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Mí escapada duro más de lo estimado…
Me despedí para “irme a la cama” después de que mamá corroborara que había cenado algo ligero, acomodé la cama de tal manera que pareciera ocupada y esperé unos minutos mas antes de ir hacia el patio trasero y salir la puerta posterior, tuve que rodear una calle antes de poder llegar a la casa de Adam.
Esperaba encontrarlo en el porche, pero el frente de su casa estaba en completa oscuridad.
Me coloqué la mochila firmemente contra mi hombro, pensando interiormente que era algo ilógico haberla traído y me acerqué hasta tocar a la puerta.
El abrió segundos después, me miró casi molesto.
-Pensé que no vendrías-, murmuró haciendo un gesto con la mano para que pasara, me quede estática en el porche.
-¿Y tu papá?-, pregunté en voz baja
-Muy buena pregunta-, se burló y se alejó de la puerta, obligándome a seguirlo dentro.
Cerré la puerta a mis espaldas y respiré hondo, Adam iba subiendo las escaleras de su casa de dos en dos.

Dos minutos, solo necesitaba alguien que lo escuchara, como siempre.
Además ya estaba debidamente comprobado que Adam seria el último hombre al que le interesaría tenerme en su habitación
Me detuve en el marco de la puerta, el se había sentado en la orilla de la cama, enterrando el rostro entre sus manos.
-¿Dónde esta?-, pregunté en voz baja. Ambos sabíamos que hablaba de su padre
-Va a pasar la noche con la bibliotecaria-, gruñó Adam sin mirarme.
Suspire comprendiendo todo. Al menos su actitud de esta noche.
Me acerqué lentamente hasta llegar a su lado, me senté junto a el, dejando una cierta distancia.
-Tu padre ha estado solo mucho tiempo-, murmuré mientras el reía sin humor negando con la cabeza
-No trates de justificarlo, había tratado de convencerme que el podría enamorarse de nuevo, pero que toda la relación con esa mujer se desarrollaría paso a paso, con suerte yo ya no estaría para verlo, pero esto no se trata de amor, se trata que el encontró alguien con quien follar-, terminó entre dientes.
Me quedé callada, sintiendo mis mejillas enrojecer.
Moví mis piernas incomoda en el silencio siguiente, eso pareció llamar su atención, sus ojos recorriendo la piel expuesta por la falda, hizo que se me pusiera la piel chinita y que para mi sorpresa las lombrices regresaran, moviéndose en mi estomago.
-Debería irme-, murmuré
El levantó la vista por fin, sus ojos parecían confusos, enojados…y dolidos.
-Nina, te necesito-, susurró casi sin voz.
-Que novedad-, repliqué levantándome, lo escuché moverse cuando caminé hacia la puerta.
Adam siempre me necesitaba como necesitaría una mascota.
-¿Qué?-, murmuró el deteniéndome y forzándome a girarme y mirarlo.
Estaba demasiado molesta y confusa para callarme.
-Siempre es sobre lo que tu necesitas-, le expliqué en voz muy baja, el me miró por largos segundos en silencio, con sus ojos azules observándome intensamente, jamás me había mirado así.
-¿Qué es lo que tu necesitas Nina?-, murmuró, con su pulgar acariciando mi mejilla.
A ti, quise contestarle, pero solo cerré los ojos un momento negando con la cabeza.
-No importa, quizás ya deberías saberlo ¿no?-, murmuré.
-Quizás si-, aseguró contra mis labios antes de besarme.
Una de sus manos sujetó mi rostro mientras que la otra sostenía mi espalda, acercándome a el, como si temiera que pudiera dejarlo.

Ojala hubiera podido.

Sin embargo me quede y lo besé igual, con todo lo que sentía por el saliendo por cada poro de mi piel, todo parecía mas caliente y luminoso, el murmuró mi nombre entre nuestros labios y me besó de nuevo, su lengua entró en mi boca, acarició mi paladar y tentó a la mía, como si necesitara que también ahí nos tocáramos, su mano en mi espalda bajó mucho mas, hasta encontrar la orilla de mi falda, mientras que la que permanecía en mi rostro bajó marcando a fuego un camino hacia mi pecho.
Me tensé solo un momento, antes de que el moviera su palma, con la presión justa para hacerme temblar, hice un ruido agudo contra su boca y el sonrió bajando, dejando mis labios y encontrando mi cuello.
Parecía que nada mas importaba que seguir sintiendo todas esas sensaciones, y parecía que no podía tener suficiente, acaricié su cabello y sus hombros, deseando poder quitarle la camisa que llevaba, pero no lo hice, solo me concentré en el calor de su piel que traspasaba a tela.
Su beso se volvió más exigente y sus manos más furtivas, las sentía en todos lados, una de ellas bajo mi blusa, acariciando mí estomago, alocando a las lombrices, la otra tocando mi ropa interior.
-Adam-, murmuré entre un gemido y una advertencia, el negó besándome y su manos se alejó solo un poco de mis muslos y decidió que ambas estaban mejor contra mis pechos, aquello se sentía tan extraño, decadente y casi perfecto que no pude encontrar las palabras para decirle que se detuviera, casi sin darme cuenta mi blusa estaba en el piso y solo la delgada tela del sostén separaba su piel de la mía.
-Adam-, advertí de nuevo cuando el se había quedado estático, mirándome, fue demasiado tarde, en un movimiento, el bajó las copas para poder dejar mis pechos libres, me estremecí de miedo, ansiedad y expectación, sus labios murmuraron algo que no pude distinguir y sus manos acariciaron mi piel casi con extremo cuidado, mis piernas se sentían de gelatina, miré como su boca se acercaba a ellos, debías detenerlo pero estaba paralizada.
-Nina-, susurró antes de besar el valle entre mis pechos, cerré los ojos mordiéndome los labios, debí haber perdido la noción del tiempo por un segundo, pues el me sobresaltó cuando me abrazó de nuevo y nos hizo girar hacia la cama.
El contraste entre el suave colchón a mi espalda y su cuerpo sobre el mío era tan diferente a cualquier cosa que hubiera experimentado antes.
Sus manos recorrían mis piernas mientras el me miraba intensamente.
-Tócame Nin, por favor-, murmuró mientras me besaba de nuevo, enredé las manos en su cabello pero a pesar de su sonido de aceptación aquello no parecía ser suficiente, así que bajé a su camisa y sin darme cuenta comencé a desabrochar los botones, iba casi a terminar cuando el se rió ante mi estremecimiento cuando rozó con la punta de sus dedos la tela en mi entrepierna.
-Desde que llegaste yo también he pensado en por que no lo hemos hecho-, susurró con una sonrisa casi infantil, como si estuviera feliz con decirlo, pero aquello solo me recordó todo por lo que yo había decidido terminar con el, dejarlo libre, liberarlo de su carga, quise detenerlo, pero solo logré arquear mi espalda cuando sus dedos acariciaron mi sexo húmedo, apartando la tela, sentía demasiado calor, no podía pensar con claridad, me quito la ropa interior mientras yo formaba puños con los extremos de su camisa.
-Adam-, jadeé mientras el introducía un dedo en mi y luego dos.
Mi cerebro gritaba detente, mi corazón, lloraba sigue.
-Nina dime que si, déjame-, pidió, aunque sin esperar respuesta pues volvió a besarme y separó mis piernas con las suyas, sentí su erección a pesar de no poder verla, su cuerpo caliente rozando el mío.
-Adam, yo…-, murmuré contra sus labios con los ojos vidriosos.
¿Sigue o detente?
Jamás lo hubiera podido decidir, el tampoco me dejó.
Comenzó a entrar en mi, lento, con el rostro tenso y la miraba fija en mis ojos, me tensé mordiéndome los labios y aferrandome a sus hombros.
-Relájate, por favor Nin, déjame amarte-, murmuró mientras las lagrimas salían de mis ojos y mi mente se rendía ante el corazón.
Solo por estos minutos, dejaría que el me amara su manera.
El dolor entre mis piernas llegó casi repentinamente y así se fue, dejando solo una extraña e incomoda sensación, el me besó de nuevo, solo fugazmente y enterró el rostro en mi cuello.
-Tócame Nin-, pidió contra mi piel mientras yo pasaba mis manos por su espalda abrazándolo.
-Bésame-, sollocé mientras el maldecía y unía nuestros labios, saliendo de mi y entrando de nuevo, lentamente, la sensación no era placentera ni dolorosa, mas bien extraña, pero sus labios pronto me impidieron que pusiera atención a sus movimientos, besó mis labios, mi cuello y mis pechos, lamió mis pezones y los chupó, haciéndome arquear la espalda, mientras una de sus manos enmarcaba mi rostro la otra desapareció entre nuestros cuerpos.
-Vamos Nin, déjate llevar hermosa -, susurró mientras su dedos encontraba mí clítoris, pulsante y necesitado, fueron como choques eléctricos, gemí y me retorcí mientras el comenzaba a moverse más rápido, de pronto mis caderas acompasaban los movimientos de el, solo por un segundo todo desapreció, solo quedo su calor y una sensación de dicha en mi pecho, solo un segundo antes de oírlo gruñir mi nombre y separarse, solo para que el no eyaculara dentro de mi.
Sentí como la cama se movía cuando el se acostó a mi lado.
Los parpados me pesaban tanto que solo pude abrazarme a mi misma justo antes de que el me atrajera a su pecho, el calor de su cuerpo y sentir su respiración me hizo cerrar los ojos, a pesar de mis disminuidas ganas de alejarme ya…

Evadir a Adam en la escuela fue mas difícil de lo que había pesando, pues para mi sorpresa el me estaba buscando.
Cuando me desperté la noche casi dos horas después, el miedo a que mis papás se dieran cuenta me hizo salir corriendo colocándome la ropa en su lugar en el camino, sin siquiera despedirme de el.
Después, en la seguridad de la habitación todo lo que quedo fueron sentimientos de desilusión, tristeza y perdida, ni siquiera haber estado con el era un buen recuerdo y no me refería al sexo, que había sido mas bien confuso como tintes de electrizante locura, era la seguridad de que jamás podría recordar esos momentos con cariño, sin la duda, sin el enojo, sin la deslealtad.
Al fin de cuentas, si el había sido capaz de estar conmigo por hacerme feliz, donde dejaba eso los sentimientos por los cuales yo no había podido detenerlo.
Yo había hecho por amor, el por amistad.

Tuve que tomar medidas drásticas los últimos tres días, salía temprano de casa, me quedaba de voluntaria en el periódico por las tardes.
Lo que Peter consideraba una bendición y no hacia preguntas por ello.
Cuando Adam llamaba para preguntar si regresábamos juntos a casa, yo le decía que ya estaba ahí, solo para observarlo irse desde uno de los salones.
Solo una vez fue a buscarme a mi casa, y por suerte mis padres no estaban, así que elegí no salir.
Lara sabía que algo pasaba y cuando llegó a la clase hace solo unos minutos, mi amiga estaba segura de ello.
-Tu novio consiguió mi número, ¡y llamó a mi casa!-, exclamó molesta
-Regularmente así es como funciona, numero igual a llamada-, murmuré
-No te hagas la listilla conmigo Nina, ¿me dirás que esta pasando?-, preguntó mirando hacia la entrada del salón, casi podía jurar que le pedía la cielo que el profesor no entrara aun.
-Es solo que no quiero hablar con el, aun no-, contesté alejando la mirada hacia mis manos.
-¿Pero tienes pensado hablar con el?-, inquirió
-Si-, admití mas para mi que para ella.
-¿Sobre que?-, preguntó.
-Quiero terminar-, admití antes su cara de perplejidad.

Logré escaparme de nuevo de que el me llevara a casa después de la escuela, pero no pude hacer nada con sus llamadas al móvil.
Después de la sexta estaba a punto de volverme loca.
Tomé el celular dispuesta a apagarlo, pero me di cuenta que solo era una excusa para aplazar algo que me dolería demasiado, aunque tenía que hacerlo.
Contesté con las manos temblando un poco.
-¿Hola?-, murmuró con voz ansiosa al otro lado de la línea.
-¿Nina?-, siguió en el mismo tono.
-Voy para tu casa, espérame en el porche por favor-, pedí, el solo entrar otra vez a aquel lugar me llenaba de demasiados sentimientos, la mayoría eran demasiado intensos y atemorizantes, un tanto dolorosos.
Adam iba de un lado para otro al frente de su casa cuando por fin llegué hasta ahí, se detuvo al verme y sin mas caminó hacia mi apresuradamente y se detuvo cuando estuvimos a solo un palmo de distancia, pareció dudar antes de enmarcar mi rostro y darme un beso en los labios, corto pero tan diferente a todos los anteriores besos.
Era casi como si atesorara el simple roce.
-¿Quieres pasar?-, preguntó
-No, solo vengo a hablar contigo un momento-, contesté separándome un poco, Adam me miró y se masajeó la nuca antes de asentir.
-Si es sobre…la…ya sabes, lo siento si te asusté, fue egoísta de mi parte, lo siento, debía hacerlo mas…especial y…mejorará, lo juro.
-No es como si yo me hubiera negado-, susurré, ambos sabíamos que no había tenido mucha elección, por parte de el o de mi corazón. La realidad es que no me arrepentía de perder mi virginidad con el, a fin de cuentas había sido mi mejor amigo por años, era una…adecuada despedida.
-¿Entonces no quieres hablar de eso?-, inquirió
-No, no quiero hablar de eso-, acepté respirando hondo, miré la casa a sus espaldas y luego a el.
-Estoy rompiendo contigo, Adam

Cel.