La guerra del Amor IX
Bando uno
Mare
Miré mis pies desnudos sin los zapatos mientras caminaba hacia la puerta, comprobé que no se habían convertido en piedra, ninguno de mis músculos de hecho, sin embargo, parecía ser de esa forma, un terrible encantamiento que me había dejado paralizada con un solo flujo de aire en un ligera grieta en el centro de mi cuerpo, palpitando en mi vientre, escapándose por mis muslos.
Dejando de lado aquella ensoñación de la que no era capaz de escapar abrí la puerta disgustada por la gran frustración en mi cuerpo, un minuto más, un segundo más.
¿El me hubiera besado?
Jamás creí desear tanto algo como lo era sentir los labios de Anton, un gruñido se escapó de mis labios cuando admití que era mucho mas que eso, casi podía imaginarme como serian sus caricias, obviamente mi mejor amigo no carecía de experiencia, y dios sabe que me reprocharía toda mi vida no haberme dado cuenta antes, no haber tratado de tenerlo, para mi, solo para mi, sus labios, su cuerpo…
-Hola-, sonrió con camarería el empelado de la pizzería, un joven de unos 18 años algo desaliñado, el, el era el culpable de la interrupción, tomé las cajas sin contestar, las deje en el recibidor y me volví con la cartera en la mano.
-¿Cuanto te debo?-, gruñí, cual niña de 8 años cuando le niegan un dulce, un exquisito dulce, ¿Por qué ahora?, ¿Por qué su solo tacto podía arder?, ¿Cómo podía haber convivido con el tano tiempo, tan ciega?
-No son demasiadas rebanadas para ti-, inquirió el chico medio sonriendo, lo mataba, justo en ese momento.
-Mi novio come mucho-, le contesté, y lo cierto era que el pinchazo en el pecho fue un doloroso sentimiento, una terrible añoranza, Diablos Mare, el no es tu novio, Anton no tenia relaciones
El repartidor murmuró la cantidad mucho mas serio
Le tendí los billetes aunque no se merecía ni por asomo la propina y cerré la puerta antes de otra cosa.
El tenía una relación, conmigo…solo tenia que darse cuenta, igual que lo había hecho yo.
Regresé a la sala de estar con la cajas de pizza mientras el miraba las estadísticas antes del partido, casi con gesto ausente.
El me habría besado, estaba casi segura, lo cierto es que ahora mismo me detenía a mi misma de dejar todo y simplemente obligarlo a responder, no seria tan difícil, el podría desearme, era algo que provocaba un estremecimiento en mi espalda, sin embargo no quería ser otra noche en la vida de Anton, jamás me sobrepondría a eso.
Quería que el me amara como yo lo hacia, con la misma fuerza que me había golpeado, estaba tan segura de no dejar entrar a nadie sin pensar que mi corazón ya había hecho su elección hace bastante tiempo.
Anton seria seducido lenta y perfectamente, la única manera de llegar a su corazón, la única manera de enamorar a mi mejor amigo, al fin, cuando pudiera sentirlo en mi cuerpo vería en sus ojos todo lo que creía haber perdido, todos mis sueños rotos, al hombre perfecto para la mujer que solo el conocía.
-¿Mare?-, murmuró Anton sacándome de imágenes que no debía de pensar, no de momento, por lo pronto el no sabría nada, en absoluto
-Es demasiada pizza-, le reclamé mientras el parecía descansar un poco los hombros rígidos de la posición anterior y se llevó la cerveza a la boca, había otra esperando en la mesita de centro para mi
-No debía desaprovechar tener la cena de la semana-, admitió en tono bromista, me senté a su lado y destapó la primera caja sacando un pedazo mientras el partido iniciaba.
No tenía hambre, excitación, frustración, determinación, imágenes eróticas cada vez más definidas podían quitarle el apetito a cualquier mujer.
Sin embargo, comí al parejo que Anton tres triángulos antes de rendirme, me terminé la cerveza y el la sustituyo por otra.
-Mi conductor automático aun no funciona-, le recordé sarcástica, envidiando que el pudiera tomar un poco mas, dejar atrás un ataviado día lunes.
-Lastima, te llevare a casa-, murmuró mirando el televisor.
-No es una opción buena-, repliqué, el tendría que regresar de madrugada en taxi, demasiado peligroso para mi paz mental.
-El sofá es muy cómodo-, susurró mientras recordaba la otra opción, no era como si nunca me hubiera quedado a dormir en su casa, pero ahora, el solo pensar en dormir en el mismo techo, a pesar de la distancia, era sin duda una malísima idea.
Decidí dejarlo y no tomar más, asunto arreglado.
Anton rodeó los ojos cuando decliné la tercera cerveza, estaba mas callado de lo habitual, muchas de las veces mirar con Anton los deportes era todo un espectáculo, era un hombre con aquella pasión por los juegos tan arraigada como la vida, pero el no era un loco por el balón, ovalado o redondo, si un jugador hacia un tontería el pasaba haciendo chistes, criticaba peinado y color de cabellos, enviada las esposas que eran modelos, era simplemente único estar con el, otro recordatorio de mi propia estupidez.
Me acurruqué en el sillón y nos hundimos en un largo silencio el resto del partido.
Un silencio incomodo por primera vez.
Fui por la otra cerveza rindiéndome
-Cae mas pronto un hablador…-, recordó el refrán mientras yo le hacia una mueca, al colocarme de nuevo a su lado nuestros cuerpos se rozaron, el me miró de lado mientras yo tomaba un gran, gran trago.
-¿Qué?-, preguntó, la mitad interesada en saber a respuesta, la otra mitad ausente de nuevo.
-Hace años que no tomamos vacaciones juntos-, le respondí mientras el fruncía el ceño, si, nadie esperaba que saliera con aquello
-Desde que tu rechazas ir a México-, respondió el recuperándose de su ceño fruncido.
-No me va ver como te persiguen como artista de cine, ¡Tu no lo desmientes!, la ultima vez era un modelo famoso, según tu historia-, exclamé mientras el acercaba su cuerpo en tono juguetón
-Ya, a ti también te perseguían, además no voy por la publicidad, me gusta la playa-, me recordó mientas yo tomaba otro trago de cerveza.
-Además, me debes un viaje a Paris-, terminó mientras yo chasqueaba los dientes.
-Cuando los campos eliseos no tengan ningún arco-, le respondí mientras el reía.
Volvimos a mirar la televisión para el final del partido en otro silencio menos perturbador.
-¿Quieres ir de vacaciones?-, preguntó, Quiero un lugar donde solo seamos tu y yo
Me encogí de hombros sin contestar mientras el miraba a mis ojos
-¿Quieres?-, insistió, sin darme salida, una petición implícita de que le contara la verdad, pero yo me quede mirando sus facciones cuanto daría por poder acércame mas.
-Si, un fin de semana, una salida, lo que sea, si andas ocupado solo mándame el itinerario-, terminé mientras el sonreía
-Tan dulce como siempre-, susurró con la sonrisa en sus ojos mientras yo recargaba la cara en su pecho cerca de su corazón, el se tensó solo una milésima de segundo, la distancia corporal era algo marcado en nuestra relación, al principio yo creería que no se podía olvidar que eras un hombre y una mujer, su olor era una de las cuestiones es este preciso momento, pero a lo largo de los años nos habíamos acostumbrado a no ser cariñosos en ese aspecto, era comprensible que a el le resultara extraño, pero no me alejaría, no podría
Finalmente el recargó si mentón ligero en mi cabeza.
Me quede dormida casi al instante.
Inicié el martes duchándome en mi apartamento en menos minutos de lo que eran gratos, despertarme con Anton en el sofá era nuevo, placentero y terriblemente incomodo, el no dijo nada burlándoseme de mi rosario de palabras incultas cuando salía mientras el se preparaba para la ducha.
Me cambié la ropa, colocándome un traje azul a rayas finas que el me había regalado hace unos meses, sabia que tenía que dejar de comportarme como una tonta adolescente, pero esa pequeña locura, ese sentimiento casi infantil me animaba a seducirlo mucho mas que otra cosa.
El entusiasmo fue menguando al acercarme a IDEAL, al recordar el rostro de Wen todos los días de la semana anterior, hablando de él, de su príncipe perfecto.
No sabía aun, como me colocaría frente a ella y no le diría que no perdiera su tiempo, de convencerla que estaba luchando por una causa perdida.
Cosa que no era del todo segura, no aun, Pronto
Saludé a Ava oyendo rumbo a las escaleras su saludo de más de 100 palabras
-¿Citaste a todas a la misma hora?-, pregunté mientras ella asentía.
-Sabes ayer me encontré a Wen en el centro comercial, el que esta mas alejado, cerca del vecindario de Anton, aun no puedo creer como su chico no le ha prestado atención, ella es muy dulce, no es de artimañas, pocas personas trasmiten esa cierta paz al estar cerca, es decir tu impones confianza, pero habemos mujeres que simplemente debemos esperar-, me miró algo contrariada, se me habían crispado los dedos.
-Tu no debes esperar, es una completa tontería Ava, y sinceramente he estado pensado que tal vez el chico de Wen, no sea su chico, tal vez tenga ya a su chica-, hice una mueca ante el mal trabalenguas y Ava parecido pensarlo largo rato.
-Seria muy malo-, concluyó mientras se acercaba un poco mas al escritorio.
-¿Qué pasa?-, preguntó tan corto y conciso que supe que había notado mi turbación
Quise contarle todo, pero aun era como una quemadura fresca, jamás borraría el amor por Anton, una cicatriz profunda, pero aun dolía, la verdad, la caída a una realidad que me asustaba en lo mas profundo
-No me gustaría que creyeras que tu no puedes hacer que tu chico te vea-, expliqué, cuando quieras evitar la atención dirígela a la otra persona.
-Yo no tengo chico, no lo tengo y ni siquiera empieces, que sabes que tengo mi propia teoría sobre ti, además el es insufrible y…-, se calmó debido a mi risa sofocada.
-Recordaré que eres mi jefa-, admitió
-Muy bien-, bromeé mientras salía
El curso fue mucho mas fácil si me centraba en la presentación y en la situación de cada una de las mujeres, Wen no hablaba mucho y por primera vez no fui la que pregunto, no intente que se integrara, no lo hice, no quería.
Apreté los dientes ante mi propio egoísmo, cuando salieron para las dos horas de comida, mis labios se movieron antes que mi razonamiento lógico
-Wen-, llamé mientras ella me miraba hacia mi, seguía llevando gorra y el pelo agarrado, los lentes de montura, todo el disfraz.
-¿Comes italiano?-, pregunté mientras ella asentía entre alegre y curiosa, terriblemente vulnerable, no quería herirla, pero si que se fuera lejos, que desapareciera de su vida.
Anton tenia un reunión con el banco y no comeríamos juntos, lo cual parecía casi perfecto.
El restaurante, Di amore, era calido, moderno y privado, nos sentamos en una mesa para dos personas mientras Wen miraba la carta.
-Entonces…-, comencé intentando averiguar todo, confirmar hasta donde estaba dispuesta a llegar con el curso, después que, ¿seria una mujer fatal con Anton?
-Disculpa, estaba algo distraída-, admitió mientras yo sonreía ligeramente.
-¿Haz dado el primer paso con tu enamorado?-, logré decirlo sin una sola mueca, ella paso de la ensoñación a la tristeza en esos ojos expresivos.
-No lo he visto aun-, admitió
-¿Crees que lo veas pronto?-, pregunté de nuevo mientras ella negaba
-No lo se-, murmuró
Tomaron nuestra orden mientras ella intentaba entrar en una conversación cordial
-El curso me ha servido mucho-, admitió
-Bien, de eso se trata-, respondí educadamente, sin embargo no podía olvidar sus palabras, su forma de morderse el labio cuando sabia que estaba pensado en el.
-Eres una de las personas mas inteligentes que conozco-, admitió
-No todo es mío, Anton, mi socio, es mucho mas el cerebro maquiavélico-, sonreí mientras su rostro parecía una carta de poker, la odie por ocultarlo, por un segundo pensé en que admitiría que estaba enamorada justamente de el.
Pero se centró en el platillo que servían frente a ella,
-Se conocen desde hace mucho-, fue una afirmación que no desmentí ni por asomo.
-Mucho tiempo, es algo que seria extraño ya sacarlo de mi vida, de verdad extraño-, me encogí de hombros mientras ella se mordía el labio.
-¿Son amigos?-, lo dijo con el mismo talento inocente de una amiga interesada.
-Si…, por ahora…-, respondí como quien sabe que un hombre la quiere, ojala fuera cierto, sus ojos se enfrentaron a los míos mientras captaba esa media respuesta.
-Quizás no allá una sola definición, hemos compartido muchas cosas, no puedo definirlo, ni quiero, el es todo lo que podría pedir, el me ha enseñado a ser mejor, a ser lo que ves, y se que yo lo he ayudado, somos un todo…
Sabía muy en el fondo que esto la hería pero no podía parar, no cuando recordaba que ella sabía que yo era su enemigo y aun seguía ahí, pareciendo inocente.
-Hace unos años fuimos a Cancún de vacaciones, el jamás lo podrá olvidar, Anton tiene un pequeño secreto, tenia miedo a saltar, arriesgarse, un poquito, pero no quería admitirlo, ni siquiera a segundos de lanzarse del Boingee…
-Tal vez debas hacerlo tú, yo no puedo-, masculló entre dientes, pero sabia que el quería hacerlo, esta era una de nuestras aventuras juntos…así que hice algo inesperado
-Si puedes-, le dije dándole un beso en la mejilla y le hice dar un paso que lo llevó a saltar…
-Debe ser hermoso tener alguien así-, su voz se quebró mientras se llevaba algo de pasta a la boca, bajé la mirada, he intente serenarme.
-A veces debemos reconocer las cosas en nuestra vida, buenas y malas-, trate de ser mejor de la leona que solo quería alejar a Wen de Anton, lastimarla para que huyera.
-Aceptar cuando podemos ganar y cuando no-, terminé mientras ella parecía mas tranquila pero sin entender de todo a lo que me refería.
-¿Quieres un consejo extra curso?-, pregunté mientras ella asentía vagamente
-Si vuelves a verlo, dile que has estado saliendo con alguien, casualmente, no lo busques, espera y déjale saber que esta …perdiéndote, si responde significa que has dado tu corazón bien, si no lo hace significa que debes dejarlo, si le dices que estas enamorándote de alguien será toda la prueba que necesites-, terminé con la respiración elevada, un ligero cosquilleo en mi nuca parecía aplastarme, Anton siempre decía que dar celos a los hombres cuando ni siquiera se tenia una relación era casi inservible, pero si el pensaba que Wen tenía una relación quizás solo seria una conocida mas, esto era por mi.
Repetí para mis adentros, tan hondo como pude
Volvimos para el resto de la jornada mientras Wen permanecía callada hasta la salida, se despidió sin voz mientras agradecía la comida y se fue sin más.
Levanté la barbilla al verla, no es para ti, Ava estaba juntando la sala audiovisual soltando tacos en voz baja, una pequeña demonio encolerizada.
-¿Qué pasa?-, le repetí su pregunta matutina
-John esta de gigoló, nada profesional de su parte, es Office Boy, no chofer-, murmuró
-¿Gigoló, chofer?
-Las amiguitas cuarentonas, Carmen y Esther salieron por su auto pero parece que estaba algo mal con la batería, llamaron a la grúa, que vendrá por el, John se ofreció, tan amable en dejarlas en su casa, ellas le soltaban miraditas de “sabemos ser agradecidas”, podría con unos años menos ser su hijo, ¿no?-, terminó mas agitada de lo normal mientras yo sonreía.
-Eso, señoras y señores, se llaman celos-, dijo Anton desde la entrada
Asentí mirándolo y Ava salió disparada hacia la recepción.
-Me voy-, murmuro mientras Anton negaba con la cabeza.
-Necesito que John haga un tramite antes de llagar aquí mañana, le llamé y volverá para recoger los documentos, ¿Podrías esperarlo?-, preguntó mi amigo sonriente, Ava me miró pidiendo ayuda.
-Genial-, dijo al ver mi sonrisa, se sentó en recepción mientras yo iba a mi oficina y recogía mi bolso.
Anton abría su auto, y yo me dirigía al mío, entrecerré los ojos hacia el.
-¿Qué pretendes genio?-, pregunté
-Ganarte una apuesta-, contestó mientras me daba un beso en al mejilla.
-Tramposo-, no creía que el enojo se produjera en una declaración de parte de Ava a Jhonny
-Nos vemos mañana cariño-, susurró, sentía aun toda mi piel estremecerse ahí donde sus labios había tocado, las palabras a Wen no eran pesadas, ya no, cerré los ojos imaginado el día en que el me besara de verdad.
Cel.
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4 Comentarios
muy bueno el capitulo me gusto mucho creo que ella tiene que luchar por el
ResponderEliminarno! creo que este es mi capitulo favorito.
ResponderEliminarMe gusta la actitud de Mare, hace lo que puede para no perder al hombre que ama!
de todas formas me da pena Anton, el ha estado todos estos años reprimiendose el amor por Mare, en cambio ella sólo se dio cuenta hace poco.
y bueno obviamente a Anton no le gusta Wen, solo le recuerda, a Mare cuando recien la conoció, antes que se convirtiera en lo que él creo.
esta genial la historia!
y ahora a esperar....recordar que no puedes perder lo que aun no es tuyo
ResponderEliminarun poquito muy bitch mare XD, bueno una tiene que luchar por lo que quiere pero pobre wen, en fin, jojojojo, un cap divino!
ResponderEliminarDeja que fluya...