Lazos de Sangre Cap I


— ¡No eres nadie! —volvió a gritar, y en ese segundo supe que no podría seguir estando aquí. Antes de que alguno de los dos pudiese detenerme, partí rumbo a las escaleras. Odiaba que se gritasen, odiaba verles pelear, pero sobre todo… odiaba verle sufrir, porque sentía como si me lo hicieran a mí misma. Los gritos de papá siempre habían sido así, estridentes, como toda su personalidad, pero con Giovanni se pasaba de la raya, todos en casa lo sabíamos.

Subí las escaleras y caminé lo más rápido que pude hacia mi habitación, mi espacio personal. Miré mi colcha favorita, de azul oscuro con una mariposa bordada, y me acosté sobre ella después de cerrar la puerta. Desistí de poner el seguro, ya que aunque sólo Gio entraría, seguramente vendría pronto.
Alcé los ojos que permanecían mirando el colchón. El portarretratos de madera finamente tallada me mostraba una imagen de mi hermano sonriendo, conmigo a su lado, siendo yo su mano derecha en cualquier travesura. En ese entonces ambos parecíamos felices. Extrañaba esos momentos, y con cada día que pasaba, los recuerdos me hacían admitir la falta que él me hacía.
Odiaba crecer, odiaba tener que ir con mamá a mirar vestidos para la fiesta de mi próximo cumpleaños. No quería cumplir quince años, quería seguir siendo niña y jugar, ver la televisión y no tener que preocuparme de si aún seguía plana, como decía la tía Hilda. Quería regresar en el tiempo, regresar a cuando nos tomamos esa foto, y que Gio no discutiera con papá.
Estiré el brazo y tomé el marco, abrazándolo contra mi pecho. La imagen mostraba a dos gemelos idénticos llenos de barro, sonrientes después de haber dado su merecido al primo Tony y a sus amigos.
Teníamos siete años, jamás lo olvidaría, y no era que quisiera recordar como lloró Tony, sabía que jamás podría olvidar aquel día por la promesa que Gio me hizo.

El viento fresco de la tarde echaba hacia delante los mechones de pelo de mi coleta. Gio me sujetaba de la mano mientras corría hacia Tony y sus amigos. Él era dos años mayor que nosotros.  
 Llegamos junto a ellos, al final de la calle en la que vivíamos, para acompañarlos hacia el parque, donde se encontraban esos árboles gigantes que permitían escalar sólo a los más valientes. Nuestro primo me miró con una mueca.
¿Por qué ha venido ella?  espetó, mirando a mi hermano.
Gio parecía confundido y me miró tratando de encontrar qué andaba mal.
Es Cassie.  se encogió de hombros mirando a Tony.  
Es una niña. contestó él. 
Dijiste que viniéramos.  volvió a insistir Gio. Estuve a punto de echarme a reír, se estaba poniéndose muy rojo, comenzaba a desesperarse y se rascaba detrás de la oreja, como cuando algo le impacientaba.
Dije que tú podías venir, Giovanni. Ella es una niña, que se vaya a jugar con sus muñecas.  ordenó Tony con un grito y me miró con mala cara. Sinceramente, aquello me asustó. Instintivamente me acerqué a mi hermano y él miró a Tony sorprendido.
Yo no juego con muñecas.  le susurré enfadada, escudándome en Gio.
No puedes venir.  me dijo mientras los otros niños se reían. Jamás me había sentido apartada; Gio y Tony siempre habían jugado conmigo, no podía entender por qué ahora no quería que les acompañara. Sentí que mis labios formaban un puchero mientras Giovanni me miraba.
—¡Se lo voy a decir a tu madre, Tony!  grité y ellos se rieron aún más.
Cassie viene. dijo mi hermano agarrándome de nuevo la mano.
¿Por qué no te vas a jugar a las muñecas tú también, Gio?  le contradijo Tony ganándose estruendosas risas por parte de sus amigos. Lo siguiente que supe fue que mi gemelo estaba en el suelo, encima de nuestro primo. Yo hubiese hecho exactamente lo mismo.
Empujé a otro niño que quería separarles y le cogí del pelo. Uno de ellos me tiró de la coleta mientras otro le apartaba.
Es una niña. le dijo el que se creía mi salvador, haciéndome enfadar. Me lancé contra él y le tiré también del pelo. Usé las dos manos, así que no tenía dudas de que le había dolido. Mientras tanto, Gio no dejaba que Tony se levantara.
¡Cassandra!  gritó mamá a lo lejos. Todos se quedaron quietos al instante, incluso Tony, secándose lo que juraría que era sudor.
Miré a Gio mientras él se acomodaba la camiseta. Mi cabello oscuro se movía con el viento, y no me gustaba tener que desenredarlo. Si fuera por mí lo tendría corto, como mi hermano.
Estás castigado, Giovanni murmuró mi madre, mirándole molesta, y yo parpadeé.
¡Era injusto!
No puedes estar peleándote, Cassandra dijo ella mirándome a mí ahora. Gio negó con la cabeza cuando quise decir algo más.
Mamá nos llevo a la casa y le dijo a mi hermano que no saldría en una semana.
Nos quedamos en el patio de casa, llenos de barro por la pelea sobre el césped mojado.
¿Le habéis pegado a Tony?  preguntó el abuelo, y aunque seguía enfadada reí mientras Gio hacia lo mismo, mirándome.
El abuelo no parecía tan molesto.
Cuando seáis mayores tenéis que recordárselo. aseguró en voz baja. Nos enseñó la cámara que sostenía en la mano derecha, un rectángulo alargado que sostuvo contra su cara, mientras nos pedía que nos acercáramos.
Pasé mi mano por la cintura de mi gemelo y él me sostuvo los hombros con su brazo.
Sonreíd, mis pequeños demonios.  pidió, y ambos reímos antes de que mamá entrara moleta y nos mandara a nuestras habitaciones después de obligarnos a tomar un baño de agua fría.
Gio se sentó en la última escalera, no tenía intención de encerrarse sin ver la televisión. Me senté a su lado
Estaba llorando, ¿no?  le dije entre risas. Él asintió.
¿Porqué no le caigo bien ya?  le pregunté. Giovanni sólo se encogió de hombros.
No lo sé. parpadeó mientras yo soltaba el aire pesadamente.
No me gusta que me intenten dejar atrás.  me quejé, y mi hermano sonrió.
Siempre estarás conmigo en todo lo que haga.  me aseguró.
¿Siempre, siempre?  Pregunté, y él asintió.
Haremos todo juntos. me dijo.
— ¿Lo prometes?
Prometido.  dijo mi hermano enseñando el meñique. Uní el mío con el suyo y los enganchamos sonrientes.

Me levanté de la cama y dejé la foto de nuevo en mi escritorio, observando mi cabello a través del espejo del tocador. Finalmente había logrado que mamá me dejara cortarlo hasta los hombros, y ahora no dejaba de quejarse de que no podrían peinarme para la fiesta.
Me senté en el suelo con la espalda recargada contra la orilla de la cama y le esperé, con una sensación parecida a la de no haber comido el día anterior. Sentía el estómago completamente vacío.
Sabía que algo andaba mal. Mi hermano y yo podríamos ser gemelos, pero en instantes como éste, éramos completamente diferentes, y por eso le admiraba. Por ser valiente, por no callar, por alzar la voz cada vez que algo no le parecía correcto.

Giovanni había nacido con el espíritu de un ave libre, mas al vivir aquí, en esta cárcel de oro, se estaba marchitando poco a poco. Podía ver que él no era feliz. ¡Por supuesto que no lo era!
Se iría, siempre lo había sabido, pero hoy, a diferencia de ocasiones anteriores, tenía la certeza de que el día de su partida se encontraba dolorosamente cerca…
Sus pasos fueron especialmente fuertes al entrar a mi habitación. De no haber sido así jamás le hubiera sentido llegar, era como si tuviese pies de algodón. Además, una de las ventajas de mi habitación era que la puerta no emitía ruido alguno al abrirse, y gracias a eso mi hermano y yo habíamos compartido innumerables noches juntos, consolándonos el uno al otro… Sobre todo por las peleas cada vez más frecuentes entre papá y él.
—Hey. —saludó él, y sólo entonces fui capaz de mirarle. Sus ojos, esa mirada aguamarina que conocía de memoria, porque era idéntica a la mía, me parecía hoy desconocida, ajena por completo a mis recuerdos.
—Estaba esperándote. —mascullé— Esta vez has tardado un poco más de lo habitual, pero me negaba a dormirme hasta que llegaras.
—Cassie.
 —Sé que estás cansado de toda esta basura, pero estoy convencida de que si haces un esfuerzo… ¡No es que no te apoye!, sabes que cuentas conmigo para lo que sea. Pero, tal vez, si intentases bajar la guardia un poco, sólo un poco, los problemas entre papá y tú se solucionarían.
—Eso no va a pasar. —resolvió con tono cansado.
—Lo sé, será difícil, pero estamos juntos en esto. —le insistí— Podremos hacerlo, a papá no le quedará más remedio que dejar de forzarte a estudiar y finalmente tendrá que permitir que te dediques a lo que amas.  
Él avanzó hacia la orilla de la cama donde yo estaba sentada y se recostó a mi lado, apoyando su cabeza en la pared. No tardé en depositar la mía sobre su pecho, y mientras oía el familiar latido de su corazón, un fuerte escozor en el mío me advirtió de que las cosas andaban verdaderamente mal.
—Cassie, eso no va a pasar. —murmuró y se detuvo, sólo para obtener un respiro profundo, mientras su brazo derecho envolvía mi hombro y él se inclinaba para darme un tierno beso en mi pelo.
—Eso no va a pasar porque me iré… —se interrumpió un instante, aparentemente para examinar mi rostro antes de continuar— esta noche.
 Mi rostro se alzó tan rápido debido a la sorpresa que le golpeé la mandíbula con mi nuca.
— ¡No puedes estar hablando en serio! — mi voz sonaba rota, perdida en mi propia histeria, pero no podía hablar de otro modo por la sencilla razón de que él no me podía estar diciendo eso. ¡Gio no podía dejarme!
Él se bajó de la cama, sobando su barbilla y comenzando a dar círculos por la habitación. Serio, muy serio.
—Gio… —murmuré con miedo—Por favor, dime que no es verdad.
Mi hermano profirió una maldición en dirección al techo o al cielo, de todos modos no importaba, y cesó su frenético vaivén. Yo continuaba inmóvil en mi cama, con los brazos rodeando mis rodillas y conteniendo a duras penas los deseos de estallar en llanto.
Sus pisadas desdibujaron el camino hecho hasta llegar a mí. Mi gemelo me observó con ojos tristes, que no supe distinguir si estaban más oscuros u opacos, luego se arrodillo frente a mí y tomó mis manos entre las suyas.
—No puedo seguir aquí. —reveló— No puedo soportarlo, si me quedo… voy a terminar enloqueciendo, lo sabes.
 ¡Por supuesto que lo sabía!, yo mejor que nadie veía a diario la batalla campal que se desataba tras estas cuatro paredes. Y tener que fingir cada domingo esa maldita sonrisa en presencia de nuestros familiares era una prueba más del infierno que teníamos por hogar.
Apariencias, todo giraba en torno a las malditas apariencias. Sin embargo, mi otra mitad, la parte menos juiciosa y egoísta, ese otro yo se negaba a entenderle, se negaba rotundamente a dejarle ir.
¡No podía permitir que se fuese! No sin mí…
— ¡Llévame contigo! —pedí, incapaz de aceptar su decisión. Giovanni me observó atónito, con sus ojos serios fijos en mí.
—No puedo hacer eso.
— ¿Por qué no? ¡Somos hermanos y tenemos que estar juntos! ¡Somos familia!
—No, Cassie. Tu sitio está aquí. Este es tu hogar, junto a papá y mamá. Soy yo quien no pertenece a este lugar… nunca lo he hecho.
Cuando la última vocal abandonó su boca, él soltó mis manos y se puso de pie, dispuesto a salir de mi habitación.
—Lo prometiste… — musité sin fuerzas, rendida ante el torrente de lágrimas que se desató en cuanto recordé sus palabras. Él se quedó inmóvil, con su mano sujeta al pomo de la puerta.
— ¡Prometiste que haríamos todo juntos, que me llevarías contigo sin importar qué hicieras!
Todo su cuerpo se tensó. Giovanni apoyó fuertemente su cabeza contra la puerta, y pronto comprendí que lo hacía con el fin de sujetarse a algo. Estaba temblando.
Corrí hacia él y envolví su cintura con mis brazos. Teníamos la misma edad, pero él me llevaba varios centímetros de ventaja, por lo que a duras penas conseguía alcanzar su pecho.
Mi gemelo se permitió llorar por una escasa cantidad de segundos y yo me uní a él, simplemente porque lo deseaba, porque mi cuerpo lo pedía y lo necesitaba. Porque sabía que no había vuelta atrás, que después de hoy no habría nada… No existiría un mañana. Él era mi único cómplice en medio de tanta falsedad, de tanto egoísmo.
—Lo siento, he roto mi promesa. — musitó contra mi frente antes de besarla y salir de mi cuarto.
Esa fue la última vez que vi a mi hermano.
Liss






Deje su e-mail si desea recibir los capítulos de Lazos de sangre en el correo:




Publicar un comentario

21 Comentarios

  1. Anónimo14:12:00

    Que buena historia!!!!!! Por favor no tarden demasiado para la proxima esta Genial, me Encantooooo!!!!! Saludos

    ResponderEliminar
  2. holaaaa chicas soy beluchis empeze con esta historiaaa guauuu me encantoo...este capii me dejo tristee como va a sufrirr cassie se va su hermanoo gemeloo su compañero de aventurass je!...me encanto el recuerdo que pusieron de el primo tony jeje me gusto muchoo!! y la ultima parte que triste cuando le dice que rompio su promesaa y que esa fue la ultima vez que vio a su hermanooo...bueno chicas nos leemos en el siguientee!! besoss!!

    ResponderEliminar
  3. Señoritas prologo y primer capitulo y ya me tienen brincando como loca sobre la cama, enserio sus ideas son unicas y fuera de lo comun.... desde ya amo a Giioo y pues he de decir quierooo mas mas y mas .... miles de abrazos y felicitaciones

    ResponderEliminar
  4. Me ha encantado el capítulo, aunque me ha dado pena T_T y la última frase de Gio que triste =(
    Me parece tan tierna su relacion (L)

    ResponderEliminar
  5. Comentando aqui tambien u.u porque Gio!! porque lo hiciste?? porquee??? has roto tu promesaa u.u como te atreves? buaaaa! :( me mato... pero de buena manera xD

    ResponderEliminar
  6. _angie_Ѽ_cullen_19:45:00

    T.T que mal uno se siente cuando rompe las promesas y mas mal cuando no le cumplen a uno...
    Me da peno :/
    Muy bueno...

    ResponderEliminar
  7. ohhh noooo!! otra mas de sus historias que no me voy a poder sacar de la cabeza??? ya parenle no??? esto es tannn frustrante!! arrgg ya odio a su padre por hacer que gio rompa sus promesas, dios que tristeza separte de tu otra mitad!!!

    ResponderEliminar
  8. Tengo los ojos aguados, pero que no le dejaba hacer el papá y por que tan injusto!!

    ResponderEliminar
  9. que lindapp esta la historia...me encantapp!!!!......doy gracias a la persona que me recomendo este blog....estoy fascinada con todo...sigan asippp.....aqui van a tener una lectora muy fiel ....me encanta las historias diferentes...gracias...okidokis..... ;)

    ResponderEliminar
  10. buno me gusto el comienzo voy pal proxxx

    ResponderEliminar
  11. Anónimo0:22:00

    Wow despues de ese lado tan tierno y dulce cuesta imaginar el resto de la historia sniff, me mato '—Haremos todo juntos' XD mi mente morbosa luego luego se desvia n.n, me encanto, divino, me boy por el prox, (k)!!

    ResponderEliminar
  12. Hola!!!! Yo por aqui de nuevo XD
    Wow!, Que historia! No solo hermanos sino que tambien gemelos! He leido un par de historias donde los hermanos estan juntos.... pero luego siempre descubren que alguno de los 2 era adoptado.... pero aca, si son gemelos no hay duda posible XD

    ResponderEliminar
  13. ewauh no se k decir Dios pobre Cassie y Gio oh
    que va a pasar con ellos no que mal que se fue,,,

    ResponderEliminar
  14. que situacion tan dificl y ahora que va a pasar, a donde ira gio?

    ResponderEliminar
  15. buenisimo capitulo atrapa ensegida

    ResponderEliminar
  16. waaaaaa hermoso lloro lloro me encanto. genial historia espero poder seguir leyendo mas de esto Gracias!

    ResponderEliminar
  17. ai casi estoi con las lagrimas de fuera sniff sniff esqe pork tenian qe separarse ai rompio su promesa u.u se fue awwww

    ResponderEliminar
  18. awww Dx se fue Gio! u. u
    ya me estoy imaginando cosas.. >.>
    me gusta la trama ^^..

    ResponderEliminar
  19. Clary Wayland1:35:00

    muerooooooooooo :'(

    ResponderEliminar
  20. puedo comprender a Gio!!..pobree Cassie!! 

    ResponderEliminar

Deja que fluya...