Cap I
The Aby's drink Cap I
-Vamos, solo estábamos discutiendo-, riñó de nuevo el hombre corpulento, su voz era quejumbrosa, llena de una indignación proveniente de un ser inocente, sin embargo los puños crispados indicaban una furia contenida que solo se dirigía a una persona, su esposa.
Aby miró la sala de interrogatorios y luego a Miguel, su compañero, con una sola seña sabían que jugarían con el gran idiota.
Irónicamente ella seria el policía malo, mientras Miguel, con su pelo negro revuelto en canas y su cara curtida seria el “poli” bueno.
-Dante, las mujeres a veces nos sacan de quicio, yo lo se-, se acercó Miguel susurrándole mientras el idiota la miraba con una pequeña sonrisa
-A veces-, acertó a decir a regañadientes.
-Su esposa esta en el hospital, por poco y queda en coma-, le acusó Aby tranquila respirando pacientemente sin desviar la mirada.
-Yo no le hice nada niña-, dijo Dante Silva con desden
Aby apretó los dientes, a veces odiaba su figura de muñeca de porcelana a pesar de que sabía que más de un hombre podía ser doblegado debido al ejercicio y entrenamiento que ella realizaba diario.
-Aby quieres salir un momento-, le ordenó Miguel en plena actuación, ella negó con la cabeza.
-No me muevo de aquí-, le replicó, Dante los miraba con cara de poker pero el brillo en sus ojos era fácil de distinguir
-Te he dicho que salgas-, le espectó Miguel mostrándole los dientes con los puños apretados, ella bajó la mirada y salió del cuarto, para desde el cristal de doble vista ver la evaluación aprobatoria del idiota que había golpeado a su esposa hasta casi matarla.
-Lo siento, a veces es…-comenzó Miguel para ser interrumpido
-No se preocupe se como es-, espectó Dante engreído
-Mire, no quiero pasarme toda la tarde en este caso, solo, bueno, uno, dos golpes que se salieron de control, ¿no es así?-, preguntó Miguel
El idiota lo miró por largos minutos hasta acercarse.
-Unos cuantos mas fuera de control-, aceptó.
-¿Se lo merecía?-, preguntó su compañero mientras Aby quería partirle la cara a su detenido
-Mucho más-, admitió Dante con una sonrisa antes de salir lanzado gracias al puñetazo de Miguel, segundos después estuvo esposado.
Aby sabia que los métodos eran por decir lo menos poco ortodoxos pero ella cubriría a Miguel con asuntos internos, ver la sangre en la boca de ese idiota era mas que suficiente incentivo
Se tocó la nuca mientras Dante reñía con uno de los oficiales uniformados mientras era llevado a la celda provisional, agradeció que solo faltaran unos minutos para que terminara su turno
-¿Lista para salir?-, preguntó Miguel mirando con aburrimiento el papeleo en su escritorio
-¿Cómo lo sabes?-, le preguntó sarcástica mientras el sonreía
Aby le respondió con un tenue gesto, Miguel era casi como un padre, salvo que no se parecían en nada y solo se llevaban por 7 años, pero era circunstancial, se había ganado su respeto poco a poco, conocía a su esposa y a sus dos hijos, uno de los pocos hombres que Aby consideraba decentes, y no eran muchos, basta decir que los contaba con los dedos de la mano.
Al fin cuando salió rumbo a su auto solo podía pensar en una ducha, una camiseta grande de algodón y la televisión con alguna película aburrida, muda seria mucho mejor.
Sin embargo con la pijama - una vieja camisa de la Universidad-, cubriendo su cuerpo en el sofá de su apartamento poco o nada sirvió el melodrama en blanco y negro, desde hacia días era la misma situación, la misma sensación al quedarse sola en su espacio personal.
Anton Clark era un hombre difícil de olvidar, Aby lo había deducido al instante, enigmático y seductor, y terriblemente enamorado de su mejor amiga aun, después de muchos años, lo aceptará el o no.
Pero Aby no lo añoraba a él, era eso lo que la desconcertaba mas, no lo amaba, no había sido flechazo a primer polvo, era el anhelo de que alguien alguna vez dijera su nombre con tales sentimientos.
Una idea absurda, desde niña comprendió que Disney, era una industria multimillonaria, su madre lo recalcaba a cada rato, al ser madre soltera, prácticamente todos los hombres eran asnos asquerosos.
Aby era mas ligera en su definición del genero masculino, solo eran eso, hombres, y no les podían pedir mas de lo que daban, así que ella disfrutaba saliendo unas noches, poniéndose prendas que no podía llevar a su trabajo, saliendo un poco del asco que veía casi todos los días, una buena noche de sexo y olvido al día siguiente
¿Entonces por que cada día después de Anton se preguntaba lo mismo?
¿Cómo seria amar así?
¿Cómo seria dejar entrar a alguien tan a fondo?
Una idiotez, gritaba su mente, pero sus ojos comandados por su torpe corazón estaban cristalinos mientras percibía la soledad que la rodeaba.
Quizás no era una noche para estar sola.
Se levanto mientras iba a su habitación y se cambiaba de ropas, colocándose una minifalda negra y un top ligero de tonalidades verdes que resaltaba sus ojos miel y su cabello rubio y corto, zapatillas, polvo, brillo labial y ya estaba de camino hacia su bar favorito…
Dillon Sommer estaba sentado en una de las mesas del bar, y se sentía malditamente fuera de lugar, por tres simples razones:
1.-Las sillas eran demasiado pequeñas y eso que el no era grande, no tanto, era mas alto que corpulento, aun así no sabia como había hombres “gorilas” sentados en esa pequeña combinación de tubos de metal y un micro cojín de asiento, jamás se hubiera imaginado que eran tan incómodos
2.-La bebida esta en su opinión ligeramente cargada, error de novato, decidió mirando a su aprendiz
3.-Aby saludó a “su aprendiz” sin siquiera una mirada de consternación por que el usual barman del bar no esta trabajando esa noche.
Ella era toda una contradicción, mirándola jamás te podrías imaginar que era policía, una ruda policía cuando se lo proponía, según palabras de Mike, su compañero de trabajo.
De seguro el idiota de Anti ni siquiera se imaginó que se llevó una “poli” a la cama.
Dillon se bebió un trago de su whisky, no debería de importarle, se había tratado de convencer, pero un hombre sensato sabía reconocer las cosas cuando eran más que evidentes
Estaba celoso, solo un poco, pero esa semilla machista había salido a flote, con ese Anton y todo lo que Aby se la pasaba hablando de el, a pesar de que ella le había contado que estaba colado por su mejor amiga, socia o lo que fuera.
El había dejado una huella en ella y Dillon no sabia que tan honda era.
No soportaría mas historias sobre ese idiota o cualquier otro.
Como barman era poco menos que un psicólogo para cada persona que se sentaba o acercaba a la barra, y el disfrutaba su trabajo, su titulo de psicología pronto avalaría la mayoría de los consejos que daba ligeramente, un secreto que no muchos conocían.
Había trabajado mucho para de una vez por todas terminar su carrera, con varios años de retraso.
Aby le había contado muchas cosas a lo largo de los tres años que tenia frecuentando el bar, sobre su trabajo, sobre Mike, sobre su madre, pequeñas historias que al final formaban todo lo que ella era, pero jamás había mencionado a ningún hombre, a pesar de que el la miró salir con alguno en mas de una ocasión, nada importante, hasta ahora.
Dillon no se había dado cuenta de lo cómodo que era eso para su paz mental hasta que Anton se convirtió en poco menos que la persona favorita en el mundo de su sexy policía.
¿Su sexy policía?
Movió la cabeza mientras una parte de su cerebro trataba de racionalizar por que esta sentado en vez de sirviendo bebidas, la otra parte, se había recostado para mirar como el se acercaba a Aby Colter
Aby saboreó su daiquiri, y dedujo que no era tan bueno como el de Dillon, se preguntaba por que no estaba trabajando hoy, pero el preguntar no estaba en sus planes inmediatos, ni siquiera sabía que estaba haciendo, como iba a tener una relación seria si espera poder entregar otra tarjeta como la que le dio a Anton
Sonrió mientras se preguntaba que habría pensado el, era demasiado caballero o cinco para preguntarle por las tarjetas de presentación y ella se alegró al ahorrarse la explicación.
En su trabajo su tarjeta sin el anuncio “SOY POLICIA” en grandes letras daba mayor confianza a la gente
Decidió que no estaba buscando una relación pero tampoco un polvo rápido, no lo estaba, definitivamente, debía olvidarse de todas las ideas románticas que estropeaban su buena lógica, terminaría su bebida y se iría a dormir, al final de cuentas.
-¿Qué calificación le das?-, preguntaron a su espalda, tan cerca de su oído que todo su cuerpo se tenso, pudo haber tenido al sujeto contra la barra de no ser por que su tono ligeramente arrastrado solo pertenecía a una persona.
-Debía haber tenido un maestro mejor, aun no pasa mis estándares de calidad-, le respondió ella mientras Dillon bebía y el pobre chico en la barra se ponía nervioso
-Ella es así de exigente siempre Sam-, le explicó Dillon al barman suplente
-Sabes que tengo algo de razón-, dijo Aby en tono bajo cuando el se sentó a su lado.
-Cierto, pero no quiero que tire algo, le diré después-, aseguró Dillon guiñándole el ojo, Aby parpadeó mirando con recelo a Sam, su dosis extra de alcohol ahora hacia parecer los ojos verde oscuro de Dillon completamente irresistibles.
Ella jamás había negado que era de los hombres mas guapos que conocía, pero el verlo siempre detrás de la barra era una barrera que ahora sencillamente no estaba, era otro cliente, ahí, a su lado, su piernas rozando suavemente la suya
-¿Por qué estas aquí?-, preguntó Aby sin pensar
-Puedo irme a una mesa sola, si quieres-, propuso el sin la menor intención de levantarse o enfado alguno
-Me refiero, ¿Por qué no estas trabajando?-, concretó ella
-¿La verdad?-, preguntó el misterioso
Aby conocía el brillo de sus ojos y el lento movimiento en sus labios, esta tratando de coquetear, ¿Dillon?
Era extraño y una idiotez seguirle el juego, ya sea por los tragos o costumbre, el barman sabía más de su vida que su madre.
Debía rodear la preguntar e irse pero luego miró las orillas de su falda negra rozando sus muslos.
Los días atormentándose con la soledad que era su vida estaban presentes, bien o mal, Anton tenia a Mare, siempre la había tenido, y Aby… ¿Qué tenia ella?
-La verdad Di-, contestó
-Por que quería estar de este lado, para variar-, se encogió de hombros mientras ella lo miraba
No le dio tiempo de analizar esa pequeña declaración, le tendió la mano dando una cabezada a la pista de baile.
-Dicen que los barman tiene dos pies izquierdos-, le bromeó ella reacia a tomar su mano
-Necesita pruebas, poli-, sonrió el mientras ella se levantaba colocando su mano en la suya.
Aby no tuvo tiempo de sorprenderse cuando el cuerpo de Dillon jugaba con el suyo pues de pronto estaba tan cerca y luego tan lejos, girándola, haciéndola reír como mucho tiempo no había podido hacerlo
Perdió el número de canciones con las que se movieron al ritmo, en realidad no había un momento que ella distinguiera cuando empezaba una y terminaba la otra
Aby miraba su cara y su frente perlada por una ligera transpiración haciendo que sus ondas marrones se pegaran a su piel, quería quitarlo del rostro, lo cual no era nada considerable, su mirada no paró ahí, era tan diferente mirarlo sin la camiseta y el pantalón negro, la camisa blanca cuadraba sus hombros y sus vaqueros acentuaban un cuerpo que la estaba volviendo loca.
El no la tocaba queriendo tener más, pero los roces eran más de lo que podía soportar
Esta completamente pendiente de cada zona que el había tocado debido al baile, como si estuviera marcada, la tensión iba creciendo en ella a pesar de que no podía olvidar ni por un momento que era Dillon con quien bailaba, por decir lo menos siempre habían tenido una relación Cliente-Barman, ¿no?
Era tan prohibido salir con el para tener sexo, como involucrarse con tu jefe o un primo lejano, ¿no?
De nuevo esa sensación tendría que ver mas con el alcohol de mas en su bebida que sobre algo referente a Dillon, el humano, la persona, el hombre que la miraba sonriendo.
-¿Los barman tiene dos pies izquierdos?-, le preguntó el, pero antes de que Aby pudiera contestar cualquier cosa un estruendo quebró de hecho el sonido estridente de la música
Aby creyó que vería llorar a un hombre, Sam estaba haciendo pucheros mirando el líquido esparcido en la barra entre los diferentes tamaños de cristales.
-Maldición-, oyó murmurar a Dillon
Aby se sintió dividida, sabia que el baile se había acabado y su cuerpo protesto, quería mas de esas manso vagando por el, no era como si Dillon supiera que ella estaba algo “cachonda”, pero su cerebro miró el letrero de salida con letras grandes
-Tal vez no pies izquierdos, pero quizás dedos de mantequilla-, sonrió ella mientras el entrecerraba los ojos, divertido en la superficie mas enojado en el fondo
Dillon mataría a Sam, lo mataría y luego le haría recoger todo.
Miró a Aby de nuevo, diablos no se había divertido tanto desde no recordaba cuanto tiempo, la poli era fantástica y por primera vez el no era solo el tonto mirando.
-Si me esperas…-, comenzó pero el terror en su cara lo paró en seco.
Una expresión que podría hacer perder la confianza a cualquiera
Pero claro considerando que ella seguía pensado en ese idiota, Dillon negó con la cabeza rascándose la nuca.
-Mejor ve antes de que empiece a llorar-, susurró Aby sonriendo apenas.
-Seguro-, respondió el mientras una incomodidad enorme se instalaba entre ellos.
Volvían a ser el barman y otro cliente más.
¡Idiota jamás dejaste de serlo para ella!
-Suerte para el final de la noche-, sonrió el como cada vez que se despedía de un cliente y ella parpadeo sorprendida.
-Mi almohada y yo te lo agradecemos-, terminó mientras lo esquivaba rumbo a la salida, ya esta, se había terminado.
Caminó un paso antes de que giraba en contra de su voluntad, ella iba saliendo sin importar llevarse algunas miradas.
-No me gustas, poli, ni un poco-, le dijo a la nada, tratando de convencerse a si mismo.
Cel.
Aby miró la sala de interrogatorios y luego a Miguel, su compañero, con una sola seña sabían que jugarían con el gran idiota.
Irónicamente ella seria el policía malo, mientras Miguel, con su pelo negro revuelto en canas y su cara curtida seria el “poli” bueno.
-Dante, las mujeres a veces nos sacan de quicio, yo lo se-, se acercó Miguel susurrándole mientras el idiota la miraba con una pequeña sonrisa
-A veces-, acertó a decir a regañadientes.
-Su esposa esta en el hospital, por poco y queda en coma-, le acusó Aby tranquila respirando pacientemente sin desviar la mirada.
-Yo no le hice nada niña-, dijo Dante Silva con desden
Aby apretó los dientes, a veces odiaba su figura de muñeca de porcelana a pesar de que sabía que más de un hombre podía ser doblegado debido al ejercicio y entrenamiento que ella realizaba diario.
-Aby quieres salir un momento-, le ordenó Miguel en plena actuación, ella negó con la cabeza.
-No me muevo de aquí-, le replicó, Dante los miraba con cara de poker pero el brillo en sus ojos era fácil de distinguir
-Te he dicho que salgas-, le espectó Miguel mostrándole los dientes con los puños apretados, ella bajó la mirada y salió del cuarto, para desde el cristal de doble vista ver la evaluación aprobatoria del idiota que había golpeado a su esposa hasta casi matarla.
-Lo siento, a veces es…-comenzó Miguel para ser interrumpido
-No se preocupe se como es-, espectó Dante engreído
-Mire, no quiero pasarme toda la tarde en este caso, solo, bueno, uno, dos golpes que se salieron de control, ¿no es así?-, preguntó Miguel
El idiota lo miró por largos minutos hasta acercarse.
-Unos cuantos mas fuera de control-, aceptó.
-¿Se lo merecía?-, preguntó su compañero mientras Aby quería partirle la cara a su detenido
-Mucho más-, admitió Dante con una sonrisa antes de salir lanzado gracias al puñetazo de Miguel, segundos después estuvo esposado.
Aby sabia que los métodos eran por decir lo menos poco ortodoxos pero ella cubriría a Miguel con asuntos internos, ver la sangre en la boca de ese idiota era mas que suficiente incentivo
Se tocó la nuca mientras Dante reñía con uno de los oficiales uniformados mientras era llevado a la celda provisional, agradeció que solo faltaran unos minutos para que terminara su turno
-¿Lista para salir?-, preguntó Miguel mirando con aburrimiento el papeleo en su escritorio
-¿Cómo lo sabes?-, le preguntó sarcástica mientras el sonreía
Aby le respondió con un tenue gesto, Miguel era casi como un padre, salvo que no se parecían en nada y solo se llevaban por 7 años, pero era circunstancial, se había ganado su respeto poco a poco, conocía a su esposa y a sus dos hijos, uno de los pocos hombres que Aby consideraba decentes, y no eran muchos, basta decir que los contaba con los dedos de la mano.
Al fin cuando salió rumbo a su auto solo podía pensar en una ducha, una camiseta grande de algodón y la televisión con alguna película aburrida, muda seria mucho mejor.
Sin embargo con la pijama - una vieja camisa de la Universidad-, cubriendo su cuerpo en el sofá de su apartamento poco o nada sirvió el melodrama en blanco y negro, desde hacia días era la misma situación, la misma sensación al quedarse sola en su espacio personal.
Anton Clark era un hombre difícil de olvidar, Aby lo había deducido al instante, enigmático y seductor, y terriblemente enamorado de su mejor amiga aun, después de muchos años, lo aceptará el o no.
Pero Aby no lo añoraba a él, era eso lo que la desconcertaba mas, no lo amaba, no había sido flechazo a primer polvo, era el anhelo de que alguien alguna vez dijera su nombre con tales sentimientos.
Una idea absurda, desde niña comprendió que Disney, era una industria multimillonaria, su madre lo recalcaba a cada rato, al ser madre soltera, prácticamente todos los hombres eran asnos asquerosos.
Aby era mas ligera en su definición del genero masculino, solo eran eso, hombres, y no les podían pedir mas de lo que daban, así que ella disfrutaba saliendo unas noches, poniéndose prendas que no podía llevar a su trabajo, saliendo un poco del asco que veía casi todos los días, una buena noche de sexo y olvido al día siguiente
¿Entonces por que cada día después de Anton se preguntaba lo mismo?
¿Cómo seria amar así?
¿Cómo seria dejar entrar a alguien tan a fondo?
Una idiotez, gritaba su mente, pero sus ojos comandados por su torpe corazón estaban cristalinos mientras percibía la soledad que la rodeaba.
Quizás no era una noche para estar sola.
Se levanto mientras iba a su habitación y se cambiaba de ropas, colocándose una minifalda negra y un top ligero de tonalidades verdes que resaltaba sus ojos miel y su cabello rubio y corto, zapatillas, polvo, brillo labial y ya estaba de camino hacia su bar favorito…
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1.-Las sillas eran demasiado pequeñas y eso que el no era grande, no tanto, era mas alto que corpulento, aun así no sabia como había hombres “gorilas” sentados en esa pequeña combinación de tubos de metal y un micro cojín de asiento, jamás se hubiera imaginado que eran tan incómodos
2.-La bebida esta en su opinión ligeramente cargada, error de novato, decidió mirando a su aprendiz
3.-Aby saludó a “su aprendiz” sin siquiera una mirada de consternación por que el usual barman del bar no esta trabajando esa noche.
Ella era toda una contradicción, mirándola jamás te podrías imaginar que era policía, una ruda policía cuando se lo proponía, según palabras de Mike, su compañero de trabajo.
De seguro el idiota de Anti ni siquiera se imaginó que se llevó una “poli” a la cama.
Dillon se bebió un trago de su whisky, no debería de importarle, se había tratado de convencer, pero un hombre sensato sabía reconocer las cosas cuando eran más que evidentes
Estaba celoso, solo un poco, pero esa semilla machista había salido a flote, con ese Anton y todo lo que Aby se la pasaba hablando de el, a pesar de que ella le había contado que estaba colado por su mejor amiga, socia o lo que fuera.
El había dejado una huella en ella y Dillon no sabia que tan honda era.
No soportaría mas historias sobre ese idiota o cualquier otro.
Como barman era poco menos que un psicólogo para cada persona que se sentaba o acercaba a la barra, y el disfrutaba su trabajo, su titulo de psicología pronto avalaría la mayoría de los consejos que daba ligeramente, un secreto que no muchos conocían.
Había trabajado mucho para de una vez por todas terminar su carrera, con varios años de retraso.
Aby le había contado muchas cosas a lo largo de los tres años que tenia frecuentando el bar, sobre su trabajo, sobre Mike, sobre su madre, pequeñas historias que al final formaban todo lo que ella era, pero jamás había mencionado a ningún hombre, a pesar de que el la miró salir con alguno en mas de una ocasión, nada importante, hasta ahora.
Dillon no se había dado cuenta de lo cómodo que era eso para su paz mental hasta que Anton se convirtió en poco menos que la persona favorita en el mundo de su sexy policía.
¿Su sexy policía?
Movió la cabeza mientras una parte de su cerebro trataba de racionalizar por que esta sentado en vez de sirviendo bebidas, la otra parte, se había recostado para mirar como el se acercaba a Aby Colter
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Sonrió mientras se preguntaba que habría pensado el, era demasiado caballero o cinco para preguntarle por las tarjetas de presentación y ella se alegró al ahorrarse la explicación.
En su trabajo su tarjeta sin el anuncio “SOY POLICIA” en grandes letras daba mayor confianza a la gente
Decidió que no estaba buscando una relación pero tampoco un polvo rápido, no lo estaba, definitivamente, debía olvidarse de todas las ideas románticas que estropeaban su buena lógica, terminaría su bebida y se iría a dormir, al final de cuentas.
-¿Qué calificación le das?-, preguntaron a su espalda, tan cerca de su oído que todo su cuerpo se tenso, pudo haber tenido al sujeto contra la barra de no ser por que su tono ligeramente arrastrado solo pertenecía a una persona.
-Debía haber tenido un maestro mejor, aun no pasa mis estándares de calidad-, le respondió ella mientras Dillon bebía y el pobre chico en la barra se ponía nervioso
-Ella es así de exigente siempre Sam-, le explicó Dillon al barman suplente
-Sabes que tengo algo de razón-, dijo Aby en tono bajo cuando el se sentó a su lado.
-Cierto, pero no quiero que tire algo, le diré después-, aseguró Dillon guiñándole el ojo, Aby parpadeó mirando con recelo a Sam, su dosis extra de alcohol ahora hacia parecer los ojos verde oscuro de Dillon completamente irresistibles.
Ella jamás había negado que era de los hombres mas guapos que conocía, pero el verlo siempre detrás de la barra era una barrera que ahora sencillamente no estaba, era otro cliente, ahí, a su lado, su piernas rozando suavemente la suya
-¿Por qué estas aquí?-, preguntó Aby sin pensar
-Puedo irme a una mesa sola, si quieres-, propuso el sin la menor intención de levantarse o enfado alguno
-Me refiero, ¿Por qué no estas trabajando?-, concretó ella
-¿La verdad?-, preguntó el misterioso
Aby conocía el brillo de sus ojos y el lento movimiento en sus labios, esta tratando de coquetear, ¿Dillon?
Era extraño y una idiotez seguirle el juego, ya sea por los tragos o costumbre, el barman sabía más de su vida que su madre.
Debía rodear la preguntar e irse pero luego miró las orillas de su falda negra rozando sus muslos.
Los días atormentándose con la soledad que era su vida estaban presentes, bien o mal, Anton tenia a Mare, siempre la había tenido, y Aby… ¿Qué tenia ella?
-La verdad Di-, contestó
-Por que quería estar de este lado, para variar-, se encogió de hombros mientras ella lo miraba
No le dio tiempo de analizar esa pequeña declaración, le tendió la mano dando una cabezada a la pista de baile.
-Dicen que los barman tiene dos pies izquierdos-, le bromeó ella reacia a tomar su mano
-Necesita pruebas, poli-, sonrió el mientras ella se levantaba colocando su mano en la suya.
Aby no tuvo tiempo de sorprenderse cuando el cuerpo de Dillon jugaba con el suyo pues de pronto estaba tan cerca y luego tan lejos, girándola, haciéndola reír como mucho tiempo no había podido hacerlo
Perdió el número de canciones con las que se movieron al ritmo, en realidad no había un momento que ella distinguiera cuando empezaba una y terminaba la otra
Aby miraba su cara y su frente perlada por una ligera transpiración haciendo que sus ondas marrones se pegaran a su piel, quería quitarlo del rostro, lo cual no era nada considerable, su mirada no paró ahí, era tan diferente mirarlo sin la camiseta y el pantalón negro, la camisa blanca cuadraba sus hombros y sus vaqueros acentuaban un cuerpo que la estaba volviendo loca.
El no la tocaba queriendo tener más, pero los roces eran más de lo que podía soportar
Esta completamente pendiente de cada zona que el había tocado debido al baile, como si estuviera marcada, la tensión iba creciendo en ella a pesar de que no podía olvidar ni por un momento que era Dillon con quien bailaba, por decir lo menos siempre habían tenido una relación Cliente-Barman, ¿no?
Era tan prohibido salir con el para tener sexo, como involucrarse con tu jefe o un primo lejano, ¿no?
De nuevo esa sensación tendría que ver mas con el alcohol de mas en su bebida que sobre algo referente a Dillon, el humano, la persona, el hombre que la miraba sonriendo.
-¿Los barman tiene dos pies izquierdos?-, le preguntó el, pero antes de que Aby pudiera contestar cualquier cosa un estruendo quebró de hecho el sonido estridente de la música
Aby creyó que vería llorar a un hombre, Sam estaba haciendo pucheros mirando el líquido esparcido en la barra entre los diferentes tamaños de cristales.
-Maldición-, oyó murmurar a Dillon
Aby se sintió dividida, sabia que el baile se había acabado y su cuerpo protesto, quería mas de esas manso vagando por el, no era como si Dillon supiera que ella estaba algo “cachonda”, pero su cerebro miró el letrero de salida con letras grandes
-Tal vez no pies izquierdos, pero quizás dedos de mantequilla-, sonrió ella mientras el entrecerraba los ojos, divertido en la superficie mas enojado en el fondo
***
Miró a Aby de nuevo, diablos no se había divertido tanto desde no recordaba cuanto tiempo, la poli era fantástica y por primera vez el no era solo el tonto mirando.
-Si me esperas…-, comenzó pero el terror en su cara lo paró en seco.
Una expresión que podría hacer perder la confianza a cualquiera
Pero claro considerando que ella seguía pensado en ese idiota, Dillon negó con la cabeza rascándose la nuca.
-Mejor ve antes de que empiece a llorar-, susurró Aby sonriendo apenas.
-Seguro-, respondió el mientras una incomodidad enorme se instalaba entre ellos.
Volvían a ser el barman y otro cliente más.
¡Idiota jamás dejaste de serlo para ella!
-Suerte para el final de la noche-, sonrió el como cada vez que se despedía de un cliente y ella parpadeo sorprendida.
-Mi almohada y yo te lo agradecemos-, terminó mientras lo esquivaba rumbo a la salida, ya esta, se había terminado.
Caminó un paso antes de que giraba en contra de su voluntad, ella iba saliendo sin importar llevarse algunas miradas.
-No me gustas, poli, ni un poco-, le dijo a la nada, tratando de convencerse a si mismo.
Cel.
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1 Comentarios
Wow,, si que esta padreee,, pobre avi se merece a alguien que la kieraa como a Dior jejeje porque Anton ya es de Mare
ResponderEliminarDeja que fluya...