La Guerra del Amor II

Bando dos

Anton

Entré en Peter's Coffe con la mente en blanco, me había privado de toda la semana de mi primer café del día y la matutina conversación con Mare, ambas cosas eran tan primordiales como el futbol, el sueño y una buena cerveza los viernes por la noche

Caminé por entre las mesas y vi a lo lejos a Karen que desviaba la mirada y se entretenía de sobre manera en seguir apuntando el pedido que tomaba en esos momentos, por un instante esperé que fuera diferente, es decir teniendo lógica, la desilusionada era ella, no debería esquivar la mirada, debería retar con esos ojos bellos que tenia y mostrar lo que me había perdido.

Era un hecho que jamás entendería a las mujeres, no por completo

Aunque Mare tal vez tenga razón y Karen no este tan desdichada como pensaba, por suerte para mi, sin tentar mas me senté en otra área de la cafetería y para evitar ciertas incomodidades

Me ardían los oídos de escuchar todos los días la misma alegata de mi mejor amiga sobre el relacionarse con personas conocidas, yo no tenia su talento para seducir a descocidos, pobres tipos que jamás la volverían a ver en su vida, sabia por que ella lo hacia si, pero a mi no me iba, yo hablaba con la verdad, no quería compromiso, no de la persona a quien tenia frente a mi antes de hacer el amor, se los dejaba claro, algunas lo entendían, otras no.

Lucy, otra mesera de Peter’s se acercó y esta vez aquella sonrisa centellante fue sustituida por un mueca, dejó el menú y se fue sin decir ni pío.

Reí tapándome la boca tenuemente.

Eran increíbles, totalmente increíbles.

Hace una semana aun se peleaban por atender la mesa que Mare y yo ocupábamos todos los días, ahora tenía a todo una cuadrilla de meseras ofendidas.

Las mujeres tenían un síndrome enfermizo de mosqueteros, "Una para todas y todas para una", claro, cuando contenía a sus intereses.

Miré el menú deseando que llegara alguien que equilibrara los bandos, al menos de forma figurativa, Mare solo era mujer en la forma, mi seductora amiga no tenia ni una pizca de cada uno de los errores que cometían las mujeres

Alcé la vista y sonreí sin pensarlo, de forma natural, ¡Por fin!

Entró a la cafetería como todos los días desde no se cuanto tiempo ya, claro exceptuando mi metida de pie de hace unos días, exactamente no de pie...

Su cabello le caiga por lo hombros, el vestido color arena y los zapatos altos, todo ella altiva, toda ella haciendo que mas de uno en la cafetería girara la cabeza, pero Mare me miraba a mi, para desgracia de unos cuantos idiotas, le sonreí mientras ella enarqueaba una ceja

-¿Qué pasa Anton?-, preguntó sentándose frente a mi

-Recordé que alguna vez no te gustaba tener el cabello suelto-, le dije y ambos reímos, los dos lo recordábamos, la época en que no se creía bella o capaz de lo que hacia ahora, tener babeado a la mitad de la testosterona reunida y a mi como el único macho vencedor, claro era mi mejor amiga pero los imbéciles en la cafetería no lo sabían

La había visto llorando hace ya 10 años, mientras yo corría por el pasillo y choqué sin querer con ella…aun se lo sigo jurando, ¡No la vi!

La misma historia, el idiota de Jefferson le había bajado la luna y las estrellas y ella se había entregado como un ciervo dócil…

El primer consejo lo dije sin pensar, después ella aprendía a pasos agigantados, pronto toda la Universidad habló de ella y tenia a mas de uno siguiéndola, pero ella jamás creyó nunca mas en ninguno…nunca lo a hecho

Por ellos los desconocidos, el corazón de Mare se había cerrado

-Así que ¿sigues vivo?-, preguntó enarqueando una ceja y yo asentí.

-Debí ser desastroso-, le dije sonriendo mientras Lucy se acercaba de nuevo.

-Buenas días, puedo tomarte tu orden-, le sonrió a Mare mientras mi amiga me lanzaba una mirada burlona, lo sabia, no traicionarían a su compañera de genero.

-Lo mismo de siempre Lucy-, contestó mientras se hacia el silencio, Mare lo estaba haciendo a propósito.

-Lucy por favor tráeme también un Moka y una rebanada de pastel de queso-, ordenó por mi mientras la mesera torcía la boca.

-En un momento-, se alejó mientras bufaba

-Gracias-, refunfuñé

-Pudiste haber evitado esto-, replicó ella

-Cariño, no hablaremos de esto cierto, mira que tendrás mas horas en el día para recordármelo, es suficiente con las "kill wintress"-, le dije y ella se rió

-Tengo una idea mejor, te lo mandaré por correo haber si se te queda en la cabeza-, murmuró sarcástica

-¿Como va el curso?-, le pregunté

-Termina mañana, la verdad es que este vez fue fácil, son tímidas pero no estupidas-, contestó mientras yo reía, Lucy llegó con el pedido, miré mi rebanada de pastel, solo la mitad de lo que regularmente servían, el moka tenia solo un pizca de espuma y parecía estar frío

Miré aun mis sagrados alimentos después de que se fuera y Mare se rió bajito.

-Hablando de personas inteligentes-, murmuró mientras yo la miraba.

-No tan inteligente, podría reportarla-, le dije y Mare se rió aun mas

-Pero no lo harás Anton, ¿no has oído hablar sobre la caballerosidad?-, bromeó comiendo un pedazo de su Pay

-Sabes que, esto funcionó mejor que el mail-, dije entre dientes tomando mi café tibio.

-Ver para creer-, dijo aun sonriendo, la miré un momento y me solté a reír con ella, era inevitable no hacerlo

-No lo entiendo, lo deje claro-, le dije y ella rodeó los ojos

-Muchos sufrimos de sordera en ocasiones, oímos lo que queremos oír-, me contestó

-Bien pues no me disculpare ni cambiare, no caí rendido a sus pies-, le contesté mientras me llevaba un pedazo de pastel a la boca.

Las mujeres sueñan conquistar a hombres con faldas, vampiros atormentados o millonarios solitarios...cuando se decida por alguien real, que me llamen.

-Anton-, llamó Mare mientras yo levantaba los ojos.

Me tendió el tenedor con un pedazo de Pay haciéndome sonreír

-No es por ti querido, actúa su orgullo herido-, me dijo mientras yo reía.

-Lo se-, terminamos de almorzar, y Lucy volvió totalmente seria con ambos, el problema con Mare es que fácilmente te dabas cuenta que hace mucho no era del bando femenino, no de las que se lamentaban tras trincheras

-¿Iras a la oficina?-, preguntó ya frente a su auto

-Tengo la cita con el nuevo patrocinador-, le expliqué y ella rodeó los ojos.

-Cierto, tu y ropa interior femenina ¡Que horror!-, exclamó mientras yo reía y le daba un beso en la mejilla a modo de despedida

-¿Me ayudaras esta noche?-, preguntó mientras yo entrecerraba los ojos.

-No te lo mereces, reíste a mis expensas ahí adentro-, señalé la cafetería y ella sonrió.

-Lo compensare, el fin de semana las pizzas y cervezas serán a mi cuenta-, pidió acercándose, su aliento chocó con el mío, un juego que ninguno ganaba, en la Universidad te acercabas hasta hacer que el otro hiciera lo que deseabas o tendría que besarte, nunca habíamos terminado, sabíamos que el otro aceptaría, siempre.

-Pobre Jess-, le dije, me aventó con sus manos en mi pecho y entró al auto.

Llegué a la empresa de lencería fina cerca de 10 minutos antes de la cita, me senté en la recepción mientras la joven detrás del mostrador me anunciaba, seria interesante que el visitar una empresa de ropa interior femenina te permitiera mirar mujeres andantes y en bikini y negligé, pura fantasía, la realidad es que la recepcionista tenia su cabello en un perfecto moño y su blusa blanca resaltaba sus ojos verdes y su cabello negro.

Notó que la miraba y su piel se volvió más roja que la grana, bajé la vista hacia la revista que estaba en la mesita de la estancia.

Los ojos eran para mirar y el apreciar a una persona no tendría por que comprometerte a nada, muchas de las complicaciones de la vida las creábamos nosotros mismos, si ahora mismo la volviera a mirar, ella creería otra cosa, era tan fácil engañarse a uno mismo, y ¡Yo no había hecho nada!

Mare me mataría si supiera "de los filtreos con el patrocinador".

Quise explicarle a la recepcionista, parecía una mujer dulce, pero no era fácil de entender, el amor era un sentimiento fugaz, una semilla que se mantenía con muchas otras cosas que la mera chispa inicial, el desear o admirar a una persona no te prometía la felicidad eterna.

Sonreí con disimulo, mi amiga tenia razón, a veces parecía enciclopedia de revista del corazón, la joven me llamó con voz suave, sacándome de mis “profundas” cavilaciones

-Sr. Clark-, dijo mi apellido mientras me levantaba, me indicó el camino hasta una sala de juntas en el segundo piso

-En un momento mas estarán con usted-, mencionó mientras yo sonreía

-Gracias, Wen-, leí su carnet mientras agachaba la cabeza, ¡Se llama amabilidad!, ella salio sin mas, tímida, apenada y roja cual tomate, negué con la cabeza, entre divertido y exasperado.

El mundo a veces era desesperante, y los humanos lo hacían imposible.

La junta se alargó tanto que me perdí la comida, la verdad el porcentaje que pedían era exorbitante y estuve a punto de meterle el papel por donde mejor le cupiera, pero la realidad es que las proyecciones al ser respaldados por su empresa nos beneficiaban en demasía, el bajo un poco el porcentaje y dije acepto como cual subasta con precio mínimo

Llegué a mi casa, mi lugar favorito, mío, mis colores, mis muebles, mi forma de acomodarlo todo, salvo pequeñas excepciones que Mare había ido metiendo de contrabando y que sin duda le daban un toque mas personal, pues ella también era parte de mi, una parte especial, una parte permanente en mi vida.

Me duché y me cambié para dirigirme hasta el bar en donde Mare había concertado su cita con el famoso, Jeff-Jess

Me sorprendía que el tipo siguiera merodeando, cuando la Srita. Santos quería dejar algo en claro, era completamente firme.

Así que el hombre debería haber recibido más de una negativa y un comentario penoso.

Fue divertido durante unos días verla bufar cada que miraba su numero telefónico en el móvil. Pero el verla estresada y desesperada no me parecía y ningún hombre volvería a tocar siquiera la paz mental de Mare, había hombres que no entendían un no, a veces los gestos valían mas que mil palabras

Marqué su móvil antes de entrar y ella contestó al primer timbrazo.

-Llegas temprano-, me dijo mientras yo rodeaba los ojos.

-Se llama puntualidad-, le repliqué mientras se oía un claxon

-¿Atorada?-, le pregunté sonriendo

-Un poco, el seguramente me esperara fuera, entra y te marco para que sepas donde buscarnos-, me dijo mientras yo reía.

-De acuerdo Jefa-, contesté

-Idiota-, murmuró mientras reía, Mare era la mujer más recta que conocía, salvo mi palabra reservada…

-También te quiero cariño-, corté y me giré hacia la entrada del lugar

Fui hasta la barra mientras miraba a las personas que se iban agolpando mientras transcurrían los segundos de noche de viernes.

Le pedí al barman una cerveza y bebí un buen trago para pasara la tensión de la ridícula negociación de porcentajes que aun traía en la cabeza.

Una mujer pidió un whisky con soda a mi lado, la miré y ella me sonrió y se volvió a girara hacia el frente, no me miró de reojo ni se cohibió, conocía el juego, y tal vez las reglas también.

Le dieron su bebida y se acercó un poco mientras me miraba

-Salud-, murmuró

Levanté mi botella y bebí un poco mientras se iba caminando con el contoneo de caderas hasta una mesa frente a la barra, estaba con un grupo de amigas, me volvió a sonreír antes de tomar y le devolví el gesto.

El teléfono sonó distrayéndome y me enfoqué en buscar a mi “damisela en peligro”

Estaban en medio de la pista, Mare había decidido vestirse de negro y aunque aquel pantalón y blusa estraple parecían una segunda piel, odiaba ese color, una forma indirecta de decirle a Jeff que no tenia ni idea de lo que hacia.

El se empeñaba en bailar junto a ella mientras Mare apenas se movía, mi amiga caminó hasta una mesa al terminar la canción y el la siguió.

Terminé mi cerveza y fui hasta ellos, los ojos de Mare brillaron al verme y sonrió sin disimular ni una pizca, me dirigí hacia ella sin ver a Jeff, la abracé sentándome a su lado y escondí el rostro en su cuello, no llegué a tocar su piel, pero si olí su perfume, aunque para “su cita”, la escena era reveladora.

Me giré y el estaba aun demasiado sorprendido para articular palabra.

-¿Le comentaste cariño?-, pregunté mientras Mare negaba

--Comentarme que-, espectó Jeff recuperando su lengua

-Mi novia y yo tenemos un acuerdo-, comencé mientras el se iba poniendo tenso ante cada palabra, debió desistir cuando ella se negó a seguir viéndolo, la miró acusadoramente y yo la estreche mas.

-Dijiste que no salías con nadie-, replicó de nuevo.

-Es simple podemos salir con otras personas, y también podemos mirar-, expliqué mientras el se levantaba como si alguien le hubiera insertado un resorte en las piernas, hubiera sido gracioso si no creyera que se nos podría echar en cima.

-¿Es broma?-, preguntó mientras yo miraba a Mare de forma inocente, ella también pareció no entender y lo miró negando.

-Claro que no Jeff, parecías bastante interesado-, susurró ella

-Están…están…-, comenzó mientras apretaba los puños.

-¿Locos?-, lo ayudé sonriendo y el maldijo una sarta de tonterías y se dio la media vuelta.

Lo miré hasta que se perdió entre la gente y deslicé mi mano por la espalda de Mare hasta quedar uno al lado del otro.

-¿No se te ocurrió algo mejor?-, preguntó.

-Gracias Anton eres mi héroe seria mas acertado-, especté y ella rodeó los ojos.

-¿Que paso con el plan de ser mi hermano celoso?-, preguntó

-Mala idea, hubiera tratado de ganarme-, le expliqué, además el ver como trataba de acariciarla mientras ella trataba de escapar disimuladamente había sido mas de lo que un “hermano celoso” podía soportar, la psicología inversa funcionaba mejor.

-Cariño-, llamé mientras ella seguía respirando agitadamente, muy pocas veces Mare estaba realmente molesta, esta era una de ellas.

-Los hombres son idotas-, me dijo

-Ouch-, me toqué el pecho y ella se rió

-No creí que llegaría hasta este punto, SOLO COMIMOS JUNTOS-, me dijo sin mirarme.

-¿Qué pasa?-, le pregunté confuso y acercándome para escucharla mejor, a Mare hasta cierto punto siempre le había divertido coquetear y filtrear, desde que había notado su reacción en el genero masculino, salía a comer y a cenar sin dar pie a nada mas.

-Quizás estoy cansada-, me dijo y no supe bien si se refería al momento o a la actitud, a luchar contra un mundo que te pedía compromiso, que te mostraba el amor en letras brillantes y con olor a miel, sin prevenirte sobre el sabor a hiel que a veces dejaba.

La puse un mechón de cabello detrás de la oreja y me acerqué.

-¿Demonios, ahora es cuando nos ponemos sentimentales?-, me preguntó con una mueca y yo sonreí, Mare era demasiado fuerte, quizás mas de lo que a veces esperaba.

Se levantó y yo la seguí.

-¿Me invitaras a cenar?-, le pregunté entre la gente y ella me miró arqueando una ceja

-Me lo merezco por aparentar ser un loco vouyerita-, le dije y ella se rió negando, miré de nuevo a la mujer del whisky con soda y ella miró a Mare.

Si, a veces el juego cansaba, y solo quedaban tus amigos, seguí a Mare sin volver a verla.

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3 Comentarios

  1. insisto me gusta la relacion que tienen Anton y Mare... Anton tiene una idea cruda del amor, algo así como que nada bueno va a pasar de una relacion aparte de un buen revolcon...
    Me gusta la historia!
    saludos

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  2. Tanto y tanto se va el cantaro al pozo...mare y anton lo niegan...pero caeran...

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  3. Lindooooo!!
    ese es amor apache!
    me sigo...

    (k)

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