La guerra del amor V

Bando Uno

Mare

Me levanté de la cama y me alisé el cabello con los dedos, no podía soportar algo parecido al arrepentimiento al mirarme al espejo, una completa locura.

Me puse de nuevo el pantalón y la blusa, era el colmo tener que vestirme con la ropa de la noche anterior.

Al salir me coloqué la chaqueta mientras miraba un movimiento lento entre las sabanas.

-¿Qué no se supone que eso debería hacerlo yo?-, preguntó, aunque no podría recordar exactamente su nombre, ¿John?, ¿Juan?, ¿José?, ¿Javier?

Le sonreí, su cabello rubio caía hasta sus hombros, se recostó de nuevo en la almohada.

-No te preocupes te ahorro el acto-, le dije mientras el reía.

-Dame tu teléfono Mare-, pidió mientras yo lo miraba algo sorprendida, el si sabia como me llama, eso era un punto a mi favor o ¿no?

-No creo que sea necesario-, le aseguré mientras el se sentaba en la cama, tomé mi bolso y me encaminé a la puerta de la habitación.

Vagamente sabia donde quedaba el hotel, gracias Dios, pues aquel sentimiento de equivocación no se iba.

-Mare, por favor-, pidió el

-No creo que a mi novio le guste-, le dije saliendo con un guió de ojo y caminando lo mas rápido que pude.

Cuando estuve en el estacionamiento y miré mi auto respiré con menor dificultad, me subí y me coloque las gafas de sol mientras arrancaba lo más rápido que pude.

Hacia mucho que había dejado las aventuras de una noche, al menos pasaban las citas antes de acostarme con alguien, y no estaba muy feliz conmigo misma.

Cuando llegué a mi departamento, mi móvil sonó mientras me daba cuenta de la hora.

-¿Te quedaste dormida cariño?-, preguntó Anton al otro lado de la línea

-Algo así-, contesté entrando

-¿Algo así?-, su voz pareció un tanto burlesca.

-No dormí muy bien anoche-, le admití mientras el reía

-¿Y eso fue bueno o malo?-, me preguntó.

-No lo se-, le dije mientras me iba desnudando y abría la regadera.

-¿Estas bien Mare?-, preguntó el

-Claro, hoy me perderé el Pay, te veo en la oficina-, le dije cortando un tanto la llamada.

-¿Tan malo fue?-, trató de bromear otra vez, provocándome una tenue sonrisa.

-Eres un idiota-, le dije antes de colgar.

Dejé que el agua destensara mis músculos, era la primera vez que no quería hablar con el sobre como me sentía, tal vez mi madre tenia razón y ya estaba bastante grandecita para estar sola, jugando con los hombres como ella lo llamaba.

O tal vez solo había querido olvidarme de todo la noche anterior.

Anton no tenia derecho a preguntar que me pasa si el no era sincero conmigo.

Sabia que algo llevaba en su cabeza desde hace varios días, era como si quisiera ocultármelo, como si le asustara, me sentía excluida de ello y no me gustaba.

Hasta ahora no me había dado cuenta cuanto había creído que estábamos unidos, que no había nada que uno no supiera del otro.

Cuando salí de la ducha, me alise el cabello y lo sequé tomándome mi tiempo.

Me coloqué el vestido café y lo zapatos a juego, después me miré al espejo tratando de convencerme que quizás estaba algo paranoica.

Eso me parecía mejor que creer que el me ocultaba algo.

Mi mejor amigo no me tenía la suficiente confianza para decirme lo que le pasaba.

Al menos sabía que un rubio no servia para aliviar tu paz mental, para la próxima me emborracharía con Ava.

Al entrar a IDEAL, la susodicha parecía a punto del colapso.

-¡Falta solo una hora para que inicié el nuevo curso!, Anton solo me sonrió cuando llego y me dijo que respirara, pero es que como no llego contigo, no sabía si ya tenias todo listo, es decir si querías que cancelara me avisarías y…-, levanté una mano en alto y ella se mordió el labio.

-Solo me quede dormida, y el idiota que tienes por jefe le encanta mirarte vuelto loca-, le aseguré sonriendo

Ella rodeó los ojos.

-Un día van a volverme loca, la sala de juntas esta lista, son 12 participantes esta vez-, murmuró ella mientras asentía y me tendió la mensajería para ir a mi oficina, subí las escaleras y dejé mi bolso y las sobres en el escritorio y salí hacia al oficina de Anton, la puerta estaba entreabierta, y el miraba una de las fotografías que tenia detrás se su escritorio, odiaba esa fotografía, era de la época de Universidad, una época que quisiera rescribir por completo salvo el hecho de haberlo conocido

-Un día ese portarretrato desaparecerá-, le dije entrando.

-Es una foto muy real-, aseguró el mirándome

-¿Por las ojeras, le medio moño del cabello y la mirada perdida?-, le pregunté mientras el rodeaba los ojos.

-¿Por qué no le dijiste a Ava que llegaría mas tarde?-, seguí mientras el sonrió con algo de culpa.

-No pude detener las mil palabras con las que estaba a punto de informar la tercera guerra mundial-, aseguró

Me miró mientras yo me sentaba frente a el.

Hasta este instante la sensación de que algo era incorrecto desapareció, me sentí libre de una carga que no sabia que llevaba conmigo, Anton se rascó la nuca y se levantó.

-¿Tan mala fue la noche?-, preguntó mientras abría el pequeño frigorífico de su oficina.

-No, de hecho no-, admití

El se giró un poco enarqueando una ceja.

-¿Nunca te has sentido harto?-, le pregunté mientras el negaba.

-Trato de hacer lo que me gusta-, aseguró

Cuando se volvió traía consigo mi pedazo de Pay en un recipiente desechable.

Le sonreí mientras el se sentaba en la orilla del escritorio.

-¿Por qué preguntas?-, inquirió

Me llevé a la boca un trozo y decidí que no me importaba si el no me decía cada pensamiento de su cabeza, estaba conmigo, tarta de Pay incluida y sabía que nunca se iría.

-Tal vez me estoy haciendo vieja-, le dije mientras el soltaba un carcajada.

-Mare tienes 28, no estás vieja-, aseguró de nuevo

-Esas líneas de la piel no se notan con el maquillaje-, siguió medio en broma mientras yo me levantaba.

-Idiota, recuerdas que eres un año mayor que yo-, le contesté mientras el reía y yo comía otro trozo de Pay.

-¿Por qué no hacemos algo?-, le pregunté, un impulso, solo quería deshacerme de todas las ideas paranoicas.

-¿Cómo que genio?-, preguntó

-No se, ya se me ocurrirá, terminando el curso de esta semana podríamos viajar-, le propuse

-Si tu tarjeta paga yo estoy listo-, aseguró mientras yo bufaba.

-Es justo, yo te compré el Pay-, se escudó haciéndome reír

Caminé unos pasos mas hacia la puerta antes de que el me llamara de nuevo.

-Dejé sobre tu escritorio la copia del contrato con la empresa de lencería, el viernes lo firmé, tenemos patrocinador-, me dijo sonriendo mientras yo asentía.

-Sabia que lo lograrías-, le aseguré con otro pedazo de Pay.

Quince minutos antes de la hora en que iniciara el curso bajé hacia al sala de juntas, Ava había dispuesto todo y los gafetes ya habían comenzado a ser entregados, le sonreí a dos mujeres de unos 30 años que llegaron sonrientes, las amigas solían tomar el curso juntas, a veces una animando a la otra.

Ava me codeó un poco mientras yo levantaba la mirada hacia la entrada, una joven entró, parecía algo nerviosa y sus gafas de montura gruesa eran mas extrañas de lo normal, cuando se acercó a la recepción miró a Ava por sobre los lentes…

¿No los necesitaba?

En realidad todo su atuendo era algo extraño, llevaba una gorra en su cabello del cual salía una coleta de espeso cabello negro, las gafas, y la camiseta holgada y los jeans.

-Buenos días-, saludó

-Buenos días, ¿Puedes darme tu nombre?-, preguntó Ava.

-Wen Anderson-, contestó ella

-¿Pareces nerviosa?-, inquirí mientras ella asentía

-La verdad es que sigo creyendo que este es la tontería mas grande que he cometido en mi vida, el no…, se detuvo un momento

-Tranquila, lo primero que aprenderás aquí, es que no es por el por lo que estar en el curso, debe ser por ti misma, además al finalizar, si “el” no sabe lo que tiene enfrente entonces le falta un tornillo-, le dije y ella se rió nerviosamente, y se sonrojó levemente.

Había pocas veces en las que sabia que tal vez el curso podría acabar muy bien o muy mal, ella estaba enamorada, solo pensar en el “hombre de sus sueños” la hacia sonrojarse, si al final del curso el no la quería, tendríamos un corazón roto.

Los hombres eran imbéciles, pero las mujeres a veces lo éramos mucho más.

Imaginábamos cosas donde no las había, idealizábamos imposibles, y a veces no mirábamos la realidad frente a nosotras.

Ella tomó su gafete y entró en la sala.

-¿De que viene disfrazada?, además ella es bonita, pareciera como si no quisiera que la reconocieran, digo esto es un trabajo completamente decente…y-, Ava comenzó a hablar mientras yo reía.

-Tranquila, solo necesita un poco de confianza-, le aseguré

Al entrar me presenté mientras miraba a las mujeres frente a mí, Wen se había colocado casi al final de las sillas.

-Nadie puede hacer magia, nosotros no lo hacemos, y lo primero que tienen que aprender es que no las convertiremos en algo que no son, su esencia es lo que debe hacerles tener a cualquier hombre a sus pies, es decir cuando tengas 45 si el se enamoró de tu cuerpo, ya estará buscando un reemplazo, si se enamoró de tu personalidad, de lo que llevan adentro, tendrás una vida sexual madura espléndida-, les dije haciéndolas reír.

-Hay ciertas reglas que debemos de establecer, son importantes, tómenlo como una ley-, continué

-Número uno: "Aunque tus rodillas se doblen, el hombre frente a ti no debe notarlo.... ¡Como vas a hacerlo temblar si estas babeando!"-, las dos amigas se rieron mientras yo les sonreía.

-Los hombres solo tiemblan con un cuerpo 90, 60-, dijo una de ellas.

-No, tiemblan con cualquier mujer que sepa excitarlos, pero para ello no deben saberse con el control siempre, no debemos parecer perritos babeadores-, les bromeé.

-¿Y si es inevitable?, si cuando lo vez el corazón parece caminar mas rápido-, preguntó Wen en voz baja

-Tu lo sientes, el no puede estar seguro, toma tu distancia, has que el se pregunte de ti, la base de todo es un poco de misterio-, contesté.

-Los hombres guapos se saben guapos, se ven al espejo todos los días, no es necesario que nostras se los recordemos, deben de mirarse al espejo y recordar lo que nos gusta de si mismas-, terminé.

Cuando la clase concluyó, Wen se despidió con la mano, le sonreí mientras me acercaba a ella.

-¿Quién es?-, le pregunté, algo curiosa, ella estaba enamorada, desgraciadamente podría salir lastimada.

-Un imposible-, me dijo antes de irse

Cuando subí de nuevo hacia mi oficina Anton me sonrió mientras salía de la suya.

-¿Cómo fue?-, me preguntó mientras yo tomaba mi bolso

-Una de ellas esta enamorada, muy enamorada, globos rosas y todo-, le dije mientras el reía.

-¿No crees que pueda conquistar a su “príncipe azul”?-, preguntó

-Ella no cree hacerlo-, la aseguré acercándome de nuevo a el que me esperaba en el marco de la entrada.

-¿Puede hacerlo?-, me preguntó.

-Si-, Ava tenia razón Wen era hermosa, solo necesitaba confianza, el hombre debía estar ciego si no lo notaba.

-Entonces llego al lugar correcto-, murmuró Anton.

-El lugar IDEAL-, le sonreí y el asintió mientras salíamos.

-Sobre el viaje, tal vez puedas invitarme a Paris-, me sugirió.

-Olvídalo-, murmuré haciéndolo reír.

-Vamos tendrías la cuidad del romance y un hombre apuesto a tu lado-, siguió mientras yo sonreía.

-Necesitarás mas argumentos, ¿Por qué no empiezas por pagar la comida?-, le sugerí

-Eso se llama chantaje cariño, ¿lo sabias?-, preguntó mientras yo lo miraba, pero sonrió asintiendo.

Nada en él esta mal, solo eran puras imaginaciones mías.

Quizás si estaba volviéndome un poco paranoica.

-Además, si yo andaré en Paris con el hombre apuesto, ¿Dónde estarás tu?-, terminé haciendo que soltara una carcajada

Cel

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6 Comentarios

  1. Anton estara conmigo (ABY) en mi casa, a oscuras, solitos, etc, etc. jajaja.

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  2. Estuvo muuy divertido el cap! creo que la chica que andaba disfrazada es la que se topo en el supermercado... ella se sonrojaba hasta porque Anton respiraba. Me encanta la historia.

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  3. Ahhh....comienza a fastidiarme esa wen

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  4. jajajaj me encanta este cap!! es tan gracioso e informativo!!!

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  5. Uy esa wen XDDD
    esta lindo y divertido el cap!, genial!

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  6. Anónimo12:05:00

    Pobre Wen, se supone q deberia odiarla pero me agrada, ajaja no tiene la culpa.

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