La Guerra del Amor IV

Bando Dos

Anton

-Pareces horrorizado-, le dije a John mientras este volvía a mirar las piernas de la mujer frente a nosotros, después me miró enfurruñado y terminó su cerveza.

-¿Podemos irnos?-, preguntó mientras yo reía.

-Al menos deja que Sugar acabe de bailar, es de mala educación-, le dijo en tono serio mientras mi amigo me miraba de reojo, y luego clavó sus ojos en el suelo.

Si, había sido divertido.

Tomé un poco mas de mi cerveza mientras la canción terminaba, Lisa bajó del escenario y llegó sentándose en mí regazo, me sorprendía que siempre oliera a una deliciosa ducha.

-Anton-, murmuró John enfurruñado, lo miré con una ceja levantada y Lisa me miró a mi con un gesto idéntico.

-Mi amigo quería tener una noche de chicos-, le bromeé y ella sonrió, se levantó y se sentó entre nosotros.

-¿Cómo te llamas?-, preguntó con su mini falda prácticamente invisible, mostrando sus largas piernas

-Jonathan-, dijo el sin ningún tono amable.

-Sugar-, tendió la mano ella y el se la estrechó sin ganas.

-No pareces muy feliz-, dijo ella divertida.

-Solo quería salir a tomar algo-, le dijo mirándome.

-Aquí puedes hacerlo-, siguió ella mientras el la miraba.

-Mira, eres muy hermosa, en serio, y no dudo que a alguien le encante mirarlas, yo solo quería beber algo-, dijo volviendo a asesinarme con la mirada, hipotéticamente para su desgracia.

-Piensas en una mujer-, afirmó Lisa.

John cerró los ojos y yo asentía hacia Sugar- Sugar.

La había conocido en el gimnasio, y almorzamos juntos antes de que me creyera digno de verla bailar, era realmente buena, intentaba convencerla de presentar una audición para la escuela estatal de baile contemporáneo, Daphne estaba mas que de acuerdo conmigo.

El cabello rubio de mi amigo se movió de forma negativa mientras la melena negra y exuberante de Lisa se movía debido a su afirmación.

-¿Aun no se da cuenta?-, me dijo ella mirándome a mi.

-Ah lo sabe, pero ella quiere matarlo cada vez que lo ve-, le dije pensando en nuestra recepcionista.

-Ese si es un problema-, aceptó Lisa mientras se acercaba John.

-Ahora sabes que es de verdad-, le dijo contra el oído, John la miró mientras Lisa se acercaba mas poniéndole una mano contra su corazón.

-Lo que sientes aquí, por ella, es real-, siguió mientras le daba un beso en la mejilla, el se puso completamente tenso, negué sonriendo y ella se giró dándome un beso en el cuello.

-¿Por eso te sientes tan a gusto aquí?, tu no tienes nada dentro-, refunfuñó mi amigo mirándome

-Claro que si, todo el es castaño sexy por dentro-, comenzó Lisa mientras yo le hacia una mueca.

-Dale un beso a Dap, de mi parte-, le dije

-Y tu a Mare, cielo-, contestó alzando las cejas y se fue contoneando deliberadamente las caderas.

-¿Conoces a todas las mujeres de la ciudad?-, preguntó John mientras se levantaba, caminamos rumbo a la salida del club esquivando a otros dulces caramelos.

-Claro que no, me ha mantenido alejado de los asilos y las escuelas-, le contesté mientras el me hacia otra mueca.

-¿Quién es Dap?-, se detuvo el frente al auto y yo sonreí entrando.

-Su novia-, dije mientras el me miraba.

-¿En todo caso para que fue todo el espectáculo?, parezco un eunuco, sin siquiera poder mirar a otra mujer-, dijo mientras yo giraba saliendo hacia la avenida mas próxima, negué con la cabeza.

-Cuando un hombre conoce a una mujer capaz de divertirlo tanto como excitarlo e intrigarlo…ya esta perdido-, le dije y el maldijo por lo bajo.

-Estoy enamorado-, murmuró como si le hubieran llegado las mil plagas de Egipto.

-Es tu elección usar esa palabra, el decirlo no te a hacer sentir mejor, no te va a traer a Ava comiendo de tu mano, la pregunta es ¿Qué vas a hacer?-, le pregunté y John se encogió de hombros.

-Tome demasiado como para poderte contestar

Me reí junto a el y lo dejé frente a su departamento.

-Me divertí querido-, le bromeé y John rodeó los ojos.

-A veces quisiera darte un puñetazo-, susurró

-Te tendría en el suelo en menos de dos segundo-, le dije mientras abría la puerta.

-¿Estas perdido, lo sabias, tu también ya estas perdido?-, aseguró mientras yo descomponía la sonrisa, si alguien me pagara cada vez que insinuaban algo así seria millonario.

-Si llego a perderme Mare tiene el código de mi chip GPS- le dije mientras el entrecerraba los ojos.

-¿Tú puedes darme consejos y yo no?-, preguntó confuso

-¿Alguna vez alguien le dio consejos a Yoda?-, le dije antes de encender el vehiculo.

Se despidió con la mano mientras lo veía por el retrovisor, aflojé el agarre del volante, lo estaba apretando imaginando que era el cuello de Jhonny, nadie tenía el derecho de hablarme sobre Mare, nadie lo entendería.

Cuando llegué a mi casa apenas daban las 2 de la madrugada, demasiado tarde para volver a algún bar, demasiado temprano para dormir, en Sábado.

Me quité la camisa y me senté e la cama.

Esperé casi 10 minutos, a pesar de que tenía ya el teléfono en las manos.

Cuando la grabadora entró sentí un escalofrío en la columna, ella podría estar acompañada, no era prudente interrumpir.

No lo haría si alguna vez pensara que era conveniente.

-Cariño, discúlpame, vuelve a hablarme, te juro que te diré la próxima vez que se quieran acostar con ambos-, dije mientras esperaba.

-No puedes estarme engañando a un día de haber estado en mis brazos-, seguí mientras se oía el sonido del auricular, al descolgar.

-Lo siento, estoy sola, te fallo la broma-, dijo mientras yo reía.

-¿Sola?-, pregunté recostándome en la cama.

-¿No recuerdas que no quería hablar contigo?-, replicó

-¿Por qué contestaste entonces?-, pregunte mientras ella bufaba.

-Estaba aburrida, podría haber contestado a un vendedor telefónico-, me explicó mientras reía

-¿Qué puedo hacer para que me perdones por disfrutar de tu inocencia?-, le dije y ella gruñó por la línea.

-Me hiciste creer que el era gay-, insistió

-Te dije que no lo era, no del todo-, le expliqué

-Creí que estarías dormido después de tu maratón de películas-, le hice una mueca al aire y cerré los ojos.

-Ayer dormí suficiente, ¿podemos negociar?-, pregunté

-Cocinaras para mi mañana-, me dijo mientras yo enarqueaba una ceja.

-Esa es una orden no una negociación-, le repliqué

-Cocinas para mí y no le doy tu número a Carlos-, dijo mientras yo me levantaba.

-Eso es jugar sucio Mare-, le advertí

-Vamos Anton-, casi la imagine con un puchero mientras asentía sin que ella pudiera verme.

-Esta bien, pasando a otro tema, ¿Qué llevas puesto?-, le bromeé y ella se rió, cerré los ojos volviendo a acostarme.

-No me gustan las pijamas, buenas noches-, se despidió

-Buenas noches cariño-, le contesté antes de colgar.

Deje el teléfono en el buró y cerré los ojos mientras me imaginaba a Mare en el escenario.

-Idiota-, murmuré y me tapé el rostro con la otra almohada recordando los porcentajes de negociación.

El domingo regularmente salía a correr por las mañanas y después pedía algo de comida y miraba televisión, Mare hacia lo mismos desde su casa, peor casi nunca nos mirábamos ese día, hace bastantes domingos que no pasábamos juntos, y para concluir tan maravillosa idea, tenia que cocinar.

Cerca del medio día, me puse unos vaqueros y un suéter gris de tejido ligero y salí al centro comercial, necesitaba comprar lo necesario para consentir a mi querida amiguita.

Había mandado un mensaje con tres palabras.

Lasaña, Vino y Helado.

-Me vengare-, murmuré pasando por el pasillo de las pastas paras cocinar, me incliné para tomar mi marca favorita, al levantarme una mujer de luces rubias en el cabello me sonreía mientras su hijo en el carrito había tirado su chupón al suelo, lo señalé y negué con la cabeza sin esperar a que la apenada mamá recogiera el pobre sustituto de su hijo que sollozaba.

Lo entendía, completamente.

Cuando llegué por fin a la caja había al menos 3 personas antes de mí, odiaba comprar en domingo, todos parecían hacer la despensa ese bendito día, me recargué a un lado del carrito hasta que alguien chocó contra mí.

-Lo siento-, susurró ella mientras abría sus ojos verdes muy, muy grandes.

Sostenía un libro que seguramente compraría y que había sido el culpable de la colisión.

-El seguro lo pagara-, le dije reconociéndola, Wen se puso colorada, cual era su costumbre, comenzaba a creer, aunque estaba diferente, completamente distinta, su cabello caía en ondas suaves sobre su espalda y llevaba una camiseta holgada y unos jeans.

-Aun no lo he asegurado, lo siento-, volvió a decir haciéndome reír.

-¿Eso fue una broma?-, le dije sorprendido.

-Mi mamá decía que tengo una bocota Sr. Clark-, negué con la cabeza mientras ella seguía rojísima, estaba a punto de zarandearla.

-Anton -, le dije y ella asintió.

Soltó el aire de repente y se rió con sinceridad.

Junté las cejas, confuso y ella negó.

-Si no me dices pensare que es algo malo-, le dije mirándola y volvió a ponerse roja, rodeé los ojos, tal vez tenia exceso de sangre.

-No recordaba su nombre, iba a decir Alan, creí que seria mejor decir su apellido-, dijo dejándome en blanco, ella debió haberlo notado, pero antes de que pudiera hablar era mi turno, pagué y esperé con las bolsas en la mano hasta que ella pagó sus compras.

-Lo siento, es decir me acordaba de usted, es difícil olvidarlo, pero su nombre….no quise grabármelo…-, dijo con los ojos cerrados, se puso la mano en la boca mientras yo reía

-Pues yo si me acuerdo del tuyo Wen, tal vez por que nunca supe tu apellido-, le expliqué y ella sonrió mientras salíamos hacia el estacionamiento

-¿Tienes automóvil?-, le dije y ella asintió, caminamos unos pasos mas hasta detenernos frente a un sedan de hace unos años.

-Lindo-, dije y me mordí la lengua, pasé una mano por mi nuca y ella abrió la cajuela comenzando a meter las bolsas, su blusa se levantaba ligeramente dejándome entrever un vientre plano.

El móvil vibro en mi bolsillo y miré a “sonrojos” de nuevo.

-Ese es el que utilizo para las compras, el deportivo seria demasiado-, me dijo mientras yo sonreía, ella bajó la mirada, de nuevo apenada, reprimí el impulso de restregar esas mejillas.

-Me dio gusto verte-, le dije y ella asintió, el móvil vibró contra mi muslo y saqué el aparato

Se despidió con la mano mientras yo contestaba.

-Voy para allá cariño-, le dije a Mare precipitadamente.

-¿Qué pasa?-, preguntó

-¿Por qué?-, respondí, pero era una muy, muy buena pregunta, ¿Qué diablos me pasaba?

-No te escuchas bien-, dijo mientras entraba al auto.

-En cinco minutos podrás comprobar que mis signos vitales son correctos-, le dije y colgué sin esperar que dijera mas.

-No estabas coqueteando, no estabas coqueteando, no con ella, es demasiado frágil-, murmuré mientras sabia que ya había avanzado un paso mas hacia el psiquiátrico.

Cuando Mare abrió la puerta de su departamento, me quito las bolsas dejándolas en el suelo y me miró.

-¿Estoy perdonado?-, le pregunté mientras ella seguía mirándome fijamente.

-Si-, susurró y yo sonreí abrazándola, mi corazón volvió a latir de forma natural.

-¿Me dirás que pasa?-, susurró contra mi oreja.

-Nada importante-, le dije mientras entraba, ella se quedo parada justo donde estaba, la miré de nuevo y sostuve sus ojos.

-Por ciento, si amenazas otra vez con darle mi número a Carlos, Lisa aun quiere el tuyo-, le dije haciéndola reír.

-Sabes que descubriré que tienes-, me dijo cerca tomándome las bolsas de las manos.

-No dudo de tus capacidades-, le aseguré mientras caminábamos a la cocina.

No importaba, junto a ella ya no importaba, se iban los fantasmas.

Cel.

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3 Comentarios

  1. Y aqui esta... la tercera en discordia Wen, la odiada por muchas. Maldita!!! Se equivocó de hombre Anton es MIOOO...y de Mare. jajaja.

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  2. Anton es...simplemente Anton jsjsjs

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  3. Awww exceso de sangre jojojojo sweet!!

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