y el suelo se movió peligrosamente.
Cuando volví a abrir los ojos me encontraba en el suelo, bañado en café y con la camarera inclinada sobre mí.
-Menos mal que te despiertas “Bello durmiente”… se te va el tren.
¡Mierda! Me levanté de un salto y volví a marearme, salí a trompicones de la cafetería, cayendo varios taburetes a mi paso. ¡Joder!
Cuando conseguí salir de aquella trampa mortal de taburetes y sillas caídas, corrí detrás del tren. Corrí y grité hasta que me dolió el pecho y me tuve que doblar para apoyar las manos sobre mis rodillas y tratar de meter algo de aire en mis pulmones.
Había perdido el maldito tren que se alejaba en la noche y me dejaba atrás, se llevaba mi maleta, el sombrero, el dinero que había conseguido no apostar, no beber y no gastar en amores mercenarios y la vana ilusión de que mi suerte había cambiado por convertirme en un asesino.
Las potentes carcajadas del monstruo resonaron en mi cabeza mientras que un fuerte aguacero descargaba sobre mí.
El miedo volvió a golpearme con fuerza y apenas podía respirar.
Notaba el agua calándome hasta los huesos, el peso de mi conciencia haciéndome cada vez más pequeño… y el peso del arma a mi costado.
Sólo me quedaban dos cosas: mi miedo y la pistola en el bolsillo de mi abrigo.
“Gallina…”
Ignoré la voz del monstruo, metí la mano en el bolsillo y llevé el cañón del arma a mi sien.
Que me atrapasen vivo me producía más miedo.
Inspiré una última vez, cerré los ojos con fuerza y…

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12 Comentarios

  1. Anónimo17:34:00

    y... que lindo el gift del principio...

    Anne.

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  2. Anónimo17:58:00

    Me gustó el ritmo de narración, se percibe el miedo del protagonista. Es diferente. Original.
    Suerte

    P.O.

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  3. huy es distinto.. Felicidades, mucha suerte :D

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  4. Me gusto...
    Los pensamientos del monstruo fueron lo mas atrayente del relato burlándose constantemente del miedo de su otro yo, un cobarde que tentó su suerte por mucho.
    Pero las ideas eran cortadas de manera muy rápida y me salte varios párrafos que al final no valieron mucho si los leía o no de igual forma se comprende el final, que era la solución mas rápida para alguien que roba a un jefe de procedencia dudosa.

    Suerte
    LaFlacu

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  5. Me gustó.. Supo transmitir el miedo .. Buen relato...

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  6. Me gustó, plantea bien la idea y el relato es entendible. Mucha suerte.

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  7. Anónimo18:13:00

    ¡Genial el Gif del principio!!
    ¡Me gusto! Y mucho. Es diferente. Se siente el miedo y la desesperación del sujeto, de principio a fin. Y no es para menos, después de todo, ser el contable de la mafia no debe ser un trabajo con grandes expectativas de vida. Siempre sabes mucho jajajajajaja
    No, en verdad, genial, me gusto demasiado.

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  8. Anónimo9:21:00

    Me parecio genial como la narración lentamente te lleva a la desesperación, al no saber que va a ocurrir. Estuvo muy bueno el juego con el "yo" interno, el monstruo, que le recalcaba todo el tiempo cosas malas. La verdad me gusto muchisimo.
    E.

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  9. Buena narracion XD al principio como que era muy cortante, falta de redaccion supongo XP pero nada demasiado notorio.

    Buena historia, narracion, el personaje muy definido y me encanto su demonio interno XD

    Suerte!

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  10. Te quedo excelentee lo escribiste super bien!! y cuando estaban los pensamientos del mounstruo quedaba escalofriantee me re encantooo te felicitoo !!!! y mucha suerte en el concurso!!!

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  11. buena historia. suerte !!!

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  12. Vaya que es bueno. Ese mounstro alli, la otra cara de la moneda el yin del yang... Bastante bueno. Suerte

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