One Shot #10 Valientes


Como ya saben, no se revela el autor hasta el final del concurso (para evitar que se dejen llevar por el nombre del autor). Si tienen dudas, pueden releer las bases del concurso Aquí.
Pido por favor sean mesurados a la hora de comentar. Recuerden que la gran mayoría de los concursantes es primerizo en lo que respecta a "originales". No soy de la idea de "si no tienes nada bueno que decir no lo digas, pero en esta ocasión agradecería un mínimo de comprensión.
Ahora les invito a disfrutar de «Valientes»


Ana se mordió las uñas. No podía dejar de pensarlo.
Ana comenzó a mover las piernas en un tic nervioso. ¿Lo haría, o no lo haría?
Ana de repente se quedó quieta mirando al vacio. ¿Era lo bastante valiente?
Decisiones revoloteaban en la cabeza de Ana, las ideas iban de un lado a otro de su cerebro, estaba balanceando posibilidades e imaginando escenas que pudieran suceder dependiendo de las decisiones que podría tomar.
Ana estaba machacándose el cerebro, el corazón y la conciencia en aquella silla.
- ¡Ana!, ¡Ni siquiera estás escuchándome!-
Ana pareció despertar de un letargo muy profundo. Miró a su hermana de forma aún ausente, sin embargo ahora si estaba escuchando.
¿En qué momento había llegado?
- Disculpa Nina, ¿Qué decías? – Preguntó la chica de cabello negro apartándose el flequillo.
Su hermana la miró con un puchero.
- Solo preguntaba si querías almorzar un emparedado.- Sus padres no se encontraban en casa y como hermana mayor, iba a preparar el almuerzo.
- En realidad no tengo hambre.- Contestó Ana pasándose la mano por su clavícula inconscientemente
¿Qué opinaría Nina al respecto?
- ¿Te encuentras bien? – La seria pregunta de su hermana mayor disparó todas las alertas en Ana. Se puso de pie.
- Claro, ¿Por qué no estaría bien? – Preguntó tratando de aparentar calma.
Nina la miró unos segundos.
¿Le daría la espalda?
- Has estado muy apagada esta semana, y ahora te has frotado tanto que ya te ha quedado rojo.- Dijo bajándole la mano que se pasaba casi frenéticamente por la clavícula.- Solo haces eso cuando estás nerviosa.-
Ana trató de sonreír.
Al parecer su hermana no era tan atolondrada después de todo.
 Qué descubrimiento tan inoportuno.
- No es nada, es solo que estoy preocupada por un examen qué presenté y no estoy segura de que me haya ido bien.- Nina no se lo creyó, pero disimuló para no incomodar a su hermanita.
- Tú siempre eres buena en todo, Anita.- Dijo sonriendo simpáticamente, dándole unas palmadas en la cabeza. Como si la chica de cabello negro tuviera apenas 5 años y no 19.
Ana le sonrió forzosamente y susurrando un gracias se fue a su cuarto. Ya que ese ‘Tú siempre eres buen en todo, Anita’ había sido la confirmación de uno de sus temores.
Ella siempre había sido la hija perfecta, la hermana perfecta, la estudiante perfecta.
Cerró la puerta de su habitación y prendió el estéreo.
Se sentó en la su cama y no pudo contener por más tiempo un gemido lastimero que le estaba oprimiendo el pecho.
Todo el mundo la veía como la niña buena que enorgullece a sus papás, que no se mete en problemas…  
Las pequeñas gotas saladas salían de sus ojos impulsadas por el miedo.
¿Por qué tenía que tomar una decisión tan importante?
Ana no quería, pero sabía que era indispensable.
No era justo para ella, ni para Sam.
Sam…
La morena sollozó con más fuerza. Sam era su todo, pero tenía mucho miedo de las consecuencias de sus acciones.
Tenía miedo del rechazo de sus amigos, de su familia…
Ana se recostó en su cama abrazándose las piernas. No sabía qué hacer, no sabía qué decisión tomar.
Cerró los ojos y recordó la discusión que había tenido con Sam.
Sam le había pedido que hicieran su relación pública, que se lo había dicho a su madre y que esta había aceptado su noviazgo.
Pero en el caso de Ana no era tan sencillo. La chica había entrado en pánico cuando pensó en la posibilidad de que la madre de Sam le hiciera algún comentario a su mamá.
- ¡¿Por qué hiciste eso sin decirme?!- Había exclamado con sorpresa rayando en la histeria.- yo… yo… ¡Yo aún no estoy segura!-
Su reacción había sido la que Ana supuso que iba a tener.
- ¿No estás segura? – Había musitado Sam en shock.- ¡¿No estás segura?! – Luego exclamó con enfado.- Después de todo… Después de que me haya enamorado tanto… ¿Ahora me dices que no estás segura de esto?-
- Estoy segura de que te amo.- Había dicho Ana.- Pero no estoy segura de poder soportar lo que se nos venga encima si hacemos pública nuestra relación.-
Ana había presenciado como el precioso rostro de Sam se había congelado. Sin expresión alguna se levantó.
- ¿A dónde vas? – Le había preguntado Ana, cuando comenzó a caminar hacia la puerta.
- No te voy a esperar toda la vida. Si te importa más lo que diga la gente que el amor que nos tenemos, creo que no vale la pena que sigamos.-
Ana se levantó sobresaltada.
-Pero… nosotros podemos…-
- ¿Seguir escondiéndonos?- Había bufado.- No quiero seguir escondiéndome Ana, eres mi novia y te amo. Quiero poder salir a la calle y tomarte de la mano, besarte delante de todos.- Había dicho con frustración.- ¡Ya no quiero esconderme más!-
Ana trató de tragarse el nudo en la garganta, que le habían provocado sus palabras.
- No lo se, no se si estoy lista, ¡No sé si quiero hacerlo! ¡No sé si vale la pena! – Había gritado Ana. Vio como los ojos verdes de su otra mitad se aguaron y se arrepintió casi al instante de sus palabras.- Lo siento.- Había dicho, acercándose hasta tomar sus brazos.- No quise decir lo último.- Había dicho pero no sirvió de nada.
Sam se separó de ella y dio dos pasos hacia atrás.
- No me voy a seguir escondiendo. Es ahora o nunca Ana. O me tomas o me dejas.- Había sentenciado mientras caminaba hacia la puerta.- Yo… yo te esperaré.- Dijo mirándola a los ojos.- Te esperaré pero no para siempre. Solo piénsalo y búscame.- Y se fue, dejando a Ana con una angustia terrible y miles de dudas en su cabeza.
Y ahora Ana estaba ahí, recostada en su habitación, pensando que hacer.
Pensando en que diría, como lo diría y si lo diría.
Pensando en las consecuencias.
Las consecuencias… Eso era lo que más la estaba atormentando.
No sabía qué hacer.
Trató de calmar su respiración entrecortada y también de calmar ese doloroso hueco en el pecho que le recordaba constantemente a lo que temía y lo que le faltaba.
Ana miró la foto familiar que adornaba su mesita de noche.
Amaba tanto a su familia.
Con una mano, débil por no haber comido desde ayer en la tarde, abrió el cajón de su mesita y sacó su foto con Sam.
Escondida para que nadie la vea.
Porque así es como tenía que ser siempre, a menos que Ana decidiera dejar atrás sus miedos. Que quisiera ser valiente.
Ana recordó la primera vez que se vieron.
Fue en la novatada de su universidad y Sam estaba en quinto semestre, por lo consiguiente era una de las personas que aplicaba la “bienvenida”
Se llevaron bien y habían mantenido una relación de amistad. Pero fue cuando hubo una fiesta en casa de Sam, que en estado ebriedad se habían besado.
Ana recordaba que primero había entrado en negación y luego no había podido más que aceptar que estaba enamorada de Sam y que Sam igual la amaba.
Y de eso ya tenía un año.
Una nueva oleada de sollozos sacudió su cuerpo y se encogió aún más.
Quería ser igual de valiente que Sam. Pero no lo era.
Pero podrías serlo. Le susurró una voz en su mente.
¿Podía?
Ana tomó un baño y luego hizo sus tareas, para de nuevo acostarse en su cama.
Ya empezaba a odiar su cama. Cada vez que estaba recostada sin nada que hacer, venían a su cabeza escenas de sus padres echándola de su casa y renegándola como hija.
La morena se durmió con estos pensamientos y despertó con los mismos.
Era en verdad una tortura. La angustia no desaparecía, parecía no tener fin, y es que Ana ya no sabía si era por el miedo de perder a su familia, o de perder a Sam.
Y ahí fue, mientras terminaba de peinarse antes de ir a la facultad, que vio la otra cara de la moneda.
Ahí fue cuando en verdad sintió un miedo descomunal que opacaba todo lo que había sentido antes.
El perder a Sam…
Su cuerpo se estremeció solo con imaginarlo, y su peine se resbaló de sus manos.
Ella no podía estar sin Sam.
Se llevó una mano al pecho donde había comenzado a surgir otra vez ese dolor, y ahí fue cuando comprendió que ese dolor se debía al hecho de no estar con Sam.
Había estado tan preocupada por lo que dirían sus padres que no había pensado en como quedaría ella si nunca regresará con Sam.
- ¿Pasa algo hija? – El sonido de la voz de su madre fuera del baño la regresó a la realidad, Ana se encontraba de pie frente al espejo, hiperventilando y sudando frio.
- Ss… si, mamá. Estoy bien.- Tartamudeó la chica, estaba tratando de controlar sus hiperventilaciones.
¿Estar sin Sam? ¿No besar sus suaves labios todas las mañanas? ¿No escuchar sus apasionados debates acerca de política, o sus sermones acerca de cuidar el medio ambiente? ¿No pasar la noche en la misma cama para despertar al día siguiente con sus besos sobre mi rostro?
¿Era Ana capaz de hacer eso?
Su rostro pálido y cubierto de sudor era una clara muestra de que no era capaz de dejar a Sam.
Ana se dejo caer resbalando por la pared. Tenía que sentarse, sus piernas estaban fallando.
Ya había tomado su decisión. Su corazón había tomado la decisión.
Tenía que ser valiente. Era una obligación, las cosas se darían tarde o temprano.
¿Por qué no hacerlo ahora?
Nuevamente golpes en la puerta.
- Ana, ¿Por qué no sales? Me estas asustando.- Habló su mamá atravez de la puerta.
 Ana sonrió.
Me estas asustando… Si su madre supiera cuan asustada estaba ella en ese momento…
- Voy mami, me dormí en la bañera.- Contestó Ana poniéndose de pie.
Lavó su rostro y abrió la puerta.
Miró a su madre, ahí de pie con el ceño fruncido y casi se echa a llorar.
- ¿Estás bien? – Preguntó su madre.
La chica soltó un suspiro tembloroso.
- Si mamá, estoy bien.-
Antes de irse a la universidad la chica abrazó a su madre, a su padre y a su hermana.
Las cosas iban a cambiar; hoy pensaba traer a Sam después de la escuela y contarles toda la verdad.
Condujo hasta las instalaciones de su universidad con miles de mariposas revoloteando en su estomago debido a los nervios y estuvo casi 10 minutos sentada en su carro antes de bajar.
Finalmente tomó aire y abrió la puerta de su automóvil.
Caminó por los pasillos hasta llegar a las áreas verdes donde se encontraba el centro de reunión de todas las carreras. Ana sabía que Sam estaría ahí, donde siempre se sentaba a leer antes de que las clases comenzaran.
Varias personas la saludaron y Ana se atormentó un poco pensando en si después de lo que haría la seguirían saludando.
Y ahí fue cuando vio su hermosa espalda encorvada. Su blusa azul, hacía un contraste muy lindo con el verde césped. A Ana se le hizo un nudo en la garganta, y tuvo que detenerse unos segundos. Tomó aire y barrió con la mirada el patio central de su facultad.
Todo el mundo estaba ahí.
Todos sus amigos, sus no tan amigos pero conocidos, incluso sus enemigos.
Podía darse la vuelta, podía arrepentirse en ese preciso momento y ahorrarse los malos momentos, las malas miradas, la lucha que enfrentaría todos los días a partir de ese momento.
Era ahora o nunca.
Pero ella no lo hizo.
Con un último vistazo, caminó hacía la decisión que cambiaría su vida, y se sentó a su lado.
- Tomé mi decisión.- Dijo de sopetón. Unos hermosos ojos verdes la miraron con sobresalto.
- Dios, Ana. Casi haces que me de un infarto.- Susurró tratando de transmitir irritación, sin embargo Ana sabía que en su voz solo había nerviosismo y miedo.
Miedo de que la decisión de Ana no sea la que quisiera.
Miró con adoración su hermoso rostro.
Sus pestañas tan largas que a veces llegaban a hacerle cosquillas cuando sus labios se unían, su perfecta nariz, sus rosadas mejillas, sus labios…
Oh, como amaba Ana sus labios.
Eran delgados, y parecía que siempre estaban rosados, eran tan suaves que parecía que estaba besando una delicada flor.
Finalmente, Ana miró sus ojos.
Eran verdes, verde promesas, verde amor, verde alma… Eran tan hermosos que llenaban de dicha el corazón de Ana.
- Te amo y no quiero esconderme más tiempo.- Dijo la chica con la voz ahogada.- Te amo demasiado Sam, no soporto la idea de estar sin ti. Ya no me importa lo que digan los demás.-
- Ana… ¿Lo dices en serio? – Preguntó Sam, rodeándola con los brazos, pegándola a su cuerpo y sintiendo todo el amor que le tenía.
- Lo digo completamente en serio.-Afirmó la morena, se acercó lentamente y atrajo su rostro con sus pálidas manos, se miraron a los ojos con sus narices casi rozando, y ahí fue cuando Ana vio el temor en sus ojos. -¿Tú igual tienes miedo? – Susurró. Quería saber si no era solo ella la que estaba temblando ante la decisión.
- Te amo más del miedo que le tengo a las demás personas.- Contestó sacándole una hermosa sonrisa a la morena.
- Te amo muchísimo Samanta.- Le susurró uniendo sus labios, y sellando su promesa de ser valientes juntas. Ana apenas pudo escuchar a las personas a su alrededor que comenzaron a susurrar escandalizadas. – Vamos a estar bien.- Aseguró Ana una vez se separaron, tomando a su novia de la mano.
Tal vez tuviera miedo de ser rechazada, incluso insultada, también tenía miedo de que su religión tuviera razón y que Dios la castigaría en el infierno, pero eran miedos que tenía que enfrentar siendo valiente.
Porque si ambas se amaban iban a estar bien, y ni las llamas del infierno iban a separarlas.
De eso estaban seguras, y ni las miradas de desaprobación y asco que estaban recibiendo en ese momento iban a hacerlas cambiar de opinión.


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8 Comentarios

  1. Wendy9:15:00

    Me encanto...quise terminar de leerlo desde que comenzó!! Todo lo que transmite, emociones :)....me gusta mucho :)

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  2. Anónimo16:25:00

    Me encanta, este debería ganar. Tengo muchos amig@s homosexuales y nunca he comprendido el rechazo que les tienen, siempre he pensando que el que no entiende un amor del sexo que venga sigue siendo un troglodita.

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  3. me gusto, aunque a la mitad descubrí que sam era una chica fue el único giro interesante que podría tener la historia... pero muy bn narrada..

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  4. Me gustó mucho, me parece que está bien narrada solo que al principio repite mucho los nombres, eso sería lo único que tendría que mejorar. Mucha suerte!!!

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  5. Anónimo18:48:00

    Me encantooooooooooo!!!!!!
    Yo tb tengo muchos amigos homosexuales, mujeres en su mayoria, y no encuentro que sea algo malo, pero su terror a la sociedad en algunos es bastante visible. ME ENCANTO

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  6. te quedoo geniall ...me atrapoo muchoo y me gustoo leerlo!!! mcuhaa suertee en el concurso!!!

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  7. Anónimo21:47:00

    Excelente :D Me encantó. c:

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  8. Anónimo2:11:00

    Creo que es el que mejor ortografia tiene, buena narracion y es facil de comprender. Y es muy buen tema, la pura realidad de muchas personas. Muy bueno. Suerte!

    Ariana.

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Deja que fluya...