Under Breath - Capítulo 5

Eb


Llegué a mi apartamento alrededor de las cuatro de la madrugada, ni de cerca a la hora acordada, pero bueno, Eb tendría que saber entender, no todos los días haces un dos por uno sin arruinarte la manicura. Y la mía había sido hecha a primera hora de la mañana, para ser sincera, en cuanto abrió el salón de belleza, exactamente tres horas después de que mis uñas creciesen otra vez.
Las cortinas del living estaban cerradas y en el sofá individual Eb me esperaba con cara de poker. Extraño. Se había recostado de lado, con sus piernas cruzadas sobre el pasamano. Parecía de mejor humor.
—Llegas tarde —señaló, era una observación algo obvia, pero no dije nada. A continuación una sonrisa tiró de su boca y las esquinas de sus ojos se arrugaron… Oh, definitivamente mejor humor.
Ignoré mi confusión preliminar y le sonreí sensual al percatarme de que, de hecho, comenzaba a desperezarse en su sitio y giraba su rostro hacia su foco de atención.
Yo.
—Gajes del oficio.
—Yo te voy a creer
—Hablo en serio —, puso los ojos en blanco y sacudió sus hombros restándole importancia a mi diatriba, no me resistí a la tentación y le piqué:
—Tengo que decirlo, luces de buen humor…
En lugar de enviarme al demonio, como solía hacer siempre, me sonrió. Raro, definitivamente raro. su sobredosis de serenidad comenzaba a incomodarme, centré mi atención en el arete de su oreja para no sobreactuar— ¿Me extrañaste?
Había silencio en casa, lo que generalmente me gustaba, pero no ahora.
Salí del salón y procuré dejar un camino tras de mí a medida que me quitaba la ropa. El mensaje era claro.
Primero fue mi gabardina, luego un calcetín, para cuando llegué a mi cuarto, prendas traviesas adornaban el tramo que guiaba a mi habitación, por si acaso me encontraba con malas noticias.
—Ya quisieras —la respuesta llegó ronca y cercana. Un vapor cálido cosquilleando mi oído, el lado terrenal que residía en mí se despertó.
Me incliné hacia atrás y ahogué un suspiro, mi espalda contra su pecho se sentía húmeda y caliente, más que bien, se sentía natural, lo que no debería sorprenderme, éramos un par de lujuriosos, el deseo por el otro nunca fue una sorpresa.
Me giré hacia él y sus ojos se clavaron en mi torso, mi top oscuro estaba a medio camino de mi estómago y los ajustados pantalones de cuero negro que abrazaban mis piernas estaban  a sólo un botón de ser abiertos.
—Tienes razón, quisiera… — Esto por supuesto no era del todo cierto, no había nada remotamente romántico entre Eb y yo, entre yo y nadie de todos modos, pero era inevitable coquetear con mi superior porque el deseo estaba ahí, patente, incapaz de obviarlo, pero sin poder hacer nada para detenerlo. Una soberana mierda.
Supongo que se debía a que éramos iguales en un millón de formas que no podría definir.
—¿Vas a dormir hoy? —. Ni hablar, la última vez que lo intenté me desperté después de dos años con mi pelo repleto de telas de araña y mi exquisita anatomía reducida a huesos y pellejo, bastante similar a una momia, si me lo preguntas. Y si vamos a un ejemplo más cercano, hace sólo un par de días sufrí algo similar, eso sí, no se había tratado de un sueño voluntario sino uno inducido.
Estúpidos alados.
Algo malo sobre ser un demonio son las pesadillas ¿Atormentar un humano? Un juego de niños. ¿Enfrentarte a tus propios pecados? Bien, eso era bastante más difícil.
Por lo demás, mi trabajo no consistía precisamente en «atormentar», sino llevar a los sobrevalorados seres almáticos a caer. Poniéndolo de un modo simple, yo vendría a ser el fruto prohibido, sí, la manzana que Eva dio a Adán o las monedas que recibió Judas por traicionar a Jesús, sólo que tenía mucho mejor sabor que una manzana y ciertamente valía mucho más que treinta monedas de plata.
Forcé una sonrisa.
—No gracias.
Una expresión confiada se adueñó de su boca mientras que asentía, desde luego él ya anticipaba una respuesta como esa, asumo que es obvio cuando te conoces desde… Bueno, siempre. Eb y yo llegamos juntos a “nuestro hogar” por decirlo de algún modo. Lo cierto es que él se hizo responsable de mí cuando caí y, de alguna manera, me siento en deuda con él.
El simple hecho de que sea mi mentor es otro más del montón de bonos extra que no terminaré de pagarle nunca. Dada nuestra diferencia de err… niveles, él está a años luz en lo que respecta a autoridad, no debería estar al pendiente de mí, para eso estaban los ex mensajeros, pero bueno, él dice que le divierte… como si la diversión fuera un motivo digno de tener en consideración.
Como sea, yo no era la más indicada para intentar comprenderlo, apenas y me entendía a mí misma.
—Sabes, para ser alguien que acaba de enviar un alma al infierno, deberías lucir más entusiasta.
Enarqué una ceja.
—¿Una? — suspiró aburrido.
—Sí —articuló lentamente, como si le hablase a un animal o incluso un humano—, una.
Justo entonces, comprendí el porqué del silencio. Corrí hasta la oficina de Eb esperando ver el escritorio repleto de nombres, fechas, caras. Pero estaba vacío, como lo estaba también la copa con mi sangre.
Bueno, no realmente vacía, pero llegaba hasta la mitad, razón suficiente para preocuparme.
Otra cosa sobre ser un demonio es que somos bastante organizados, hacemos un seguimiento a cada humano, virtudes, debilidades, qué les gusta y qué no. La mayor parte del tiempo es bastante aburrido, debe ser porque soy buena en ello, así que no está el factor sorpresa, el caso es que a esta hora nuestro teléfono debería estar pitando con las buenas nuevas, digamos que no recibo lo que se llamarían felicitaciones, pero por cada humano que cae, hay una especie de fiesta en el infierno o algo así.
Volví a mi cuarto con Eb aún esperándome, no estaba molesto, sólo lucía desconcertado. ¡También lo estaba yo!
Maldición, no me lo creo que el muy estúpido haya esperado a la policía.
—No… —negué sin terminar de aceptarlo—. No puede ser, eran dos.
—¿Otra vez? —, la incredulidad era palpable en su voz, no me molesté en enojarme en cambio invertí esas energías en acabar de desvestirme y al mismo tiempo buscar en el armario alguna basura que me hiciera sentir menos desnuda.
Hoy no estaba de humor para juegos.
—Sí Eb, otra vez… Deberías estar acostumbrado —, cerré la puerta del armario y el espejo de la puerta quedó hecho trizas.
—Cariño, el que la mayor parte del tiempo consigas doble ración no te convierte en una experta —.Salí en puntillas esquivando el lío que había hecho con los cristales rotos y me paré frente a él.
No necesitaba verlo para saber que ahora estaba con sus brazos cruzados en posición confiada… Todo soberbia, digno de ver.
—Por supuesto que no mi señor, pero me transforma en algo así como tu alumna estrella ¿No?
Terminé de meter mi cuello a través de la monstruosa camiseta color tierra, ni siquiera era mía… No recordaba las caras de las personas que habían vivido aquí antes de que llegásemos Eb o yo, en cualquier caso no me importaba. Cada quien escoge su destino, ya sea en el cielo o el infierno… Todo se decide aquí en la tierra.
Los antiguos dueños decidieron mal.
—Si quieres verlo de ese modo —arrugó el rostro al verme— No hay caso, no te queda ese color.
Ambos estallamos en risas cuando él resaltó lo obvio. Luego, cuando el hambre hizo mella en nosotros, nos obligamos a avanzar hasta la cocina.
Tú podrías pensar que por ser demonios no comíamos, gran error, hay una gran cantidad de cosas que podemos hacer… en la tierra.
Es por eso que amo mi trabajo, si por amor se entiende darlo todo en pos de algo.
Observé a Eb avanzar entre las muchas cacerolas que rodeaban nuestra humilde cocina, era algo bastante bizarro de imaginar, un par de demonios preparando espaguetis. Aunque lo cierto es que era él quien cocinaba… Yo me limitaba a mirar y por consecuente, a comer cuando estaban finalmente listos.
Olían de maravilla.
—Entonces —, empezó él, mientras yo me tragaba otra porción de masita—, decías que había otro humano.
—Exacto —relamí mis labios, recordando lo pura que era esa alma ¿Cómo pude ser tan idiota? — Para ser sincera, aun no entiendo cómo se salvó —Sacudí la cabeza—. No había un modo humano de salir ileso.
—¿Me estás diciendo que obtuvo ayuda de arriba?
Negué, aunque ahora que lo mencionaba tenía bastante sentido.
—Lo que digo es que cuando lo dejé ahí tenía sus manos ensangrentadas y aparentaba un estado de shock bastante severo.
Él alzó sus cejas, el tenedor a medio camino de llegar a su boca. Continué.
—¿Te sorprende? El chico acababa de degollar a mi enamorado.
Los ojos de Eb se abrieron absortos.
—¿Me estás jodiendo? —sonreí, mi propio orgullo sometiendo a la preocupación antes de alzar mi rostro.
—Ni un poquito.
—¡Demonios!
—Desde luego que los hay.
Él hizo caso omiso a mi comentario y continuó con lo que nos preocupaba a ambos:
—Sigo sin encontrarle un sentido. Esto no había ocurrido antes… —, resistí el deseo de encogerme de hombros, yo misma no tenía idea de cómo se había salvado. Sin embargo, eso no me excusaba de mi responsabilidad.
—Deberías haberlo matado.
—No, ese no es mi trabajo.
—Pero podrías haberlo hecho.
—¿Y darle créditos a un tercero? Ni hablar.
—Cali…
Empezamos de nuevo…
—Sabes que no puedo matar humanos.
La silla hizo un sonido penetrante cuando me empujé hacia atrás, salté de ésta antes de que se callera al suelo y crujiera fuerte contra la baldosa del suelo en la cocina, ninguno de nosotros la miró. Estábamos demasiado absortos intentando leer al otro.
—Puede que tú seas afortunado y salgas ileso con peleas angelicales…
—Sólo una —, me cortó murmurando entre dientes, sus ojos negros como la noche tragándose mi reflejo. Maldito fuera.
—¡Da igual! Yo no soy tú. No estoy a tu nivel ni tengo tu experiencia.
Además, estaba prohibido por Dios, no que nos importara mucho su opinión, pero habías límites. Quiero decir, Él nos necesita después de todo… Si no fuera porque les tentamos los humanos no tendrías la oportunidad de ejercer su libre albedrío. ¿De qué sirve ser capaz de elegir si no tienes un punto de comparación?
No existe luz si no hay tinieblas.
—Lo cual sé, pero no puedo seguir cubriéndote las espaldas por siempre — Él tenía un punto.
—He matado antes…
—Sólo una vez y esa no cuenta.
Dejé caer mis hombros, intentando buscar alguna salida, lo que francamente era bastante estúpido ya que en lo que respectaba a las leyes del inframundo me encontraba a su merced.
—Podría ser útil — intenté, pero Eb se hizo el tonto. Vale, puede que hablar tan bien de mí no fuera la mejor idea.
—Me gusta mi trabajo.
—También a mí, por eso no he dicho nada, pero si ellos se llegan a enterar no serás sólo tú a quien despacharán.
Y lo sabía, por eso me aseguraba de ser la mejor, no podía darme el lujo de hacer mi trabajo mal…
Existían cosas mucho peores que hacer pecar a un par de insípidos humanos, como ser enviado al infierno. Aunque en honor a la verdad, ni siquiera me llevaba un gran esfuerzo, la mayor parte de tiempo lo arruinaban ellos mismos por una banal sonrisa. En ocasiones, incluso una mirada bastaba para hacer caer al más devoto de los creyentes.
No era la forma más digna de vivir, pero ¿Quién quiere dignidad cuando puedes ser libre?
—Lo arreglaré.
Él sonrió, dando el asunto por pasado.
—Olvídalo, pues conseguir cualquier otro.
Pero yo no quería cualquier otro.
—No lo entiendes, lo dejé con el cadáver en sus rodillas… El tipo estaba temblando, balbuceaba y… ¡Maldición! Incluso había comenzado a marcar el 911.
No debería haber sacado a relucir el tema, porque ahora comenzaba a sentir nuevamente la sensación viscosa en mi pecho. Esto no era normal, si bien había perdido una de mis presas, aún tenía como respaldo la del tipo en el callejón, debería sentirme mejor y no más débil.
—¿Crees que te recuerda?
—No hay forma de que eso pase
«Y menos aún si recibió intervención divina», pero no me atrevía a decirlo en voz alta. Aquello era inconcebible.
—Esto es muy extraño —murmuró Eb poniéndose en pie y tomando su plato ahora vacío en una mano y en la otra el mío. A continuación se dirigió hasta fregadero, no teníamos lavavajillas—. No es el orden habitual.
Lo cual dejaba como única respuesta a un par de alados entrometidos. Callarme hubiera sido un acto de inmadurez colosal, probablemente bastante más seguro que asumir frente a mi mentor la duda que me seguía, pero no estaba en posición de jugar a ser Dios y si tenía que reconocer una debilidad para salvar mi pellejo, pues bienvenida seas debilidad.
Me molestaba bastante estar pensando en formular la siguiente frase, pero no tenía nada que perder y demasiado en juego para dármelas de listilla ahora.
—No es que esté pensando que hay ángeles implicados —él enarcó una ceja—, cosa que no hago obviamente. Pero si lo estuviera…
La expresión dudosa había sido reemplazada por un ceño fruncido.
—¿En serio piensas que porque se te escapó un humano hay algún ángel implicado?
Arrugué la nariz ante la idea y la sensación húmeda en mi pecho se volvió insoportable.
—No sé qué problema hay con eso.
—Ninguno, de hecho es bastante posible —. Salvo que si mi sugerencia era tan factible, no entendía por qué las facciones de Eb se mostraban tan preocupadas—. Aunque, tengo que insistir… No es el orden natural.
Vale, esto empezaba a sonar como una mala copia del El Rey León, el orden natural, el ciclo sin fin, el mismo perro con distinto hueso.
—Por favor Eb, ¿Cuándo antes hemos jugado con las reglas?
—¿Nosotros? Nunca, pero ellos son bastante celosos a la hora de hacer cumplir la ley —. Y luego, como si yo necesitara más clases de geografía él añadió—: Estamos bajo su territorio.
—¿Y? Eso no nos detuvo antes.
—Supongo que antes ellos no lo creyeron necesario. No lo sé Cali, tal vez no representábamos un peligro real para ellos.
—No entiendo por qué hablas así… Es como si los defendieras —. Noté como mis ojos se fruncían, pero no los detuve.
—¡Por favor! Tanta conquista de almas te está friendo el cerebro —si esa era su idea de «cazadora top 10», yo comenzaba a temer que Eb además de orgulloso era un envidioso—. Sólo te muestro las cosas como están. Ni siquiera estoy seguro, es sólo una posibilidad…
Querría decir una maldita posibilidad, mi detractada existencia se reducía a eso: eventualidad, circunstancias. Por supuesto, también los infaltables «Y sí…»
No estaría donde estoy si no hubiera sido una firme creyente de las posibilidades, no me gustaban y las odiaba, pero ¿Y si fuera cierto?
Eb tuvo que leer la duda en mis facciones porque respondió mi pregunta no expuesta al instante.
—Bien… Supongo que nos tocaría abandonar la ciudad.
—¿Huir como ratas? —. No pretendía que mi voz sonara tan alta, ni pegarle al fregadero con mi mano, haciendo rebotar los cubiertos y platos esparcidos en ella, pero son efectos secundarios de lidiar con nuestra naturaleza, la mía particularmente era bastante más jodida que la de Eb, de todas formas no quedaba fideos en mi platillo así que no ensucié mucho.
—Eso es lo que somos.
Para ninguno de nosotros era un secreto que no me gustaba la forma de hablar de Eb, demasiado serena para la gravedad del asunto, es decir vale, es mi superior y todo eso… Pero al final del día, sigue siendo de mi bando ¿no?
¿Cómo podía insinuar que huyéramos? Además, acababa de perder una presa fácil. Y yo jamás perdía una.
—Voy a recuperarlo —. Eso lo pilló por sorpresa.
—¿Al chico?
—Quien si no.
—No lo sé… —, dudó él desviando su vista al desengrasante y aplicando unas gotas en la esponja amarilla, mientras tanto yo empezaba a sentirme bastante cabreada.
—Puedo hacerlo
—No me parece una buena idea —insistió sin mirarme y luego para joderla aún más agregó:
—Lo estás transformando en algo personal.
—No es verdad.
Él volvió su rostro hacia mí y alzó sus cejas esperando ¡Por lo menos esta vez me miraba mientras yo le hablaba!
Ahora, claramente emplear la palabra “verdad” entre nosotros había sido una equivocación.
La verdad te hace libre… Y ambos éramos un par de esclavos en esta especie de existencia, porque vida no era.
«Libertad» y «Esclavitud» sin lugar a dudas eran términos que ningún humano podría concebir en nuestro mundo.
—De todas formas, no haría la diferencia… Soy extremadamente eficaz cuando se trata de hacer mi trabajo.
—Eso no lo pongo en duda, pero si pierdes el enfoque…
—Alto ahí Eb —, lo detuve, mayormente porque me estaba convenciendo—, no lo perderé —busqué en mi interior un cúmulo de resolución y procuré que mis siguientes palabras sonaran como un juramento—. Conseguiré esa alma y haré que te tragues las dudas.
—Diablos… Alguien anda hipersensible hoy.
—Sí… Debe ser el periodo.
Él contuvo una risita mientras negaba y retiraba nuestros platos para lavarlos. Por supuesto, yo estaba exenta de los infortunios femeninos. En apariencia era un ser humano más, si le quitabas el factor fealdad y torpeza, porque yo era una oda a la perfección.
No era una exageración, no en vano soy lo que muchos malentienden por «Súcubo».
Alimentarse de las almas era bastante superior a «el robo de energías» como muchos piensan que hacen los de mi clase. En cualquier caso, ningún don viene gratis y mi belleza me costó… todo.
—Eb… — Debería haberme callado ahí, de brazos cruzadas y simplemente observándolo limpiar nuestra cocina como lo haría cualquier ama de casa, pero no pude. Estaba otra vez esta maldita sensación viscosa atormentando mi pecho, bastante similar a cuando me quedo sin tiempo en medio de una caza.
Exceptuando lo de calladita, había seguido las reglas al pie de cañón.
Antes de darme cuenta, tenía rostro frente al suyo obstaculizando su visión, era una buena idea repetirme que debía mantener el control. Lo último que necesitaba era que mi mentor supiera lo mucho que le necesitaba.
—No te molestaría sabes, pero esta podría ser la única oportunidad de saber qué rayos pasa —me arriesgué un poco más—. No me vendría mal un poco de cooperación.
—Me temo que  no podré —, enterré los talones de mis pies descalzos en la baldosa que cubría el suelo de nuestra cocina. Estaba frío y resbalé.
Eb no me sostuvo para evitar mi caída… De nuevo, ¿Por qué me sorprendía?
—No hay necesidad de arrastrarse —era un bastardo con todas sus letras—. Hay que ver que eres dura de oído.
Ponerme de pie con dignidad era un lujo que podía darme, pero también estaba esa imperiosa necesidad de arrastrarme hacia él y ya que estamos, implorarle que me ayudara. En lugar de eso, me puse en pie yo misma, luego sacudí las palmas de mis manos en mi trasero, cuidando de no resbalarme otra vez  y le encaré:
—Sabes que quieres…
—No importa si quiero o no, es estúpido el esfuerzo.
Observé las manos de Eb esparcir la esponja llena de espuma por el tenedor, una vez que se había concentrado en las vajillas de nuevo él se había vuelto de espaldas otra vez, ignorándome como hacía siempre que un tema le aburría.
Él siempre insistía en que cada uno se hacía la reputación que merecía, por eso yo nunca salía de casa sin un par de ligas extra. Me encantaría preguntarle si lavar los platos otorgaba una reputación extra en el inframundo. Tal vez era así, sólo que yo lo desconocía…
—No quiero ser cargante —. Está bien, sí quería ser cargante, pero sólo porque Eb no me dejaba otra opción—, pero estás en un error, no será una pérdida de tiempo —. Luego, en un arranqué de inspiración, añadí:
—Haré lo que sea.
—¿En serio? —Percibí de inmediato el cambio de humor en su voz, ronca y sensual, un equilibrio antinatural, como chocolates y tabaco.
—Lo que haga falta.
Enjuagó el último plato y se giró hacia mí con ambas manos y espalda acomodadas en el fregadero.
—¿Por qué debería ayudarte? — «¿Debido a que te importo?» Suspiré, eso claramente no era una buena razón, ni siquiera estaba segura de que tanto le interesaba.
«¿Porque te hago reír» Bien Cali, esa sí que es una respuesta absolutamente idiota.
—Porque soy la mejor aprendiz que alguna podrás tener.
Él arqueó una ceja.
—Sabes cómo llegarle a uno al corazón, ¿eh?
No me gustaba hablar bien de Eb, no me gustaba hablar bien de nadie punto, pero en ocasiones, digamos… como justamente éste tipo de ocasiones: en las que necesitas desesperadamente la ayuda de un aliado, no queda otro recurso más que sacar a relucir las virtudes del otro.
—Sólo digo lo que es obvio. Te admiro, quiero ser la mejor en mi clase y no podré hacerlo sin tu ayuda… Necesito esa alma Eb, te lo estoy suplicando.
No quería sólo esa alma, quería saber qué demonios había sucedido para que no fuera sellada para el inframundo, y segura como el infierno que Eb también se moría por saber. Sólo que era demasiado astuto como para conseguir algo a cambio, por supuesto, yo era lo suficientemente débil para dárselo.
—¿Suplicabas? —, sus manos abandonaron el mueble y se incrustaron como jarras en la zona de su cintura—. Vamos, esta es la primera vez que Cali me implora algo y yo me lo he perdido… No debes de haberlo hecho tan bien.
—Eblis.
—Ahórrate mi título.
—Como quieras —escupí ya harta. Sin duda alguna, él iba ayudarme, lo sabía. Pese a ello, no estaba dispuesto a darme una oportunidad sin pedirme antes algo grande. Probablemente, ya había comenzado a orquestar todo un plan maestro para cobrarme la ayuda, podía verlo en su mirada sombría justo en este momento.
A veces —sobre todo cuando se molestaba—, sus ojos parecían tragarse la córnea completa, era como si su iris fuese un caníbal hambriento dispuesto a engullir todo lo que el ojo tuviera ahí, me pasaba lo mismo, pero sólo cuando iba de caza.
Deslizó una mano bajo su barbilla, dándole un efecto dramático a su apariencia pensativa. Exagerado, si me lo preguntas a mí, pero se trataba de Eb y con él nunca tenías suficiente drama.
—Ya lo tengo —dijo sin más, mientras que yo intentaba tragarme el gritito de júbilo antes de que él se arrepintiera. ¡Tendría esa alma!, no importaba cómo, salvo que acababa de darme cuente de algo…
—Espera un momento. No me has dicho qué vas a pedirme a cambio.
Él me sonrió con sus labios más rojos que nunca, casi podías ver la sangre bullendo en ellos.
—Te lo haré saber cuando haga falta. Ahora vamos a conseguirte una nueva identidad y háblame un poco más de este escurridizo ser con alma diáfana.
—La verdad es que no tenía nada de especial, apenas y me fijé en su rostro. La mayor parte de él, en todo caso —, temblé cuando el brazo de Eb se posó en mi cintura guiándome hacia al salón. En serio, tenía un pésimo presentimiento.
—¿La mayor parte de él?
—Es que usaba estos interminables anteojos y no exagero cuando digo que se comían su rostro —dije, mientras con mis manos intentaba formar una réplica exacta de los lentes en cuestión, no lo conseguí por supuesto.

NA: Hola niñas, uff, lamento la tardanza. Ya saben que mi tiempo es nulo y diablos, se les extraña horrores. Muchas cosas han ocurrido en mi ausencia y siento no poder estar para ustedes en momentos... Determinantes.
Besitos y Bendiciones para todas, sobre todo a las que han sido leales en todo este tiempo, hay muchas que iniciaron conmigo pero que por una razón u otra el contacto se perdió.
Agradezco sel tiempo que otorgan a esta web y por supuesto, las ganas que le ponen.
Hasta pronto.
Liss.

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9 Comentarios

  1. Ed es bello...
    que le pedira a Cali....
    y quien abra ayudado al tontin...
    muchas preguntas...
    Besos Liss

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  2. Primera en comentar! Muy buena Liss, me encata Cali, no enserio XD

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  3. Me intriga lo QUE Eb le va a pedir a Cali de intercambio... Me intriga el paradero de Miguel ¬¬
    naa mentira, no tanto donde esta, sino que es de el mas que nada...  En un instante pense que Cali penso lo mismo pero hay que ver... Hermoso capitulo 

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  4. Lisselot Peralta18:56:00

    Bast con decir que esta historia siempre me deja con ganas de más!!! umm pero esta todo muy extraño, será que un "alado" se disfraso de humano para ver el modo de actuar de Cali???  jejeje yo divaganso!! Genial!! 

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  5. Liss!!! ame  el capitulo!!! (estupida computadora gringa) y yo si creo que sea intervencion de los alados... me gusta ese nombre...."los alados" ok solo no pegues las palabras..... me agrada Cali.... y Eb tambien. es.... tah hot y tan hot y tan.... ok ya pero.,... me caen bien esos dos

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  6. Leticia L.9:43:00

    jajajajaj, me mata Eb, ya me cae mejor. Liss loquilla ermosa, gracias por compartir tus letras, y por el tiempor no te preocupes... nos tenes engatuzadas con tus historias ;-) son una adicción!!!!!
    Besoteeeeeeeeeeeeeesssssssssssss muuuuuuuuuuuuuuuuaaaaaaaaaaaaakkkkkk

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  7. belu_juanes11:13:00

    Holaa Liss bueno estoy intrigada que le pedira Eb a cambio a Cali mmm no me da buena espina...el capitulo estuvo espectacular Cali me encantaa con su forma de ser!!!! Y de Miguel cuando sabremos algoo jajajaj!!! Besos Liss y que tengas unn buen diaa!!! adioss!!!!! nos estamos leyendo! Beluchisss!!!!

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  8.  mmmm yo yb me pregunto que tendra esa alma que no se dejo reclamar... me imagino que dentro de poco saltaran en accion los lindos alados ejjee en fin gracias por el capi...
    saludos

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Deja que fluya...